Una mirada liberal hacia las drogas y un análisis de las consecuencias del paternalismo estatal

En el mundo animal existen varios casos de especies que consumen drogas, como los delfines que consiguen estados alucinatorios usando peces globo; los búfalos de agua en vietnam que comen amapolas; los mandriles que ingieren una planta llamada Iboga, que los pone eufóricos, sobre todo usada antes de peleas entre machos. También los gatos usan la “hierba gatera”, la cual ingieren o se la frotan. Las moscas usan el acido de ciertas setas para sedarse; los monos tienen una alta predilección por el tabaco; los renos consumen un hongo muy toxico, pero muy hermoso, llamado amanita muscaria –el hongo de las casitas de la caricatura de los pitufos-. Y los lémures negros consumen diplodos, también conocidos como mielpies. En el caso de los seres humanos, los arqueólogos tienen registros de hace miles de años del consumo de drogas. Por ejemplo, se han encontrado registros de uso de opio en Europa desde hace 5,700 años; así como registros del uso y cultivo de cannabis en Asia desde hace más de 10,000 años. En el año 450 a.c. el historiador Heródoto, escribió un interesante registro sobre el consumo de las drogas. En Mesoamérica, se tienen registros del uso de la planta de coca desde hace 5000 años, tan antiguo como las primeras vasijas que se han encontrado en Siberia, usadas para elaborar el raro vino naranja. Los primeros registros que se tienen en la elaboración de vino, los encontramos en china hace 9000 años; y en el Cáucaso hace 8000 años. Por su parte, elaboraban cerveza desde al menos hace 5000 años.

Por supuesto, con el consumo de las drogas, también han existido los problemas por su abuso. Los arqueólogos encontraron un papiro en Egipto del año 2000 a.c. en el que un superior sancionaba el asistir a las tabernas: “Yo, tu superior, te prohíbo acudir a tabernas. Estás degradado como las bestias”. Y en otro papiro de la época, se puede leer lo que un padre le escribe a su hijo: “Me dicen que abandonaste el estudio, que vagas de calleja en calleja. La cerveza es la perdición de tu alma”. En Oriente Medio, el profeta Mahoma determino azotar a un borracho por incumplir sus deberes, generando a partir de ahí una tajante prohibición al consumo del alcohol en todos los países musulmanes. Por su parte, el papa Inocencio VIII, prohibió el uso de cannabis a los curadores en el año 1484, imponiendo el criterio de que el consumo de cannabis era parte de rituales satánicos. El tabaco también fue prohibido en 1604 por el Rey Jacobo I, quien definía al acto de fumar tabaco como “espectáculo abominable para la vista, ofensa odiosa para el olfato, costumbre dañina para el cerebro y peligroso para los pulmones”.

El uso de drogas ha estado siempre ligado, casi por igual, a lo metafísico y lo terapéutico. Y dependiendo la cultura, la religión y la tradición, algunas sustancias se relacionan al demonio y a lo maligno, mientras que otras sustancias se han relacionado al bien, a la conexión espiritual con dios, dioses o los espíritus del bien. Por ejemplo, como antes mencionábamos, el cristianismo vinculo al cannabis y al tabaco con el demonio, mientras que al vino lo relaciono con la comunión con dios. Tan así, que en cada misa el sacerdote toma vino. En cambio, para el islam, el vino y cualquier bebida alcohólica esta ligada con el mal, con lo impuro; y su ingesta puede ser castigada severamente con azotes o hasta con pena de muerte. En cambio, el uso de tabaco u opio no está sancionado. Es por ello que en medio oriente conseguir alcohol es muy difícil, pero conseguir opio y tabaco es bastante más fácil. En las tribus de África y Mesoamérica, las sustancias alucinatorias han jugado un papel muy importante en los rituales y tradiciones místicas. En la India y toda Asia el uso de psicotrópicos también se ha visto como un medio para superar las supuestas barreras de la mente, permitiendo alcanzar lo que ellos creen que serian estados de conciencia superior. Por supuesto, sabemos por la psicología y la neurología, que los estados alucinatorios producidos por las drogas, aunados a sesgos ideológicos, teológicos y otros tipo de predisposiciones, crean el sustrato perfecto para percibir como reales cualquier tipo de alucinación.

