Introducción:

La reducción de la inflación en 2024 enfrentará desafíos significativos, a diferencia de la tendencia observada en 2023, cuando disminuyó hasta alcanzar un 4.66 por ciento.

Según las proyecciones del Banco de México (Banxico) para el cierre de este año, se espera que la inflación, tanto la general como la subyacente, tenga un promedio anual del 3.5 por ciento en el último trimestre. En contraste, el consenso entre analistas sugiere que, al finalizar el año, ambos índices se situarán en aproximadamente el 4.4 por ciento. Una de las preocupaciones del banco central es el comportamiento de los servicios “que todavía no muestran un punto claro de inflexión.

La variación de los precios en México durante los primeros 15 días de enero se ubicó en un 4.9% en comparación con el mismo periodo del año anterior, cifra que se aleja aún más de la meta establecida por el banco central.

El Índice Nacional de Precios al Consumidor volvió a incrementarse debido a las actualizaciones en las tarifas de productos y servicios, así como al aumento de precios en algunos alimentos.

Debemos recordar que, una inflación baja ayuda a preservar el poder adquisitivo de la moneda. Cuando la inflación es alta, los precios de bienes y servicios tienden a aumentar, lo que reduce el valor real del dinero y afecta negativamente el poder de compra de las personas. La estabilidad de precios contribuye a la estabilidad económica general. La inflación excesiva o incontrolada puede generar incertidumbre en los mercados y desincentivar la inversión y el gasto, lo que puede perjudicar el crecimiento económico.

Por lo anterior, en el siguiente trabajo explicaremos los retos inflacionarios a los que se enfrentará México en 2024, sobre todo el riesgo que implica un excesivo gasto gubernamental, los comicios presidenciales y la posible bajada de las tasas de interés.

Inflación, lejos del objetivo de Banxico

Elecciones presidenciales: En algunos casos, las elecciones presidenciales pueden tener impactos en la inflación de un país. Estos impactos suelen deberse a varios factores que afectan las expectativas económicas y las decisiones de política monetaria.

Durante las campañas electorales, los candidatos pueden presentar propuestas que afecten las políticas fiscales y monetarias. Las promesas de aumentar el gasto público o implementar medidas que impacten la oferta monetaria pueden tener consecuencias en la inflación.

Para el caso de México, se ha dado casi por hecho que las presiones inflacionarias estarán de la mano de un excesivo gasto público aprobado en la Ley de Ingresos de la Federación en noviembre pasado. La mayoría del gasto estará orientado a transferencias directas que, a inversión pública, lo que impactará directamente en el nivel de precios al no ser proyectos de rentabilidad.

Asimismo, las elecciones también pueden afectar la confianza del consumidor y de los inversores. Si hay preocupaciones sobre la dirección futura de la política económica, esto podría influir en los patrones de gasto e inversión, impactando así la inflación. Cabe mencionar, que no han sido pocas las veces que el actual gobierno ha criticado la autonomía de nuestro banco central, por lo que, dichas presiones, podrían persistir en caso de que la candidata del oficialismo obtenga una eventual victoria.

Recorte de la tasa de interés

Hay una ferviente discusión pública actual sobre cuándo iniciar los ajustes a la tasa de interés de referencia del Banco de México (Banxico) puede ser analizada desde dos perspectivas.

Si los mercados financieros anticipan de manera excesiva y rápida una reducción de la política monetaria que no esté justificada, esto podría resultar en una disminución prematura de las tasas de interés, lo que podría avivar de manera anticipada las presiones inflacionarias.

Además de considerar los riesgos asociados con la inflación, es necesario anticipar la posibilidad de que la actual etapa de crecimiento débil persista o aumente. Como se ha mencionado anteriormente, es importante recordar que la política monetaria opera con ciertos retrasos.

La posibilidad de que los precios experimenten un aumento también podría materializarse si las tensiones geopolíticas, nuevamente, se intensifican, teniendo consecuencias adversas para los mercados de materias primas y los flujos comerciales globales.

