El nearshoring es un neologismo que ha ganado popularidad en México en los últimos años. Es común ver titulares que se refieren a él como una promesa de crecimiento económico. ¿Pero qué es el nearshoring? Y, de ser efectivamente una promesa, ¿cómo puede capitalizarse en nuestro país?

El nearshoring es la mudanza de una parte de las operaciones productivas de una empresa a un país cercano. Es una forma, entonces, de outsourcing, que a diferencia del offshoring –la externalización de actividades productivas a países lejanos– aprovecha la cercanía geográfica y cultural entre dos países y evita costos por diferencias de husos horarios y de tecnologías de la información.

El nearshoring adquirió relevancia especial tras la pandemia, la cual rompió cadenas de suministro y elevó el costo del offshoring. Tras la pandemia, además, conflictos comerciales entre China y Estados Unidos y cambios geopolíticos en otros países del mundo han vuelto a México un destino prometedor para empresas de países vecinos.

La inversión es necesaria para incrementar el acervo de capital de un país. Los incrementos en acervos de capital que se destinan a satisfacer las demandas más urgentes de los consumidores son clave para el crecimiento económico. Una economía con una mayor dotación de capital per cápita incrementa la productividad marginal de los trabajadores. En México, la baja productividad marginal de los factores explica de manera significativa las tasas de crecimiento económico menores al 2% en las últimas décadas (tasas muy bajas como para converger al nivel de riqueza de países más prósperos).

De acuerdo a un artículo de Thomson Reuters, estos son los factores que convierten a México en destino ideal del nearshoring:

  • Las difíciles relaciones entre China y Estados Unidos.
  • El T-MEC, que facilita el comercio entre nuestro país, Estados Unidos y Canadá.
  • La proximidad de las dos naciones
  • Los bajos costos laborales de nuestro país.
  • Nuestras cadenas de suministro rápidas y seguras.
  • El buen desempeño de la industria nacional, sobre todo en el sector automotriz.

Estos factores, pese a los descalabros económicos derivados de la gestión gubernamental, son atinados: el T-MEC, los bajos costos en mano de obra y el auge de la industria automotriz en México destacan como los factores más importantes.

Pero cuáles son los retos que podrían impedir aprovechar el nearshoring. Mencionaré dos: uno ideológico y uno institucional. Empecemos con el ideológico.

Venciendo la aversión a la inversión extranjera

La inversión extranjera es mal vista en nuestro país por algunas personas, que la comparan con una especie de invasión coercitiva. Para erradicar esta visión, es útil elaborar la siguiente pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre la inversión extranjera y la inversión local?

Económicamente es trivial. La inversión es inversión. Así como es bienvenida la inversión local, debería ser bienvenida la inversión extranjera.

“Pero, Sergio”, me dice el xenófobo económico, “el extranjero que invierte aquí se lleva su dinero a su país”.

¿Y qué? Para obtener ganancias aquí, en el supuesto de que no recibió privilegios gubernamentales, debió proveer algo valioso para la gente de nuestro país. ¿Quieres decirme que se le debería prohibir a Mr. Smith ofrecerle algo de valor al Sr. Gutiérrez porque Mr. Smith se llevará sus ganancias a donde le plazca?

“Pero es que se roban nuestros recursos”.

Ese es un problema independiente de si el extranjero invierte o no. Todo recurso de acceso abierto, carente de derechos de propiedad, es propenso a ser explotado de manera ineficiente tanto por locales como extranjeros. Si hay un propietario identificable de los recursos, el extranjero debe ofrecer algo a cambio si quiere emplear los recursos de algún modo. Y este sería un intercambio, no un robo.

“Pero es que el extranjero nos esclaviza al volvernos dependientes de él”.

Hasta Eduardo Galeano dijo que no volvería a leer Las Venas Abiertas de Latinoamérica. Una economía crece, precisamente, porque incrementa sus relaciones de interdependencia. Pausa la lectura y contempla todos los bienes a tu alrededor. ¿Los creaste por tu cuenta o fuiste dependiente de una inmensa cantidad de personas que cooperaron en su producción?

Piensa en lo que tú haces para recibir los ingresos con los cuales adquiriste lo que contemplas. ¿Acaso no es una maravilla que hayas sido capaz de intercambiar tu conocimiento especializado aplicado en una tarea muy concreta por el mar de conocimiento integrado en lo que posees?

Si un incremento en la demanda tiende a elevar los precios, ¿qué ha de ocurrir con los salarios si los extranjeros demandan mano de obra adicional? ¿Subirán o bajarán? ¿Los trabajadores mexicanos se benefician o perjudican de alternativas adicionales de empleo? Y si se benefician de alternativas adicionales de empleo, ¿por qué impedir que los extranjeros les ofrezcan esas alternativas adicionales?

La barrera institucional

Quizá la barrera más significativa al nearshoring sea la debilidad institucional del país.

Por debilidad institucional me refiero a las débiles reglas del juego que gobiernan las relaciones entre los individuos y su torpe o nula aplicación en ausencia de un estado de derecho adecuado.

Las instituciones de mercado, basadas en derechos de propiedad bien definidos y reforzados por un poder judicial independiente, propician la disciplina necesaria para asegurar la cooperación social. No requieren de las personas más que respetar los mismos derechos reconocidos de los demás. Dejan la puerta abierta a un conjunto amplio de actividades y conductas que podrían juzgarse de inmorales o indeseables. Y, sin embargo, logran tanto simular una sociedad de individuos virtuosos como favorecer el surgimiento de distintas virtudes, tal cual defiende la economista Deirdre McCloskey. El tendero ejercita la honestidad porque es buena para el negocio, pero incorpora ese valor en sus relaciones cotidianas; el padre de familia desarrolla la templanza y la moderación necesaria para ahorrar una parte de sus ingresos para la educación universitaria de sus hijos. Los miembros de la sociedad comercial que crece al amparo de las instituciones de mercado no solo ajustan su comportamiento a las reglas del juego, sino que normalizan el respeto y la persuasión en su vida diaria. Y, por lo tanto, han sido los países que han tomado estas instituciones los más conducentes a la prosperidad y a la virtud.

Países con instituciones débiles son vulnerables a la violencia, al despojo y a la coerción. También son países en los cuales surgen demagogos y populistas. México es un país con instituciones débiles, como lo constatan índices de libertad económica y otros indicadores. La defensa a los derechos de propiedad es laxa. En un contexto así, invertir requiere mayores primas de riesgo para alentar la entrada de capital. El sector privado se queda, entonces, sin oportunidades de enriquecimiento mutuamente benéfico.

El nearshoring puede elevar el bienestar del mexicano promedio. Pero para convertirse en una promesa de crecimiento tangible, es indispensable que haya un mayor esfuerzo tanto de la sociedad civil como del aparato legal para proteger las instituciones que gobiernos autoritarios tanto quieren aplastar.

Por Sergio Adrián Martínez

Economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Administrador de Tu Economista Personal, sitio de reflexiones de economía y mercados libres.

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