Esto nos lleva a las prohibiciones. Y es que los prejuicios religiosos y metafísicos han tenido un papel muy importante al satanizar o divinizar las drogas. Esto, aunado a conflictos socioculturales y políticos, han llevado a establecer todo tipo de prohibiciones: Tanto comerciales como de consumo. A lo largo de los últimos siglos se han establecido prohibiciones a muchísimas sustancias, como el tabaco, el opio, el cannabis, el alcohol, la coca, la heroína, el té e incluso el café. Hoy en día, drogas como el tabaco y el alcohol, son permitidas en básicamente todo el mundo occidental; mientras que el alcohol sigue prohibido en el mundo musulmán. Sin embargo, muchas otras drogas siguen siendo prohibidas. Y las prohibiciones, ciertamente nunca han sido muy eficientes para terminar con la demanda. De hecho, la historia nos demuestra, una y otra vez, que, al ser incapaces de terminar con la demanda, lo único que provocan las prohibiciones, es el surgimiento de mercados negros. Es decir: Narcotráfico.

La guerra contra las drogas. La estrategia de la guerra contra las drogas se basa en el presupuesto de que, si se prohíben las drogas, estas simplemente desaparecerán. y se sigue creyendo en ello a pesar de tantas décadas de lucha contra el narcotráfico. Por eso, la estrategia se centra en eliminar los suministros de drogas y encarcelar a quienes las trafican. Sin embargo, ignoran las más elementales leyes del mercado: Como la ley de la oferta y la demanda. Si se disminuye la oferta sin disminuir la demanda, el precio sube. Y, aunque con algunos productos, el aumento del precio provoca la disminución de la demanda, con las drogas no sucede así, pues la demanda se mantiene. Es cierto que, con la prohibición, un buen espectro del mercado se queda en el consumo de drogas legales, como el alcohol y el tabaco. Provocando una super utilización de estas drogas por su legalidad y la falta de acceso libre a otras drogas. Aun así, la demanda de drogas sigue siendo tan alta como el narcotráfico nos lo demuestra día con día. Por lo que, la prohibición de las drogas, al no tener efecto alguno en la demanda, únicamente provoca que se creen grupos de individuos dispuestos a arriesgarse a violar las restricciones al mercado de las drogas, motivados por la alta demanda y por las altas ganancias. Es decir, la prohibición solo sirve para crear el mercado negro de las drogas y grupos de individuos dispuestos a satisfacer esa demanda. Propiciando que se produzcan drogas en condiciones paupérrimas y con métodos y substancias de las peores calidades. Y, además, generándose toda una red de trasiego, de trafico ilegal de drogas, con toda la violencia y la corrupción que ello implica. Es decir, el narcotráfico no es mas que la consecuencia de la prohibición de las drogas. Y, por ende, los carteles de las drogas no son sino tan solo la respuesta natural a la demanda de drogas frente a la prohibición del estado. Si se prohíbe la compra de dólares, se creará un mercado de dólares y grupos de individuos que trafiquen con dólares. Si se prohíbe el té, el café, el alcohol o el tabaco, como ya se ha hecho, tan solo se provoca que surjan carteles dedicados a contrabandear esas sustancias para satisfacer su demanda y obtener las jugosas ganancias que le esperan a quienes se atrevan a participar en el mercado negro. Lo mismo sucedería si se prohibieran las crayolas o los ositos de peluche. Y es que, por mas que se destruya la ruta principal de suministro o al principal cartel que suministra, se crearán más rutas y surgirán nuevos carteles, porque la demanda ahí esta y ahí seguirá siempre.