En primera, debemos comprender que, la política monetaria de Banxico está enfocada de manera eficaz en alcanzar la meta de inflación anual del 3.0 por ciento, establecida desde 2003. En este contexto, la reducción de la tasa de referencia debería señalarse cuando la inflación general, medida por el INPC, esté en una trayectoria claramente convergente y sostenida hacia el objetivo.

El criterio anterior puede parecer riguroso, pero se justifica al considerar la evidencia histórica: aunque la inflación subyacente tiende a reflejar la tendencia a largo plazo de la inflación general, su valor ha subestimado esta última debido al sesgo al alza de los elementos no subyacentes (precios muy volátiles).

Recientemente, los resultados de la política monetaria han sido limitados. Específicamente, la disminución de la inflación general que comenzó en octubre de 2022 se ha atribuido principalmente a la marcada reducción de la inflación no subyacente, que incluso mostró cifras negativas a mediados de 2023. Este declive no está vinculado a la política monetaria, aunque ha beneficiado, en cierta medida, también a la inflación subyacente.

Una perspectiva alternativa, posiblemente más pragmática, sostendría que, en la práctica, la estrategia monetaria de Banxico seguirá centrada en evitar que la inflación supere el 4.0 por ciento, que constituye el límite superior del rango de variabilidad alrededor del objetivo.

Esta suposición se respalda mediante la disposición que ha mostrado el banco central en materia monetaria cuando la inflación ha ingresado a dicho intervalo, incluso si no ha alcanzado la meta establecida. Este planteamiento se sustenta, además, en el hecho de que la consecución de la convergencia al objetivo solo se ha logrado en periodos relativamente cortos, como ocurrió durante 2014-2016.

Bajo esta perspectiva, no se puede descartar la posibilidad de que Banxico anuncie prematuramente un éxito y comience a reducir la tasa de interés de referencia sin un respaldo suficiente. Las justificaciones que podría presentar han sido insinuadas en sus recientes comunicados, haciendo hincapié en la desinflación lograda y la necesidad de evitar tasas de interés “muy” elevadas, supuestamente para respaldar la economía.

Diversos aspectos señalan la eventualidad de un aumento en la inflación, situación que podría intensificarse con las disminuciones de la tasa de interés de referencia.

Escenario para 2024 y 2025

Los analistas del sector privado predicen que la inflación no alcanzará el objetivo específico del 3% ni en 2024 ni siquiera en 2025. Según la más reciente encuesta realizada por el Banco de México (Banxico), se proyecta que la variación anual del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) sea del 3.65 por ciento en los próximos dos años.

En la última encuesta del año, que proporciona una instantánea de las expectativas de los expertos sobre las variables económicas, ajustaron a la baja su pronóstico de inflación para el presente año, situándolo en un 4.44%, frente al 4.57% estimado a principios de mes. Esta proyección es la más baja registrada por la encuesta desde diciembre del año pasado y marca tres lecturas consecutivas de moderación desde el 4.70% previsto en septiembre.

Se anticipa una variación en la inflación proyectada para el próximo año, que pasaría de un 4.01% estimado al inicio de diciembre a un 4.02%.

Las expectativas de inflación para los años 2023, 2024, 2025 y aún para 2026 se sitúan por encima del objetivo específico del 3%, aunque para 2025 y 2026 ya estarían dentro del rango permitido de +/-1 punto porcentual.

En resumen, mantener una inflación baja es esencial para la estabilidad económica. Una inflación controlada preserva el poder adquisitivo de la moneda, fomenta la inversión y el ahorro, facilita la toma de decisiones financieras a largo plazo, mejora la competitividad internacional y permite una política monetaria más efectiva. Además, contribuye a la estabilidad social y reduce la incertidumbre en los mercados, promoviendo un entorno económico más predecible y saludable.

Por Asael Polo

Economista por la UNAM. Especialista en finanzas bancarias y política económica. Asesor Económico en Cámara de Diputados - H. Congreso de la Unión. Escribe para Asuntos Capitales, Viceversa.mx y El Tintero Económico. Twitter: @Asael_Polo10

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *