La IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo en Sevilla como escenario del fracaso.

Mientras escribo estas líneas, la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (FFD4), que se celebra del 30 de junio al 3 de julio de 2025 en Sevilla, sigue en curso. La ciudad se ha poblado de delegaciones oficiales, ONGs, representantes de organismos multilaterales y una multiplicidad de discursos, paneles y declaraciones conjuntas. Pero más allá del protocolo y los flashes fotográficos, surge una pregunta urgente: ¿qué sentido tiene apostar por un modelo multilateral que no produce resultados, que borra responsabilidades y que asfixia la libertad económica bajo la retórica del consenso impuesto?

Desde mi perspectiva libertaria —defensora de la soberanía nacional, los mercados libres y la cooperación voluntaria—, esta cumbre no representa una solución, sino el certificado de defunción de un sistema internacional agotado. Uno que se presenta como “inclusivo” mientras concentra poder en manos de burócratas y entidades sin legitimidad democrática, y que utiliza la retórica del desarrollo para justificar más impuestos, más deuda y más planificación centralizada. La FFD4 no marca un nuevo comienzo: confirma que el multilateralismo, tal como lo conocíamos, ha perdido el rumbo. Recordemos la Cumbre de Copenhague sobre el clima en 2009, que prometió salvar el planeta y terminó en un fracaso diplomático sin acuerdos vinculantes. Sevilla parece encaminada a repetir la historia.

UNA CUMBRE DISEÑADA PARA FRACASAR

La FFD4 fue convocada con una misión casi mítica: movilizar los recursos necesarios para cerrar una brecha estimada en 4,3 billones de dólares anuales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) antes de 2030. Un desafío que, desde el principio, partió de un diagnóstico equivocado. En lugar de preguntarse por qué los países no generan crecimiento, no atraen inversión o no crean empleo sostenible, la ONU decidió reunir a los mismos actores de siempre —el FMI, el Banco Mundial, la OCDE y bancos de desarrollo regional— para recetar más regulación, más gasto público y más planificación.

El documento central que ya circula, el llamado Compromiso de Sevilla, es la prueba del delito. Un compendio de buenas intenciones sin un solo mecanismo vinculante. Promete “transparencia” y “sostenibilidad fiscal” mientras oculta lo esencial: no hay una sola mención a reducir impuestos, eliminar barreras comerciales o proteger la propiedad privada. La palabra libertad ni siquiera existe en su vocabulario. En su lugar, el texto es un desfile de jerga intervencionista: “arquitectura financiera inclusiva”, “pactos fiscales internacionales” y “reformas redistributivas”.

Por ejemplo, el documento propone “fortalecer la cooperación fiscal internacional para combatir la evasión y elusión fiscal”, lo que en la práctica significa más control estatal sobre los recursos privadosFórmulas fracasadas presentadas como soluciones innovadoras. Una estafa intelectual. ¿Y la libertad económica? ¿Y la propiedad privada? Silencio absoluto.

Lo más preocupante es que este enfoque no es un error: es un diseño. La FFD4 no pretende abordar las raíces del subdesarrollo. Lo que busca es reforzar el mismo modelo que ha fracasado: un orden global que sobrevive gestionando la dependencia ajena.

LA TIRANÍA DEL CONSENSO: CUANDO NADIE PUEDE DECIDIR NADA

Una de las características más definitorias de esta cumbre es su obsesión con lograr acuerdos por consenso, incluso entre países con valores, sistemas políticos y grados de libertad radicalmente distintos. Democracias liberales, dictaduras, economías abiertas y economías dirigidas: todos obligados a suscribir el mismo texto. ¿Cómo puede esperarse un resultado coherente cuando los actores no comparten metas ni principios? Recordemos las rondas de negociación de la OMC, que han estado estancadas durante años debido a la necesidad de unanimidad, mientras el comercio global sufre.

Este consenso forzado no solo paraliza la acción, sino que la convierte en el objetivo mismo del sistema, convirtiendo a las naciones más libres en rehenes de las menos libres. Se exige que los países que han liberalizado su economía esperen a que el G77, el G20, el FMI o los defensores del intervencionismo acuerden un lenguaje común para avanzar. Mientras tanto, los problemas reales se agravan: deuda insostenible, salida de capital, fuga de talento.

Estados Unidos boicoteó la cumbre y su ausencia no debería interpretarse como soberbia, sino como sensatez. Ningún país serio debería suscribir compromisos sin garantías reales, impulsados por actores que no rinden cuentas y que no defienden los principios del libre mercado. Como escribió Rothbard“Los organismos internacionales concentran el poder en estructuras alejadas del ciudadano. Esa es su naturaleza, no un accidente” (Mises Institute).

FINANCIAR EL DESARROLLO CON MÁS INTERVENCIÓN: UNA CONTRADICCIÓN FATAL

El discurso oficial de la FFD4 es “movilizar recursos públicos y privados” para el desarrollo. Pero lo cierto es que apuesta por más impuestos, más deuda, mayor intervención bancaria pública, y por ende, más planificación supranacional. No nos engañemos: ese dinero no es abstracto. Sale del bolsillo de los contribuyentes de las naciones productivas para alimentar las burocracias que precisamente ahogan el crecimiento en las receptoras. Países como Grecia, que siguieron las recetas de austeridad del FMI, vieron su economía contraerse un 25 % entre 2008 y 2016, sin lograr un desarrollo sostenible (Banco Mundial).

Desde un enfoque libertario, esa es la receta equivocada. Concentrar poder financiero en instituciones no elegidas ni responsables, que pueden condicionar préstamos a reformas ideológicas, es tan grave como cualquier extremo de intervención. El resultado: dependencia, burocratización y control indirecto sobre las políticas nacionales.

El propio sitio del Pacto Mundial reconoce que el 60 % de la inversión privada en ODS se concentra en solo diez países, lo que demuestra que el enfoque centralizado favorece la concentración de recursos en élites, no su distribución equitativa.

Se ignora deliberadamente la lección fundamental que enseñó Hayek“el orden espontáneo surgido de la cooperación voluntaria produce resultados más eficientes y adaptativos que cualquier esquema impuesto desde arriba” (Camino de Servidumbre, 1944). Países como Singapur, Corea del Sur o Chile prosperan gracias a acuerdos bilaterales y apertura comercial, no por depender de resoluciones multilaterales.

LA OPORTUNIDAD DE ABANDONAR EL FETICHISMO MULTILATERAL

Aunque la FFD4 sea un fracaso político, también representa una oportunidad histórica. Es el momento de cuestionar el multilateralismo simbólico y abrazar un modelo libertario: menos gasto público, menos instituciones, más acuerdos concretos y más libertad individual.

Milton Friedman lo dijo claramente: “La cooperación internacional genuina surge de intereses compartidos y elección libre, no de imposiciones burocráticas” (Capitalism and Freedom, 1962).

El ejemplo del CPTPP lo demuestra: eliminó 98 % de aranceles sin crear una burocracia supranacional, y hoy Vietnam prospera exportando calzado a Canadá, mientras Nueva Zelanda conquista nuevos mercados lácteos. En contraste, Sevilla sigue discutiendo cómo reescribir la jerga diplomática.

EN CONCLUSIÓN: SEVILLA ES EL FIN DE UN CICLO

Desde mi mirada libertaria, la FFD4 no será recordada como un hito del desarrollo global, sino como la confirmación de que el multilateralismo ha colapsado. Y eso, lejos de ser una derrota, puede ser una victoria.

Esta cumbre encarna todo lo que está mal en el sistema internacional actual: burocracia sin resultados, endeudamiento excesivo, consenso impuesto y tragedia reguladora. No necesitamos reinventar la ONU, ni crear nuevas entidades internacionales. Necesitamos rescatar lo fundamental: la libertad económica.

Los países que quieran prosperar deben ejecutar un divorcio inmediato de este modelo fallido. La receta es clara y es la opuesta a la de Sevilla: ignorar a la ONU y fortalecer el mercado; abandonar las cumbres y firmar acuerdos bilaterales; dejar de suplicar préstamos y empezar a recortar impuestos y regulaciones de forma radical. Solo así habrá un desarrollo real, impulsado por individuos libres, no por cumbres vacías. Miremos a Hong Kong, que antes de la intervención china, se convirtió en un gigante económico gracias a su alta libertad económica y mínima intervención estatal.

Publicado originalmente en el Substack de Carlos: https://caloespinoza.substack.com/p/la-onu-y-el-multilateralismo-fallido?r=im3nm&utm_medium=ios&triedRedirect=true

Carlos Alberto Espinoza.- médico venezolano, en el exilio. Director de contenido de Libertarian Forum. Más contenido en su Substack: https://caloespinoza.substack.com/

X: @caloespinoza

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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