En un reciente mitin en el Zócalo de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, actual presidente de México, declaró que su gobierno buscará «fortalecer la industria nacional para disminuir la dependencia de productos extranjeros». Esta afirmación evoca un debate histórico sobre el modelo de sustitución de importaciones (MSI), una estrategia económica que fue ampliamente adoptada en América Latina y otras regiones del mundo durante el siglo XX. Sin embargo, a pesar de sus objetivos que prometían el paraíso nacionalista, el MSI fue abandonado por la mayoría de los países que lo implementaron debido a sus resultados mixtos y, en muchos casos, desastrosos. Este artículo explora por qué el modelo de sustitución de importaciones fracasó, centrándose en el caso de México, y analiza cómo su legado influye en las discusiones actuales sobre política industrial.
¿Qué es el Modelo de Sustitución de Importaciones?
El Modelo de Sustitución de Importaciones (MSI) fue una estrategia económica adoptada por varios países en desarrollo, principalmente en América Latina, Asia y África, durante el siglo XX. Su objetivo principal era reducir la dependencia de las importaciones de bienes manufacturados fomentando la producción local de esos mismos bienes. Para lograrlo, los gobiernos implementaron políticas proteccionistas, como aranceles altos, cuotas de importación, subsidios a la industria nacional y controles cambiarios. La idea era que, al proteger a las industrias locales de la competencia extranjera, estas podrían desarrollarse, generar empleos y, eventualmente, volverse competitivas a nivel internacional.
El MSI surgió como una respuesta a las crisis económicas globales, como la Gran Depresión de los años 1930 y la Segunda Guerra Mundial, que interrumpieron los flujos comerciales internacionales. Además, se basó en las teorías de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo de las Naciones Unidas que jugó un papel clave en la promoción de este modelo en la región, y que hoy en día promueve un mayor gasto estatal para los países de la región.
Principales teóricos del Modelo de Sustitución de Importaciones
Raúl Prebisch (1901-1986)
Economista argentino y uno de los principales impulsores del MSI, Prebisch es considerado el padre de la teoría estructuralista del desarrollo. Como secretario ejecutivo de la CEPAL, argumentó que los países en desarrollo (periferia) estaban en desventaja en el comercio internacional frente a los países desarrollados (centro). Según Prebisch, los términos de intercambio tendían a deteriorarse para los países periféricos, ya que exportaban materias primas baratas e importaban manufacturas caras. Para romper este ciclo, propuso la industrialización mediante la sustitución de importaciones.
Celso Furtado (1920-2004)
Economista brasileño y discípulo de Prebisch, Furtado fue otro teórico clave del MSI. En su obra «Formación económica de Brasil», analizó cómo la dependencia de las exportaciones de productos primarios había limitado el desarrollo económico de su país. Furtado defendió la industrialización como un medio para superar el subdesarrollo y reducir la vulnerabilidad externa.
Hans Singer (1910-2006)
Economista alemán-británico, Singer es conocido por su trabajo conjunto con Raúl Prebisch en la formulación de la tesis Prebisch-Singer, que sostiene que los precios de los productos primarios tienden a disminuir en relación con los productos manufacturados a largo plazo. Esta teoría justificó la necesidad de que los países en desarrollo diversificaran sus economías mediante la industrialización.
Albert O. Hirschman (1915-2012)
Economista germano-estadounidense, Hirschman contribuyó al debate sobre el desarrollo económico con su concepto de «encadenamientos productivos». Argumentó que la industrialización podía generar efectos multiplicadores en la economía, creando vínculos entre sectores y fomentando el desarrollo tecnológico. Aunque no fue un defensor dogmático del MSI, sus ideas influyeron en las políticas de industrialización de varios países.
Juan Noyola Vázquez (1922-1962)
Economista mexicano y miembro de la CEPAL, Noyola fue un crítico del enfoque ortodoxo en economía y defendió la intervención estatal para impulsar el desarrollo industrial. Sus ideas influyeron en la política económica de México durante las décadas de 1950 y 1960.
