El capitalismo de libre mercado como el mejor aliado en la lucha por la libertad de las mujeres

La finalidad de este ensayo es ofrecer un muy breve bosquejo sobre los problemas ideológicos y prácticos de los feminismos totalitarios. De entre los feminismos totalitarios, en esta ocasión hablaremos principalmente del feminismo abolicionista y del feminismo radical. Estas corrientes totalitarias, son profundamente contrarias a la libertad individual y la autodeterminación de las mujeres; además de ser tremendamente conservadoras y de replicar constantemente los estereotipos de género. Y, por supuesto, están del todo en contra de una de las libertades más importantes y fundamentales para que una mujer pueda tener las condiciones materiales necesarias para su libre autodeterminación: La libertad económica. Desgraciadamente, estas corrientes anti liberales del feminismo, le han hecho muchísimo daño a las discusiones sobre el feminismo. Su esquizofrenia totalitaria y anti capitalista busca constantemente imponerle restricciones, bloqueos y controles a las mujeres en su identidad, su sexualidad, el uso de sus cuerpos e, incluso, en sus libertades económicas. Estas corrientes – que abiertamente se oponen a la generación de las condiciones materiales, sociales, culturales, políticas y económicas para la libertad y autodeterminación de las mujeres- buscan más bien imponer políticas intervencionistas, a través de las cuales puedan usar al estado como un super padre, como un gran patriarca, que le dicte a las mujeres que pueden y que no pueden hacer con sus cuerpos y en qué condiciones y contextos pueden o no disponer de su sexualidad, ya sea para comerciar o para relacionarse sexo afectivamente. Estos feminismos anti libertades individuales y anti autodeterminación, dicen querer acabar con el patriarcado. Sin embargo, su estrategia consiste en crear un Leviatán patriarcal, convertir al estado en un super patriarca que le dicte a las mujeres que hacer y que no hacer; como vivir sus relaciones sexo afectivas y comerciales y como no vivirlas. La gran ironía es que, en su afán por acabar con el patriarcado, han emprendido una lucha fanática por crear un estado patriarcal, que acabe regresando a las sociedades de hoy, basadas en democracias liberales, a las épocas de los estados mas totalitarios, conservadores y coercitivos. Sobre todo, estos feminismos de izquierda totalitaria, de inclinación trotskista y stalinista, acaban, como han acabado todos los regímenes marxistas, alineándose con las agendas mas conservadoras y prohibicionistas de la derecha. Como ya he señalado en muchas ocasiones, la izquierda marxista acaba siempre siendo tan conservadora como la derecha nacionalista teocrática. Y no es de extrañar, pues el mismo Marx se pronuncio en diferentes ocasiones en contra de los derechos individuales, el humanismo, la pluralidad, la democracia, el secularismo y de la diversidad sexual. El marxismo, como bien han señalado muchos filósofos, incluido el mismo Enrique Dussel, es una forma de cristianismo materialista; y de ahí su rechazo a la libre autodeterminación y la libertad individual. De ahí, su rechazo a la libertad económica, pues la libertad económica es una de las mayores expresiones de la libertad individual, de la libre asociación y de la autodeterminación, elementos todos contra los que se pronuncia abiertamente Marx en libros como “Sobre la cuestión judía”, “Critica al programa de Gotha”, “El capital” o “El 18 brumario”, entre otros.

Estos feminismos totalitarios, caminan en dirección contraria al feminismo original. Irónicamente, el feminismo llamado radical (por apelar a la raíz del feminismo), es la corriente mas contraria a los principios originales del feminismo, tanto como el marxismo lo es. Recordemos que el feminismo surgió como una extensión del liberalismo y la ilustración; continuación, todos, del humanismo. Por ende, un feminismo anti liberal o marxista, es un oxímoron, totalmente contradictorio e incongruente. Una traición a los principios originales del feminismo que pugnaban por que las mujeres pudiesen decidir libre y autónomamente sobre sus cuerpos, sus vidas, sus relaciones sexo afectivas y sobre lo económico. Estos “feminismos” anti feministas, se han convertido en meros censores morales, versión occidental de la policía moral musulmana, en donde grupos de mujeres, como representantes de la moral y del estado, vigilan que todas las mujeres cumplan y se sometan a los dogmas de la ley de la sharía. Esta versión occidental de la policía moral, disfrazada de feminismo, se dedica a dictarle a las mujeres como vivir, como coger, como comerciar, como amar, e incluso cuales son las formas “válidas” para ser mujer.

