El presidente López Obrador parece amar las contradicciones: por un lado, promete un sistema de salud como el de los países nórdicos, pero, por otro lado, las familias de niños con cáncer reclaman por el abandono del gobierno; por un lado, promete combatir la corrupción, pero, por otro lado, asigna contratos de manera discrecional sin un proceso transparente y competitivo; por un lado, habla de «prohibido prohibir», pero, por otro lado, busca prohibir el consumo de tabaco o los cigarrillos electrónicos.

Por un lado, habla de proveer suficiente alimento a la población mexicana; pero, por el otro, quiere prohibir la importación de maíz transgénico para consumo humano.

Así lo menciona el artículo sexto del decreto publicado el 13 de febrero[1]:

«Las autoridades en materia de bioseguridad, en el ámbito de su competencia, con el propósito de contribuir a la seguridad y a la soberanía alimentarias y como medida especial de protección al maíz nativo, la milpa, la riqueza biocultural, las comunidades campesinas, el patrimonio gastronómico y la salud humana, de conformidad con la normativa aplicable:

I.     Revocarán y se abstendrán de otorgar permisos de liberación al ambiente en México de semillas de maíz genéticamente modificado;

II.     Revocarán y se abstendrán de otorgar autorizaciones para el uso de grano de maíz genéticamente modificado para alimentación humana, y

III.    Promoverán, en coordinación con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, las reformas de los ordenamientos jurídicos aplicables, relacionadas con el objeto del presente decreto».

Ya hemos hablado en otra ocasión sobre los problemas con la idea de la autosuficiencia alimentaria[2]. El problema central de la idea es el problema de toda economía autárquica: la autarquía[3] es ineficiente porque desaprovechamos las ventajas de la especialización y las posibilidades de intercambio mutuamente benéficas con otros países. Tiene sentido producir aquello que podemos producir a un menor costo que otros e intercambiar el fruto de esa producción por lo que otros pueden producir a un menor costo que nosotros. Tiene sentido cooperar de este modo con otros países porque liberamos recursos que luego pueden servir otros fines. La autosuficiencia sólo es atractiva, por lo regular, para analfabetas económicos[4].

La prohibición del maíz transgénico obedece a una dinámica de economía política que el economista Bruce Yandle denominó bootleggers and baptists. Las políticas contra el consumo de alcohol durante gran parte del siglo XX en EE.UU. fueron defendidas por bautistas y otros cristianos junto a contrabandistas de licores. Este tipo de dinámicas son exitosas: el interés moral de un grupo (“baptists”) se une al interés pecuniario de otro grupo (“bootleggers”), con lo cual hay suficiente apoyo en favor de una restricción o prohibición o regulación o ley. Los cristianos apoyaban la prohibición en nombre de sus creencias y los contrabandistas se beneficiaban del mayor precio del alcohol con la prohibición.

Hoy esta dinámica persiste y toma una variedad de formas. Muchas regulaciones ambientales, por ejemplo, obedecen a ella, uniendo los intereses de ambientalistas y los intereses de empresarios u organizaciones que reciben beneficios económicos de ellas. Sucedió con la amplia prohibición al plástico, que beneficiaba simultáneamente a activistas y a los vendedores de bolsas de tela y cartón.

Una regulación es menos exitosa si beneficia a “bootleggers”, pero carece de “baptists”; es decir, si carece de una amplia base de apoyo que respalde la regulación por razones supuestamente morales.

En este orden de ideas, la popularidad de la prohibición contra el maíz transgénico para el consumo humano proviene tanto del apoyo de activistas ambientales (“baptists”) como de intereses que podrían beneficiarse de las nuevas restricciones (“bootleggers”): agricultores u otros productores de alimentos cuyos servicios experimentarán una mayor demanda.

Una dinámica de ese tipo sirve como explicación más plausible de la prohibición que la supuesta peligrosidad del maíz transgénico. Como lo apunta el Sol de México en una nota[5],

«Agustín López Munguia, investigador del Instituto de Biotecnología de la UNAM, comentó que el decreto es contradictorio y aseguró que el maíz transgénico ni el glifosato son dañinos y que no han provocado alguna crisis de salud en más de 30 años que se han utilizado en México.

Añadió que el maíz transgénico soporta altas temperaturas y el cambio climático, lo que deriva en que más personas puedan acceder al producto. Explicó que el maíz genéticamente modificado no requiere del uso de plaguicidas o pesticidas, los cuales contaminan a la atmósfera».

El decreto reconoce el impacto que la prohibición puede tener sobre el consumo animal y, por esta razón, señala lo siguiente:

«En tanto se logra la sustitución referida en el párrafo que antecede, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios podrá otorgar autorizaciones de maíz genéticamente modificado para alimentación animal y de uso industrial para alimentación humana, siendo responsabilidad de quien lo utilice en México que no tenga el destino previsto en la fracción III del artículo segundo de este ordenamiento [el destino al que se refiere es el consumo humano]».

La prohibición contra el maíz transgénico elevará los precios de productos elaborados con maíz: un insumo esencial en la dieta mexicana. El gobierno no tiene ninguna estrategia clara de sustitución al maíz transgénico. No hay una guía clara de cómo se tolerarían los costos de transición ni de cómo la prohibición beneficiaría al consumidor mexicano. Es de destacar el énfasis cursi en el decreto, en el que se dice que se busca apoyar «la riqueza biocultural, las comunidades campesinas, el patrimonio gastronómico y la salud humana».

¿Pero dónde quedó el bienestar individual y familiar?

Como se resaltó al inicio del texto, a Obrador le encantan las contradicciones: ¿de qué sirven sus supuestos programas contra la inflación y el encarecimiento de bienes y servicios si en nombre de grupos de interés castiga el bolsillo de los mexicanos?


[1] El decreto puede consultarse en la siguiente liga: https://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5679405&fecha=13/02/2023#gsc.tab=0

[2] Véase https://mexicolibertario.org/la-ilusion-del-autoconsumo-y-la-autosuficiencia-alimentaria/

[3] La autarquía es un sistema económico en el que no hay comercio y se produce únicamente para consumo doméstico.

[4] Algunos economistas estarían en desacuerdo. Para algunos economistas, un nivel adecuado de autosuficiencia puede servir como seguro contra alguna interrupción del comercio internacional de alimentos. Pero a estos economistas podría replicárseles que el gobierno no tiene una guía de incentivos adecuada para determinar un nivel de autosuficiencia óptimo.

[5] Cita recuperada de https://www.elsoldemexico.com.mx/finanzas/decreto-contra-el-maiz-transgenico-complicara-la-suficiencia-alimentaria-especialistas-9646870.html

Por Sergio Adrián Martínez

Economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Administrador de Tu Economista Personal, sitio de reflexiones de economía y mercados libres.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *