Qué nos depara con otro sexenio como el actual?

El próximo 2 de junio, millones de mexicanos votarán en las urnas para elegir al próximo presidente de la república. Algunas encuestas favorecen a Claudia Sheinbaum: la candidata que significaría la continuación del régimen actual. No es improbable un nuevo triunfo de Morena. Un triunfo que sabría a fracaso para quienes abogamos por un México con mayor libertad económica.

La Convención Nacional Morenista lanzó un sitio web en el que detalla su Proyecto de Nación 2024-2030. Tan pronto uno entra al sitio, encuentra el siguiente mensaje:

Por la radicalización de la Cuarta Transformación desde las bases

El documento en pdf que aparece en el sitio busca dejar en claro de qué se trata el Proyecto: “Desde la Convención Nacional Morenista proponemos darle continuidad al proyecto de la Cuarta Transformación con un programa revolucionario construido desde la izquierda, con las bases y el pueblo movilizado”. También promete “promover una plataforma antineoliberal, antifascista, anticolonial y antipatriarcal”: conceptos todos ellos que el documento no se preocupa en definir.

En todo caso los conceptos enunciados sirven de poco para tomar una decisión de apoyar o no al Proyecto (¿quién se opondría a un movimiento antifascista si es buena persona?). Más importante que la lista de buenas intenciones es la lista de propuestas.

Las propuestas del Proyecto ilustran decenas de falacias económicas y sólo servirán para engrandecer el poder gubernamental sobre la vida de los ciudadanos.

El documento dice que Morena busca “la separación del poder político con respecto al poder económico como condición de autonomía que profundiza lo público y otorga a dicho poder político la posibilidad de visualizar los grandes problemas nacionales y sociales con espíritu estatal celoso del bien común”. Hay dos posibles interpretaciones de una cita como la anterior. Una interpretación caritativa diría que Morena busca evitar la captura regulatoria de grupos de interés; una interpretación menos amable es que Morena busca que sea el gobierno, y sólo el gobierno, quien decida qué es el “bien común”, sin importar la protesta de grupos afectados.

Evitar la captura regulatoria es loable, pues uno de los graves problemas de México es la búsqueda de privilegios monopólicos por parte de empresarios u otras organizaciones económicas con capacidad de cabildeo. Pero pretender que el gobierno sea “celoso del bien común” es sumamente peligroso. No hay tal cosa como un “bien común” capaz de integrar en una escala de valores única los intereses frecuentemente contradictorios de distintos individuos. Una sociedad libre no busca el “bien común”, sino generar las instituciones capaces de reconciliar conflictos de interés de manera pacífica. Una sociedad libre reconoce que cada persona busca “su bien” y permite que así lo haga siempre y cuando respete los derechos de los demás a su propiedad e integridad física.

El estatismo del Proyecto es visible en propuestas que implican lo siguiente, por mencionar algunas:

  1. Mayor intervención en el mercado laboral;
  2. Política fiscal más agresiva contra ingresos elevados;
  3. Centralización del acceso a la salud;
  4. Centralización de la generación de energía;
  5. Anclar los pagos de pensiones a los incrementos del salario mínimo;
  6. Suspender el pago de la deuda externa y
  7. Control de rentas para viviendas urbanas.

El gobierno actual ha visto la rentabilidad política de programas de transferencias discrecionales. Por lo tanto, no sorprende que el Proyecto busque su ampliación y continuación, aún sin importar su viabilidad económica o los incentivos perversos que genera.

Es preocupante que el documento busque incrementos mayores en el salario mínimo. Los incrementos en el salario mínimo tarde o temprano generan efectos perjudiciales sobre los niveles de contratación o alteran las pautas de contratación. Los empleadores se ajustan a salarios mínimos más elevados reduciendo su plantilla laboral o disminuyendo las prestaciones que daban o adoptando técnicas de producción más intensivas en capital. Si la productividad de la mano de obra no aumenta en México, los incrementos en el salario mínimo perjudicarán a los trabajadores con menos cualificaciones y a las empresas pequeñas y medianas que requieren una mano de obra relativamente abundante.

Es previsible una política de control de rentas en zonas urbanas que experimentan una mayor demanda de vivienda. Los controles de rentas no benefician a quienes buscan vivienda barata. Benefician a quienes ya encontraron vivienda barata a expensas de quienes requieren mudarse a otro departamento o zona residencial. Los controles de rentas reducen los incentivos a invertir en el mantenimiento de edificios departamentales y merman los deseos de construir vivienda adicional. También vuelven más atractivo convertir los edificios destinados a vivienda en edificios destinados a otros usos. Pero lo que México requiere es un mercado más competitivo en la vivienda, con señales de precios adecuadas que vuelvan más atractivo construir más departamentos o casas. Sin esas señales de precios, la propuesta de Morena volverá más difícil encontrar un hogar para los mismos mexicanos.

Además, el gobierno de Morena busca centralizar aún más la generación de energía y la provisión de salud. Destaca que el Proyecto busca poner a funcionar la compañía Litiomex, así como fortalecer la infraestructura petrolera. El documento busca que el gobierno tenga la batuta en política energética, sin la indeseable intromisión neoliberal de la iniciativa privada. ¡Pero es la iniciativa privada la que se requiere para aprovechar el talento y capital con el que no cuenta el gobierno mexicano! Es absurdo querer prescindir de las ventajas comparativas del sector privado por una obsesión con la soberanía. Como Ludwig von Mises advertía a los mexicanos en 1942, “Lo que se necesita es un sistema que vuelva atractivo invertir en la producción petrolera mexicana para los capitalistas extranjeros”. El documento busca subsanar la falta de inversión privada con la “creación de cooperativas comunitarias para generación de energías eólica, hidráulica, geotérmica y solares”. Si el modelo de cooperativas es el más eficiente para la generación de esas energías, debe demostrarlo en un mercado abierto y competitivo; pero los mercados competitivos causan repelús entre los morenistas.

La centralización del acceso a la salud también es preocupante. El documento denuncia una y otra vez los monopolios privados, pero no repara en sus deseos de establecer monopolios gubernamentales para servicios indispensables. El Proyecto quiere “impulsar la industria farmacéutica nacional y acabar con la corrupción fomentada por las empresas farmacéuticas privadas”. Suena bien si todo lo que nos importa es el sonido de las cosas y no sus consecuencias. Lo que significa es que el gobierno busca monopolizar la provisión de salud. No olvidemos que este gobierno ha dejado en el abandono a miles de personas con cáncer por falta de medicamentos. Luego, el documento también desea “incorporar la medicina natural para el tratamiento alternativo de los pacientes”. Dejaré que el lector medite en las consecuencias de propuestas así. ¿Qué será mejor para la salud del mexicano promedio en el largo plazo? ¿Asistir con personal médico bien capacitado que pueda echar mano de la tecnología más reciente para tratar sus enfermedades? O, ¿asistir con un experto en hierbas medicinales?

Las políticas que propone Morena son infantiles, falaces, poco viables y nada más que una lista de buenas intenciones. Pero México, que en este sexenio ha tenido un crecimiento en el PIB per cápita prácticamente nulo, requiere propuestas más serias y que atiendan a lecciones económicas con mayor sustento.

Por Sergio Adrián Martínez

Economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Administrador de Tu Economista Personal, sitio de reflexiones de economía y mercados libres.

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