Con lo cual, estas corrientes totalitarias, acaban, para colmo de las ironías, convirtiéndose en las principales replicantes de los estereotipos, esencialismos, y determinismos de género. Frente a la distinción entre sexo como lo biológico y género como lo cultural -que se ha establecido después de décadas y décadas de estudios desde la antropología, la sociología y la filosofía- dichos movimientos niegan esta diferenciación, para poder apelar a los determinismos sexistas y a los esencialismos de género. Justificando el imponer y exigirles a las mujeres que se alineen a los estándares morales y sesgos ideológicos en los que están del todo enajenadas. Desgraciadamente el feminismo radical, contrario al esfuerzo de filosofas, antropólogas y sociólogas, ha dedicado sus esfuerzos a biologizar lo cultural. En su afán por colectivizar e imponer imperativos categóricos, ha caído en la negación de lo social y lo semiótico para imputarle una falsa base neurológica, una falsa esencia; convirtiendo al feminismo radical en nada mas que un mero hembrismo, una replicación invertida del machismo y de todos los estereotipos de genero de siempre. Es decir, el feminismo radical, es solo una expresión más del sexismo, tal como lo ha sido siempre el machismo. Con lo cual, todos esos discursos en los que se colectivizan a hombres y mujeres en base a su sexo biológico, segregando a la humanidad en dos colectivos trascendentalmente determinados, niegan por completo la realidad individual, contextual y de experiencia de vida de cada mujer y de cada hombre. Niegan las realidades individuales para poder reducir a todos a meros colectivos, desde los cuáles imponer sus categorías sexistas y sus determinismos de género. Impidiendo cualquier tipo de puentes entre intersubjetividades y cualquier posibilidad de dialéctica. Vaya, es la implementación esencialista y determinista de la lucha de clases a una lucha de géneros. Hay que recordar que el mismo Marx en el último capitulo del tercer tomo del capital, en la breve extensión de una página, reconoce que su modelo sociológico de clases es insuficiente e incapaz de explicar y abarcar la complejidad de los fenómenos sociológicos de las estructuras de una sociedad. cognición que muy a conveniencia olvidan todas estas corrientes totalitarias, convirtiendo a los determinismos de género y a la colectivización de los individuos en sus principales aliados en su feroz lucha contra la libre autodeterminación e individualidad de las mujeres.

El porno y la prostitución como bastiones de la libertad de las mujeres. El feminismo abolicionista lleva décadas luchando contra la libre autodeterminación de las mujeres, alegando que son demasiado idiotas como para ser capaces de decidir por si mismas lo que les conviene; demasiado idiotas como para poder saber lo que ellas mismas quieren o no hacer; y demasiado irracionales como para poder distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. Esto, podría parecer una exageración, pero desgraciadamente no lo es en lo más mínimo. Feministas como Andrea Dworkin o Catharine MacKinnon, entre muchas otras, llevan a cabo una lucha contra la autodeterminación e individualidad de las mujeres. Estas feministas totalitarias creen que solo ellas saben y entienden lo que es correcto para las demás mujeres. Se niegan una y otra vez a escuchar los testimonios de las mismas mujeres que se dedican a la pornografía y la prostitución, invalidándolas a priori y negándose a conocer sus propias experiencias, razones y motivaciones. Porque, claro, solo ellas saben lo que es correcto y deben imponérselo a todas las demás mujeres a través de la fuerza del estado. Como si las demás mujeres fuesen incapaces de comprender lo que es mejor para sí mismas. Este feminismo paternalista, que busca convertir al estado en el gran patriarca a través del cual se les dicte a las mujeres como vivir, como usar sus cuerpos y su sexualidad, es, irónicamente, profundamente patriarcal. En lugar de tratar a las mujeres como adultos, les infantiliza, como sucedía en la cultura del siglo pasado. El feminismo que infantiliza a las mujeres es enemigo de sus libertades. Tratar a las mujeres como niñas pequeñas incapaces de decidir por si mismas, es un insulto para el feminismo, que durante siglos a luchado por la libre autodeterminación de las mujeres. Nada más contrario a las raíces del feminismo que el pretender decidir por las mujeres lo que deben o no hacer con sus cuerpos y como deben o no vivir sus vidas y su sexualidad. El feminismo debe partir de reconocer a las mujeres como adultos plenos. Desgraciadamente, el feminismo totalitario se niega a reconocer a las mujeres como tales, y usa el poder coercitivo del estado para tratar de dictarle a las mujeres como vivir sus vidas.

 Feminismo porno capitalista. Frente a estas corrientes anti liberales, que sienten un rechazo profundo contra el placer, el disfrute, el hedonismo, el consumismo, la libertad económica y, en general, contra la libertad y la individualidad en todas sus expresiones, es necesaria una perspectiva que auténticamente defienda todas las libertades y todas las esferas de autodeterminación de las mujeres. Desde las libertades económicas y políticas hasta las libertades sexo-afectivas e identitarias.

