La gentrificación es una de las preocupaciones contemporáneas en México. He tocado el tema anteriormente en este espacio. La preocupación es simple: hay mexicanos que temen la influencia extranjera en los precios de la vivienda y las costumbres mexicanas. Una de las manifestaciones más recientes del rechazo a la gentrificación fue la percepción entre los internautas de que los extranjeros ponían en riesgo a quienes viven de tocar música de banda en las playas.

Gentrificación y xenofobia

Según las definiciones que podemos encontrar en Internet, la gentrificación es la renovación de un espacio urbano a causa de la llegada de personas con un nivel elevado de ingresos. Como la llegada de estas personas eleva la demanda de vivienda, los precios de la vivienda tienden a subir. La gentrificación no es un fenómeno necesariamente ligado a la entrada de extranjeros al país. Pero empezó a volverse un término de moda en México dada la llegada de extranjeros –principalmente estadounidenses– a inicios de la década actual.

La preocupación por precios más elevados de la vivienda es legítima. Como consumidores, nos desagrada cuando sube el precio de un bien. Más aún, en un país con una oferta de vivienda limitada, los precios tienden a subir con una rapidez tan brusca que puede causar problemas de ajuste en las familias mexicanas. De acuerdo a la firma de consultoría Tasvalúo, la oferta de vivienda nueva en México disminuyó en 66.6% entre 2008 y 2021.

Pero parece que una de las motivaciones más populares contra la gentrificación proviene de la xenofobia: un rechazo emocional y radical contra los extranjeros. O, si queremos usar el término del economista Bryan Caplan en El Mito del Votante Racional, las personas sufren de un sesgo anti-extranjero, que –como bien resume Carlos Iván Moreno Arellano en una columna de Milenio– consiste en pensar que “Todo es culpa de los foráneos”.

El lector puede dar cuenta de lo anterior con un ejercicio sencillo: basta poner en el buscador de X (antes Twitter) las palabras “gentrificación” y “gringos” juntas para detectar los insultos y ofensas que emiten decenas de mexicanos a los extranjeros.

Asociar a la gentrificación con conductas negativas no empezó en México. El escritor estadounidense Ta-Nehisi Coates incluso asoció a la gentrificación con movimiento de supremacía blanca:

“La ‘gentrificación’ no es más que un nombre más agradable para la supremacía blanca […] Es el interés de la esclavitud, el interés de Jim Crow, el interés de la línea roja, compuesto a lo largo de los años”.

Con este tipo de afirmaciones, no es sorprendente que el tema toque tantas fibras sensibles.

¿Pero es tan perjudicial la gentrificación?

¿La gentrificación desplaza a los pobres? No

         Uno de los mitos más persistentes en torno a la gentrificación es que desplaza a las personas pobres. Sin embargo, como apunta el diario The Economist, la evidencia señala lo contrario:

“Las brigadas antigentrificación suelen citar anécdotas de residentes obligados a mudarse. Sin embargo, los datos sugieren otra cosa. Un influyente estudio de Lance Freeman y Frank Braconi reveló que los residentes pobres de los barrios de Nueva York que se estaban gentrificando en la década de 1990 tenían menos probabilidades de mudarse que los residentes pobres de zonas que no se estaban gentrificando. Un estudio de seguimiento de Freeman, realizado con una muestra nacional, halló escasa relación entre gentrificación y desplazamiento. Un estudio más reciente concluye que los residentes económicamente vulnerables de Filadelfia -con baja puntuación crediticia y sin hipoteca- no tienen más probabilidades de mudarse si viven en un barrio en proceso de gentrificación”.

(El artículo de Freeman y Braconi, para quien lo desee consultar, puede verse aquí).

La conclusión es interesante: los pobres son más vulnerables a cambiar de vivienda, ocurra un proceso de gentrificación o no en la zona en la que viven. Por lo tanto, uno de los temores que tanto se asocian a la gentrificación carece de rigor empírico.

El verdadero problema detrás de las rentas altas en México es el pobre estado de derecho, que no protege a los propietarios y resta incentivos a la inversión de vivienda nueva en México.

Beneficios de la gentrificación

Hablar de beneficios de la gentrificación puede escandalizar a los lectores, pero es importante enunciarlos. La renovación de una zona urbana no sólo enriquece a quienes invierten o se mudan a una región.

Los residentes de una región que se está gentrificando experimentan un crecimiento en el valor de sus propiedades. Esto incluye tanto al dueño adinerado de un departamento como al propietario pobre de un local o departamento que puede enriquecerse de vender o rentar su propiedad.

La gentrificación brinda un nuevo respiro a zonas que experimentaban bajo o nulo crecimiento económico. Los nuevos negocios brindan oportunidades de empleo, así como una mayor variedad de bienes al alcance de los consumidores. También hay mayores oportunidades de integración e intercambio cultural. Incluso a nivel fiscal hay beneficios para el gobierno en términos de un mayor potencial de recaudación; recaudación que puede aliviar las presiones fiscales existentes sobre los más pobres.

Querer evitar la gentrificación es, de hecho, querer perpetuar el estancamiento económico de una región con el mero fin de limitar un incremento en el precio de la vivienda. Es idealizar la pobreza y preferirla. Este es un mal “trade-off”. El crecimiento económico, del cual depende el ingreso de los habitantes futuros de un país, requiere apertura al comercio, a la innovación, a la inversión y a la entrada de extranjeros y foráneos al país.

Por Sergio Adrián Martínez

Economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Administrador de Tu Economista Personal, sitio de reflexiones de economía y mercados libres.

Un comentario en «La gentrificación enriquece en el largo plazo»
  1. Sí hay incremento de los precios de la renta, pero hay una mayor derrama económica, lo que eleva el nivel de vida para los que trabajan en la zona.

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