Censura, conformidad y poder: Lottieri desenmascara el rostro oculto de la opresión contemporánea.
El nuevo libro de Carlo Lottieri , La era del totalitarismo blando (Tramedoro Edizioni, 2025), es un valioso e implacable análisis de la modernidad, en la que el Estado ya no se presenta con la violencia del totalitarismo del siglo XX , sino con el rostro persuasivo del control generalizado y del conformismo forzado . Como se destaca claramente desde las primeras páginas: “Si el totalitarismo del siglo XX –en su brutalidad– era manifiesto y sin pretensiones, el totalitarismo debilitado de nuestro tiempo saca nueva fuerza precisamente de su capacidad de ocultarse”.
Este análisis, magistralmente realizado en las páginas del texto, destaca cómo el totalitarismo blando no se afirma con métodos brutales, sino a través del control sutil de las conciencias y del discurso público. De hecho, se denuncia la hipocresía de un poder que se hace pasar por democrático mientras, en realidad, reprime cualquier disenso mediante la corrección política y la vigilancia generalizada .
“Hoy en día el dominio es blando , pero por eso mismo es más eficaz y difícil de combatir”, afirma lúcidamente el autor. La censura ya no necesita porras ni campos de reeducación: bastan los algoritmos de las redes sociales, la difamación pública y la amenaza de exclusión de los circuitos de consenso mediático.
Entre los temas centrales del libro están la deriva de las democracias contemporáneas , la paradoja de un progresismo que se contradice continuamente y la tendencia a delegar toda decisión en tecnócratas. “El populismo es sólo el síntoma de una enfermedad más profunda: la percepción generalizada de que las élites han construido una realidad hostil a los ciudadanos comunes”, escribe Lottieri. Y es una afirmación que encuentra confirmación en una sociedad en la que cualquier intento de desviarse del pensamiento dominante es inmediatamente etiquetado como retrógrado, cuando no directamente peligroso.
La reflexión se amplía luego para abordar la cuestión de la neutralidad suiza , hoy amenazada por la ideología intervencionista, y el papel del dinero en el control social. Aquí el pensador libertario revela cierto optimismo en el surgimiento de herramientas como Bitcoin , que escapan a la manipulación de los bancos centrales y permiten márgenes de libertad económica. “Bitcoin representa la esperanza de un futuro con un orden monetario sólido, alejado del control de tal o cual sujeto”, afirma en particular, reiterando la necesidad de defender todo espacio de autonomía del poder excesivo de los Estados.
Otra fortaleza del trabajo es el examen pertinente y profundo de la hegemonía cultural progresista que ha conquistado universidades, medios e instituciones, imponiendo una agenda cada vez más rígida e ideológica. En este sentido, se destaca cómo la libertad de expresión está ahora limitada por un sistema en el que “toda voz disidente es descalificada y ridiculizada, en lugar de refutada sobre la base de sus méritos”. Y esto se observa claramente, por ejemplo, en las políticas climáticas y de salud , en las que el disenso científico es rápidamente tachado de “negacionismo” , impidiendo un debate verdaderamente libre y honesto.
Otro tema abordado por el estudioso es el de la dinámica del poder , para lo cual no se limita a una crítica abstracta, sino que ofrece una perspectiva histórica, destacando cómo la transformación del control político de brutal a persuasivo tiene raíces profundas, como surge, ad plurimis , de las reflexiones de Benjamin Constant sobre la diferencia entre una autoridad que se impone por la fuerza y otra que obtiene el consenso manipulando a las masas. “Un poder que exige mera obediencia sigue siendo arcaico y limitado en su alcance cuando se lo compara con uno que, en cambio, logra incluso obtener una adhesión proactiva”, se propone además en el volumen, con una aguda reflexión sobre las formas modernas de control social . Aparte de eso, el autor también profundiza en las raíces del fenómeno, analizando cómo el totalitarismo blando se ha instalado en la cultura occidental. La hegemonía del pensamiento progresista ha creado un mecanismo de autocensura que conduce a la exclusión de cualquier voz crítica.
“El poder moderno ya no necesita la represión violenta, porque ha convencido a sus súbditos de vigilarse entre sí”, una afirmación que nos hace reflexionar sobre la dinámica de las redes sociales y la corrección política.
Finalmente, un apartado especialmente interesante es el que compara el totalitarismo blando con el totalitarismo histórico, destacando cómo su fuerza radica precisamente en su capacidad de parecer benévolo. “Los regímenes del pasado eran temidos, los de hoy son amados: ese es el verdadero peligro.” Este aspecto es crucial para entender la evolución del poder y por qué muchas personas aceptan pasivamente limitaciones a su libertad.
En definitiva, La era del totalitarismo blando es un libro que obliga al lector a reflexionar sobre lo libre que sigue siendo la sociedad occidental hoy en día. Destruye las ilusiones sobre el estado benévolo y el poder ilustrado, recordándonos que la libertad siempre está en peligro cuando la verdad puede ser establecida por un algoritmo o un comité de expertos designados desde arriba. Un texto que toda persona, liberal o no, debería leer y haber leído, para no caer en la trampa de una dominación que se presenta como progreso pero que, en realidad, huele a vieja opresión disfrazada de modernidad.
(*) La era del totalitarismo blando de Carlo Lottieri , ediciones Tramedoro (2025), 130 páginas, 12 euros.
Agradecemos al autor su permiso para publicar su artículo, publicado originalmente en L’Opinione delle Libertà: https://opinione.it/politica/2025/03/04/sandro-scoppa-inganno-totalitarismo-soft-carlo-lottieri/
Sandro Scoppa: abogado, presidente de la Fundación Vincenzo Scoppa, director editorial de Liber@mente, presidente de la Confedilizia Catanzaro y Calabria.
Twitter: @sandroscoppa