No existe mayor oxímoron en la vida que la teoría marxista y el cantar de sus feligreses, así es como el marxismo se ha destruido asimismo con el sólo tránsito del tiempo. En la actualidad no existe ni una sola profecía cumplida de lo citado por el filicida de Karl Marx y ante ello, los defensores del materialismo dialectico trabajan en justificar sus ávidos gustos originados dentro del modo de producción capitalista y así consumir plácidamente de este capitalismo salvaje que tanto les explota.

​A su vez, el escenario teórico de Marx es el mayor objeto de burla de la modernidad, por ejemplo, para Marx el desarrollo general de la mente humana lo determina las condiciones materiales de vida, es decir que la conciencia humana es el reflejo del desarrollo de la materia: “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida quien determina la conciencia”, sentencia que no se cumple en nuestra actualidad, ya que nunca en la historia del género humano había existido tanto avance tecnológico y científico con una civilización que da mucho que desear en el fuero intimo de su cognición, es decir, si la apreciación marxista fuera correcta nuestra sociedad tan avanzada tuviera como resultado un sistema de razonamiento humano altamente floreciente y desarrollado, en cambio todo indica que a mayor avance del desarrollo de la materia, mayor es el retroceso de la conciencia humana. Los indicadores muestran que Hegel tenia mayor pronóstico.

​Otra gran pugna versa sobre el Comunista con IPhone y si es contradictorio que un afín a las ideas marxistas pueda poseerlo, muchos de ellos buscan justificar la adquisición de dicho móvil a partir del goce de la plusvalía y la propiedad personal, por ejemplo tenemos al Profesor de la facultad de Filosofía y letras de la UNAM, Almicar Paris Mandoki y por otro lado al Politólogo marxista Santiago Armesilla quienes argumentan el desarrollo de la “propiedad personal” y su diferencia a la propiedad privada que se acumula en el modo de producción capitalista, de manera que si tu propiedad es personal nadie puede hurtar ni disponer de esa “propiedad personal”, que en términos ciertos, Marx confunde la propiedad personal con la propiedad verdaderamente privada, y la propiedad privada de una empresa en alcance de plusvalía con la posesión precaria, que son acepciones básicas para entender la posesión y la propiedad del derecho civil.

Aquí la pregunta sería ¿Hasta qué punto de acumulación deja de ser propiedad personal y se transforma en propiedad privada? O bien, ¿y si para subsistir te resulta útil tu propiedad personal y la conviertes en tu modo de producción? Hoy día las personas generan riqueza incluso la clase “burguesa” a partir de su IPhone.


​Los argumentos dichos por parte de los pre-citados son estériles, pero no únicamente resultan inservibles, sino que además orbitan en un Alzheimer teórico, puesto que, adquirir un objeto telefónico de tal naturaleza choca frontalmente con el fetichismo de la mercancía en Marx, otra pregunta sería: ¿No es contradictorio apropiarte de un teléfono que mimetiza al ser y al objeto mientras vendes pedanterías del fetichismo de la mercancía que incentiva el modo de producción capitalista que desvanece en el aire todo lo solido?


Pero entonces: ¿Qué es el fetichismo de la mercancía? para entender esto es necesario recordarles a los teóricos del marxismo lo más básico del Capital, en primer lugar, la mercancía es un bien económico que se produce de forma independiente y se distribuye en el mercado, está mercancía es una de las formas sociales que pueden adoptar los bienes económicos y la riqueza material. Para Marx, darle fetiche a la propiedad es investirle de características que no posee en sí mismo y así entonces el fetichismo de la mercancía genera una superstición a la cosa que puede resumirse en la cosificación de las personas y la personificación de las cosas, pues para el fetichismo de la mercancía los individuos se categorizan económicamente, por ejemplo, un capitalista viene a ser una personificación del capital.

Tanto es su conflicto sobre esta explicación filosófica del rol que juega el productor con su producto, que parte de su critica es que la mercantilización de las personas resulte ser el único conducto para que las personas se vean obligadas a relacionarse únicamente a razón de ese objeto, concluyendo que, son las cosas las que determinan las relaciones sociales entre personas, en lugar de que las cosas sean el resultado de las relaciones sociales que establecen entre si las personas. Ello es que el fetichismo de la mercancía es mera ilusión en la materia y dentro de una economía mercantil, se vende al consumidor un trabajo alineado en fetichismos.

Entonces: ¿No es contradictorio que un comunista posea un IPhone, mientras su deidad Marx se dirige cruelmente al fetichismo como superstición en la mercancía? ¿Qué otro ejemplo, sino el propio uso del IPhone personifica más a la cosa y cosifica más a la persona?

La conclusión es que el IPhone es la mayor representación del fetichismo de la mercancía marxista, incluso en su evolución más radical, para que posteriormente un comunista venga a demostrar con desordenes teóricos el uso de este teléfono inteligente, que personifica en su mayor aproximación al ser humano, es decir, la agenda de una persona del siglo XXI, puede desarticularse tras la falta de ese aparato tecnológico mediante el cual puede además, trabajar, tomarse fotos, estar en comunicación, entre otros, subordinando así su cotidianidad a la mercancía, cosificando su vida en un teléfono que brinda un sinfín de sustento en el quehacer de los individuos.

No es novedad que los materialistas dialecticos se aparten de sus pasajes marxistas cuando ven que, algo tan capitalista les puede favorecer en su vida, incluso para que el mismo producto se vuelva su modo de supervivencia, y terminen cosificándose a su propiedad personal, o como diría Engels, que su producto gobierne a sus productores, y aquí agregaríamos a sus consumidores.

J. Pedro Duran Hernandez. Laruxo, abogado, músico, escritor. Activista libertario, radicado en el norte del país. 

Twitter: @laruxo


Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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