Cuando en Estados Unidos se prohibió la metanfetamina y se destruyeron a los grandes productores, surgieron miles de pequeños productores caseros de metanfetamina que habían montado sus laboratorios en casas, departamentos y hasta en camiones. Cuando el gobierno dedico dinero y esfuerzo a destruir todos esos micro laboratorios y encarcelo a esos microempresarios de metanfetamina, entonces entraron en juego los carteles de las drogas de México, quienes contaban con los recursos para producir meta y con la experiencia para traficar drogas. Todo, sin que el suministro haya disminuido en lo más mínimo a lo largo de todos esos esfuerzos por parte del gobierno. Sin embargo, lo que si ha logrado la guerra contra las drogas, es que se creen drogas cada vez más potentes, para tener más potencia en menos volumen y así sea mayor el rendimiento del tráfico ilegal de sustancias. Además, la ilegalidad en el consumir drogas, convierte al consumo en un juego de rebeldía para los jóvenes y adolescentes. Otro problema es que los consumidores terminan consumiendo drogas de pésima calidad, pues no existe ningún control de calidad ni forma de verificar o de reclamar por la calidad del producto. Y como las drogas solo se consiguen en los mercados negros, quienes quieren consumirlas, se ven forzados a involucrarse en círculos delictivos y peligrosos, ya que solo en esos entornos y con ese tipo de personas es posible conseguirlas.

Pero, sobre todo, el mayor problema que genera la prohibición de las drogas es la gigantesca violencia que se desata entre los carteles, quienes, al estar en el mercado negro, no pueden dirimir sus diferencias por medios legales. Resolviéndolo todo con violencia que escala más y más, hasta llegar a la brutalidad que vemos constantemente en todo nuestro país; y en el mundo. Pero, no solo eso, estos carteles de las drogas, al generar tantos recursos y al volverse tan violentos, extienden sus operaciones a otros ámbitos como lo es el renteo, la extorsión, la trata de personas y demás actividades ilícitas. Recientemente acabamos de ver como en Texcaltitlan, Estado de México, los agricultores se revelaron contra un cartel de drogas que les había impuesto renteos. Les exigían un cobro de piso para que agricultores, comerciantes y productores puedan trabajar sus propios negocios y tierras. El enfrentamiento dejo un saldo de varios muertos y lesionados. En Estados Unidos, se calcula que en los últimos años los asesinatos han subido hasta un 30% únicamente por las peleas entre grandes, medianos y micro distribuidores. finalmente, al aumentar el costo de las drogas por su ilegalidad, aumenta la delincuencia relacionada con el consumo, pues, naturalmente, los adictos mantienen la misma demanda de drogas, cayendo en todo tipo de actividades ilícitas con tal de obtener sus dosis. Otro problema más de la guerra contra las drogas es el encarcelamiento de consumidores. El daño tan grave que se le inflige a la vida de un individuo tan solo por consumir alguna droga es enorme y no sirve de nada para detener el consumo.

En México, entre 2007 y 2014, la guerra entre carteles ha dejado unos 164,000 asesinados. Más muertos que los conflictos bélicos entre Irán e Irak durante ese mismo periodo. Durante el sexenio de Felipe Calderón hubo 121,613 asesinatos, durante el de Peña Nieto fueron 156,066, y en lo que va del sexenio de AMLO van 157,136. Además, gracias a décadas de guerra contra el narcotráfico, hoy en día 16 de las ciudades más violentas del mundo son mexicanas. Vaya, la guerra contra el narcotráfico solo ha dejado drogas de pésima calidad, mercado negro, guerras entre carteles, consumidores tras las rejas, renteos, corrupción y la asociación entre narcotraficantes y políticos. Si ante estos hechos, si ante tantas décadas de evidencia y si ante la historia de otras prohibiciones, queremos seguir creyendo que la prohibición de las drogas sirve de algo, es que no queremos reconocer en lo más mínimo la realidad.

