Introducción:

La reciente degradación de la calificación crediticia de México por parte de las agencias internacionales Moody’s y Fitch ha generado inquietud en diversos sectores de la economía mexicana, tanto a nivel nacional como internacional. Esta decisión resalta las preocupaciones sobre la estabilidad fiscal y financiera del país, y trae a la memoria la crisis del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (FOBAPROA) de 1995, un episodio que dejó una huella profunda en la historia económica de México. Si bien ambos eventos ocurren en contextos económicos diferentes, existen paralelismos significativos en torno a la deuda pública, la gestión fiscal y la confianza en las instituciones del país. Este trabajo tiene como objetivo explorar las similitudes y diferencias entre la crisis del FOBAPROA y la reciente degradación crediticia, tomando como referencia datos económicos del Paquete Económico 2025 para evaluar cómo estos factores estructurales siguen influyendo en la economía mexicana.

La crisis del FOBAPROA de 1995: Un rescate costoso para las finanzas públicas

La crisis económica de 1994-1995, también conocida como la «crisis del tequila», fue desencadenada por una serie de factores, incluyendo la devaluación abrupta del peso mexicano frente al dólar, la fuga masiva de capitales, la elevada tasa de interés que subió a más del 80% y un déficit fiscal creciente. Este contexto de inestabilidad económica generó un colapso en el sistema financiero mexicano, con una significativa crisis bancaria que afectó a varios bancos privados. En respuesta a la crisis, el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, bajo la administración de su sucesor Ernesto Zedillo, implementó el FOBAPROA, un mecanismo de fondo de contingencia que permitió al gobierno rescatar a las instituciones financieras en quiebra mediante un proceso de nacionalización, asumiendo la deuda de los bancos para evitar el colapso del sistema financiero, no obstante, sin quedarse a cargo los activos de los bancos.

La magnitud de la deuda generada por el FOBAPROA fue considerable. El monto total destinado al rescate bancario ascendió a más de 1 billón de pesos, lo que representaba aproximadamente el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) del país en ese momento. Este desembolso, aunque evitó un colapso del sistema financiero, tuvo un impacto negativo en las finanzas públicas, ya que incrementó de manera significativa la deuda externa e interna de México. A lo largo de los años, la deuda FOBAPROA se convirtió en un símbolo de la ineficiencia del gobierno en la gestión de las finanzas públicas y en un lastre para la credibilidad del sistema financiero mexicano. A pesar de las medidas de austeridad que se implementaron después, el impacto social y político de esta crisis fue profundo, ya que muchos ciudadanos percibieron que el rescate había sido un favor a los grandes bancos y que las cargas fiscales recaían injustamente sobre los sectores más vulnerables. Algo que no va en concordancia con el libre mercado, pero era mejor opción que volver a nacionalizar la banca.

La degradación de la calificación crediticia en el contexto actual

Más de dos décadas después de la crisis del FOBAPROA, México se enfrenta a nuevos desafíos económicos que han derivado en la degradación de su calificación crediticia por parte de las agencias internacionales Moody’s y Fitch, escenario muy parecido al contexto de aquel entonces y se explica por qué.

En noviembre de 2024, Fitch bajó la calificación soberana de México de «BBB+» a «BBB», mientras que Moody’s también ajustó su calificación con perspectiva negativa a ponto de poner nuestra deuda pública a “bonos basura”, estos son un tipo de instrumento de deuda emitido por gobiernos o empresas que tienen una calificación crediticia baja, generalmente BB+ o inferior, son considerados de alto riesgo porque el emisor tiene una probabilidad elevada de no poder cumplir con sus obligaciones de pago, ya sea de los intereses o del principal y reflejan las crecientes preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal y la capacidad del gobierno para manejar su deuda. Según estas agencias, la baja calificación se debe principalmente a tres factores:

El nivel elevado de deuda pública: A pesar de los esfuerzos por mejorar la situación fiscal, la deuda pública de México sigue siendo alta, representando aproximadamente 50.8% del PIB en 2023, según datos del Paquete Económico 2025. Esta deuda se ha mantenido en niveles elevados durante más de una década, lo que ha generado incertidumbre sobre la capacidad del gobierno para financiarla sin generar un impacto negativo en el crecimiento económico. Las agencias calificadoras alertan que este nivel de endeudamiento no es sostenible a largo plazo, dado que se proyecta que la deuda podría superar el 55% del PIB en los próximos años si no se implementan reformas fiscales significativas.