Por ello es que en esta ocasión quiero proponer un feminismo porno capitalista, que se contra ponga al feminismo hegemónico anti liberal. Un feminismo que no sea paternalista, que no pretenda decirles a las mujeres como vivir o como usar sus cuerpos; que deje de dictarles lo que deben pensar o sentir, y como deben relacionarse sexo-afectivamente. Un feminismo que deconstruya los roles y estereotipos de géneros -como se pretendía desde el inicio- en lugar de convertirse en un replicante invertido de los mismos estereotipos y determinismos de género de toda la vida. Un feminismo que reconozca a las mujeres como sujetos plenamente adultos, en lugar de infantilizarles. Un feminismo que escuche los testimonios y experiencias de las mujeres, especialmente de aquellas que se dedican al porno, a la prostitución, y a cualquier tipo de trabajo sexual, en lugar de invalidarlas a priori para adoptar una postura de arrogancia, de líder iluminado que lo sabe todo y tiene una especie de acceso trascendental, especial a lo que las mujeres en realidad sienten y quieren, pero “no se dan cuenta”. Y, sobre todo, un feminismo que abrace al capitalismo de libre mercado como su mejor aliado, como el único contexto social en el que la mujer pude ser plenamente libre de dirigir su vida como ella quiera, sin tener que someterse a los criterios de terceros, ya sean hombres, otras mujeres o el estado. La realidad es que solamente en un contexto de capitalismo de libre mercado y de democracia liberal, los individuos son autónomos y libres para vivir sus vidas como quieran vivirlas, y para relacionarse y colaborar con otros individuos de las formas que crean mas positivas. Ya sea que se relacionen sexual, afectiva, cultural, intelectual, educativa o comercialmente. Solo así los individuos pueden realizarse personalmente y tener vidas dignas y de calidad. Pero, a la vez, solo así es que las sociedades pueden progresar, gracias a los libre y voluntaria colaboración entre los individuos. El capitalismo de libre mercado y la democracia liberal no solo no son modelos antisociales, sino que, al contrario, son los modelos mas sociales que pueden existir. Pues solo en este contexto es que los individuos, en lugar de someter a sus semejantes y obligarles a vivir conforme se quiere, es que se aprende a respetar a los demás, a coexistir con la diferencia, la alteridad y la individualidad de los demás. Creándose contextos de colaboración y cooperación mucho más altos, así como mucho mas eficientes y productivos en todas las áreas y aspectos de una sociedad. Es decir, contextos de tolerancia, alta sociabilidad y de mutua colaboración.

Solo en dichos contextos, las mujeres tienen las condiciones sociales reales para poder tener libre autodeterminación y vivir sus vidas como mejor les parezca. Cuando la mujer dependía económica y socialmente del hombre -padre, hermanos, esposo- la mujer no tenía libertad alguna. Sin embargo, en el paternalismo estatista que desean las feministas abolicionistas y radicales, la mujer sigue sin lograr la libre autodeterminación, pues ahora ya no depende económica y socialmente del hombre, sino del estado. Si se quiere superar realmente el paternalismo y el patriarcado, lo mas equivocado es transferirle al estado las funciones que antes tenían los hombres sobre las mujeres. Es querer acabar con el patriarcado clásico para crear un leviatán del patriarcado. Cada regulación y prohibición que las feministas totalitarias exigen que el estado les imponga a las mujeres, es un intento de sustituir al patriarcado clásico por un leviatán patriarcal, de cambiar el control del hombre sobre la mujer por el control del estado sobre la mujer. Pareciera que inconscientemente, de forma profundamente internalizada, estas feministas que dicen luchar contra el patriarcado, en realidad están pugnando por que el patriarcado no se termine. Pareciera que no pueden concebir que las mujeres se autodeterminen libremente; ni que sean plenamente capaces de decidir por si mismas lo que es mejor para ellas; o elegir las formas a través de las cuales conseguir lo que desean. Pareciera que no pueden dejar de ver a las mujeres como niñitas incapaces de pensar y decidir por si mismas. Y, por ello, buscan usar el poder coercitivo del estado para dirigir sus vidas y dictarles lo que deben pensar, sentir, querer y vivir.

En conclusión, un feminismo porno capitalista, no es más que el reconocimiento de la adultes de las mujeres; el reconocimiento pleno la capacidad de las mujeres para decidir por sí mismas lo que quieren y lo que no, con quien quieren coger y con quien no, en que quieren trabajar y en que no, a quien quieren amar y a quien no, como se identifican a sí mismas y en qué términos quieren o no relacionarse comercial, sexual, afectiva, intelectual, social y políticamente. Un feminismo porno capitalista es reconocer que solo en el capitalismo de libre mercado y en las democracias liberales, las mujeres pueden decidir plena y libremente como vivir y conducir sus vidas. Solo al concebir a las mujeres como adultas libres y capaces de decidir sobre si mismas, sus cuerpos y su sexo, es que entendemos la importancia de la libertad de ser actrices porno, prostituirse o de ganar miles de dólares en de Only Fans

Bibliografía

Basallo, Vrigitte. 2013, Porno Burka, editorial Ediciones cautivas

Despentes, Vriginie. 2019, Teoría King Kong, editorial Penguin

Dworkin, Andrea. 1981, Nuestra sangre, editorial Tarcherperigree

Easton, Dossie. 2013, Ética promiscua, editorial Melusina

Lust, Erika. 2008, Porno para mujeres, editorial Melusina

MacKinnon, Catharine. 1995, Hacia una teoría feminista del estado, editorial Catedra

McElroy, Wendy. 2023, El derecho de la mujer al porno, editorial Barbarroja

Miller, Amarna. 2021, Vírgenes, esposas, amantes y putas, editorial Ediciones Martínez Roca

Preciado, Beatriz. 2020, Pornotopía, editorial Anagrama

Taormino, Tristan. 2020, Porno feminista, editorial Melusina

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