Una perspectiva liberal

Desde una perspectiva liberal, las drogas deberían ser despenalizadas por diversas razones, entre ellas, las que ya hemos mencionado más arriba. Pero, partamos de lo más básico: La libertad individual. Y es que, debemos tomar como punto basal la posición ética fundamental planteada por el filósofo alemán Friedrich Schiller: Vivir y dejar vivir…… e, incluso, vivir y dejar morir, como dice la canción. El liberalismo, como hijo directo del humanismo y de la ilustración, reconoce plenamente el derecho de los individuos a disponer sobre si mismos, sobre sus vidas y sobre sus cuerpos. Y esto incluye la libertad de ingerir lo que sea que se les de la gana, desde sopas instantáneas hasta veneno, si así lo quisieran. Hace no mucho, el gobierno de México intento imponer todo tipo de restricciones a diversas sopas instantáneas, por que las considera poco saludables. Pero también ha llevado una intensa campaña en contra de otros productos, como los refrescos; e incluso la venta de dulces y papitas en las escuelas. Queriendo dictarle a grandes y chicos que comer y que no comer, que beber y que no beber. Por ejemplo, se ha promovido también que se haga problemático comprar bebidas energéticas en las tiendas, poniendo candado a las vitrinas que las contienen para que sea más engorroso pedirlas al despachador. Y ya ni hablar del vapeo, en donde francamente se ha coaccionado el mercado de los vapeadores por que el gobierno cree ser el gran padre que le debe dictar a todo mundo que consumir y como consumirlo.

Como podemos ver, la obsesión de los gobiernos por intervenir la vida de las personas e intentar dictarles que hacer y que no hacer, no se ha limitado nunca a las drogas. En estos momentos, la suprema corte esta dirimiendo si el gobierno debe o no debe permitir que más de dos personas se puedan casar de manera libre y voluntaria. Pareciera que la fiebre de los políticos por meterse en la vida de los individuos no tiene límite. Y, lo que sí deberían hacer: Impartir justicia y seguridad, es lo único que no hacen. Por supuesto, el gobierno siempre encuentra todo tipo de pretextos seudo humanitarios y seudo sociales para coaccionar y destruir las libertades de la población. Pero son sólo eso ¡puros pretextos! puras tonterías que siempre acaban causando mas daño que bien. Sin libre/ autodeterminacion, incluida la libre autodeterminacion para consumir drogas, no se puede decir que somos dueños de nuestra propia vida. Si el gobierno decide por nosotros con que sustancias si nos podemos drogar -alcohol, tabaco o Valium- y con cuales no, entonces, quien es dueño de nuestras vidas, no somos nosotros mismos, sino los políticos de turno. Si el estado se limitara a lo que debe hacer -impartir justicia y seguridad-, las dinámicas sociales y de mercado2 podrían encontrar las mejores alternativas para manejar la demanda de drogas y los problemas de excesos en el consumo. Y es que, tanto los individuos como los entornos sociales requieren de un proceso, de una curva de aprendizaje para aprender a manejar y coexistir con el consumo de drogas de todo tipo. Y esto solo se puede dar en un contexto de libertad y con un estado de derecho auténticamente eficiente y funcional, enfocado meramente a lo que sí debería hacer.

En conclusión, las drogas han sido parte de nuestra historia durante miles y miles de años. Las prohibiciones no disminuyen la demanda e impiden tanto el aprendizaje como la innovación: Tanto innovaciones tecnológicas, como de estrategias de mercado; e incluso en lo que respecta a la innovación de estrategias pedagógicas. La única alternativa sana para enfrentar el consumo de drogas y para terminar con la guerra entre carteles del narcotráfico, es darles a los individuos la libertad de consumir drogas libremente. Los entornos sociales deberán brindar marcos de dirección y de aprendizaje para los jóvenes, en lugar de la prohibición que los lleva a la confusión y a vincularse con entornos delictivos y dañinos. Lo mejor que podemos hacer como sociedad, es guiar a los jóvenes para que aprendan a coexistir con las drogas, como deben aprender a coexistir con el sexo o con los refrescos y las sopas instantáneas. La libertad y el apoyo en libertad y confianza, es siempre la mejor guía.

Bibliografía

Block, Walter. 2019, Defendiendo lo indefendible I, editorial Innisfree

Escohotado, Antonio. 1999, Historia general de las drogas, editorial ESPASA

Friedman, Milton. 1980, Libre para elegir, editorial Harcourt Brace Jovanovich

Lacalle, Daniel. 2023, Libertad o igualdad, editorial Booket

Rallo, Juan Ramon. 2019, Los diez Principios del liberalismo, editorial Planeta

Rothbard, Murray. 1973, Hacia una nueva libertad, editorial Ludwig Von Mises Institute

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