La fatal de reforma fiscal en México: Aunque el gobierno ha tomado medidas para reducir el déficit fiscal en los últimos años, estas no han sido suficientes para lograr una disminución efectiva de la deuda pública. El gasto público en áreas prioritarias como seguridad, bienestar social y el servicio de la deuda ha limitado la capacidad del gobierno para reducir su endeudamiento, mientras que las reformas fiscales estructurales que podrían generar ingresos adicionales han sido limitadas. En el Paquete Económico 2025, el gobierno reconoce que, a pesar de un crecimiento moderado en términos económicos, la presión fiscal sigue siendo un obstáculo para un manejo más eficiente de las finanzas públicas.

El entorno internacional de 2024 ha presentado desafíos adicionales para la economía mexicana, incluyendo la desaceleración del crecimiento global y las tensiones comerciales derivadas de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Además, las políticas monetarias restrictivas implementadas por la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) han provocado un incremento en las tasas de interés, lo que ha encarecido el costo de la deuda externa. Estas condiciones externas, sumadas a la baja productividad interna y las debilidades estructurales del aparato productivo mexicano, incrementan los riesgos para la estabilidad financiera y económica del país.

Comparación entre la crisis del FOBAPROA de 1995 y la degradación crediticia actual

Tanto la crisis del FOBAPROA de 1995 como la reciente degradación de la calificación crediticia están profundamente relacionadas con el manejo de la deuda pública. En 1995, el rescate bancario significó un aumento dramático de la deuda pública, que alcanzó niveles insostenibles para la economía mexicana. A pesar de los esfuerzos por recuperar la estabilidad económica en los años siguientes, la carga del FOBAPROA fue un lastre constante para las finanzas del gobierno y la confianza internacional.

La crisis de esa época surgió como consecuencia de la nacionalización de la deuda bancaria para evitar el colapso del sistema financiero, derivado de la crisis económica de 1994. El gobierno mexicano asumió la deuda de los bancos con el fin de estabilizar el sistema, lo que resultó en un aumento dramático de la deuda pública.

En la actualidad, México sigue enfrentando una carga significativa de deuda, aunque el contexto es diferente. Según el Paquete Económico 2025, la deuda pública de México se situó en 50.8% del PIB al cierre de 2023, con una proyección de alcanzar 55% del PIB para 2025 si no se implementan medidas fiscales eficaces.

Aunque no se observa una crisis bancaria similar a la de 1995, el país sigue afrontando problemas derivados de un alto nivel de endeudamiento, que incluye tanto deuda interna como externa. La reciente degradación de la calificación crediticia de México por parte de Fitch y Moody’s en 2024 se ha producido precisamente debido a la creciente deuda pública, la falta de reformas fiscales estructurales y la incapacidad del gobierno para reducir el déficit fiscal de manera efectiva. Los pagos de intereses continúan siendo una carga importante para el gobierno mexicano, que debe destinar recursos significativos a la deuda en lugar de invertir en crecimiento y desarrollo social.

Similitudes:

En ambos casos, la deuda pública ha sido un tema central. Aunque las causas de la deuda son diferentes, en ambos episodios la falta de control sobre los niveles de deuda ha afectado la estabilidad fiscal de México.

En 1995, la deuda aumentó debido al rescate bancario; hoy, el crecimiento de la deuda está vinculado a la ineficiencia en el manejo fiscal y los gastos corrientes, como el financiamiento de programas sociales y el servicio de la deuda.

Diferencias:

En 1995, la deuda fue principalmente consecuencia de un rescate bancario que implicaba la nacionalización de la deuda de los bancos privados, mientras que en 2024, la deuda proviene de la acumulación de déficits fiscales y una mala gestión de los recursos públicos.

A diferencia de 1995, la economía mexicana no enfrenta una crisis bancaria sistémica, pero sí una creciente incertidumbre fiscal que afecta las expectativas de los mercados.

Conclusión

A pesar de las diferencias en los contextos y las circunstancias que rodean tanto la crisis del FOBAPROA de 1995 como la degradación de la calificación crediticia de México en 2024, ambos eventos tienen en común una serie de problemas estructurales relacionados con la gestión de la deuda, la confianza institucional y la sostenibilidad fiscal. Si bien la economía mexicana ha logrado una recuperación parcial desde la crisis del FOBAPROA, los desafíos de fondo, como el alto nivel de endeudamiento y la falta de reformas fiscales, siguen siendo factores que limitan la estabilidad económica y financiera del país. La lección clave es que, si no se toman decisiones estructurales en cuanto a la deuda pública y el fortalecimiento institucional, México podría enfrentar una nueva crisis en el futuro, similar a la de 1995.

Por Asael Polo

Economista por la UNAM. Especialista en finanzas bancarias y política económica. Asesor Económico en Cámara de Diputados - H. Congreso de la Unión. Escribe para Asuntos Capitales, Viceversa.mx y El Tintero Económico. Twitter: @Asael_Polo10

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