Escuela Austriaca de Economía sobre el MSI
La Escuela Austriaca de Economía, conocida por su énfasis en el libre mercado, el individualismo metodológico y la crítica al intervencionismo estatal, tuvo una postura crítica hacia el Modelo de Sustitución de Importaciones (MSI). Los economistas de esta escuela argumentaron que el MSI, al basarse en políticas proteccionistas y en la intervención del Estado en la economía, distorsionaba los mecanismos naturales del mercado, generaba ineficiencias y obstaculizaba el desarrollo económico a largo plazo. A continuación, se explican las principales críticas de la Escuela Austriaca al MSI:
Distorsión de los precios y señales del mercado
Los economistas austriacos, como Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, enfatizaron la importancia de los precios como señales que transmiten información sobre la escasez, la demanda y la oferta en una economía. Según ellos, el MSI distorsionaba estos precios al imponer aranceles, subsidios y controles, lo que llevaba a una asignación ineficiente de los recursos. Por ejemplo, las barreras arancelarias encarecían artificialmente las importaciones, lo que incentivaba la producción local de bienes que podrían no ser competitivos en un mercado abierto.
Falta de competencia e incentivos para innovar
La Escuela Austriaca sostiene que la competencia es esencial para impulsar la innovación, mejorar la calidad de los productos y reducir los costos. El MSI, al proteger a las industrias locales de la competencia internacional, eliminaba estos incentivos. Según Murray Rothbard, otro destacado economista austriaco, las empresas protegidas por el Estado tendían a volverse ineficientes y burocráticas, ya que no enfrentaban la presión de competir en un mercado abierto.
Los austriacos son críticos de la planificación central y la intervención estatal en la economía. Ludwig von Mises, en su obra «Socialismo» (1922), argumentó que la planificación económica, incluso en contextos como el MSI, carece de la información necesaria para tomar decisiones eficientes. Según Mises, solo el sistema de precios en un mercado libre puede coordinar de manera efectiva las decisiones de millones de individuos. El MSI, al depender de la intervención del Estado, caía en los mismos errores que cualquier forma de planificación central.
Dicha escuela también criticó el MSI por fomentar la creación de monopolios y oligopolios protegidos por el Estado. Friedrich Hayek argumentó que el proteccionismo beneficiaba a grupos de interés específicos (como las élites industriales) a expensas de los consumidores y de las pequeñas empresas. Esto generaba una economía menos dinámica y más desigual.
Los austriacos señalaron que el MSI llevaba a un despilfarro de recursos, ya que las industrias protegidas no tenían incentivos para ser eficientes. Israel Kirzner, otro economista austriaco, destacó la importancia del proceso de descubrimiento empresarial en un mercado libre, donde los empresarios identifican oportunidades y asignan recursos de manera eficiente. En contraste, el MSI limitaba este proceso al restringir la competencia y la libertad económica.
También advirtió sobre las consecuencias no deseadas del MSI, como el aumento de la burocracia, la corrupción y la dependencia de subsidios estatales. Según los austriacos, estas distorsiones generaban un círculo vicioso de ineficiencia y estancamiento económico.
El modelo de sustitución de importaciones: una promesa incumplida
El MSI surgió como una respuesta a la crisis económica global de la década de 1930 y se consolidó después de la Segunda Guerra Mundial. Su premisa era simple: los países debían reducir su dependencia de las importaciones fomentando la producción local de bienes que antes se compraban en el extranjero. Para lograrlo, los gobiernos implementaron políticas proteccionistas, como aranceles altos, cuotas de importación y subsidios a la industria nacional. En teoría, esto permitiría a las economías en desarrollo alcanzar la autosuficiencia y generar empleos.
En México, el MSI se adoptó con entusiasmo durante las décadas de 1940 a 1970, en un periodo conocido como el «milagro mexicano». El gobierno invirtió en infraestructura, creó empresas estatales y protegió a la industria local de la competencia extranjera. Sin embargo, con el tiempo, los resultados comenzaron a mostrar serias deficiencias.
Pobreza y desigualdad: el costo social del proteccionismo
Uno de los mayores fracasos del MSI fue su incapacidad para reducir la pobreza y la desigualdad. Aunque la industrialización generó empleos en las ciudades, el campo mexicano quedó rezagado. La concentración de recursos en la industria urbana exacerbó las disparidades regionales y sociales. Para la década de 1980, México enfrentaba una crisis económica severa, con altos niveles de pobreza y una deuda externa insostenible. Según datos del Banco Mundial, en 1984, más del 60% de la población mexicana vivía en condiciones de pobreza, un claro indicador de que el modelo no había cumplido con sus promesas de bienestar social.
Además, el proteccionismo generó una economía cerrada y poco competitiva. Las empresas mexicanas, al no enfrentar competencia internacional, carecían de incentivos para innovar o mejorar la calidad de sus productos. Esto resultó en bienes caros y de baja calidad, que limitaban las opciones de los consumidores y perpetuaban la ineficiencia.
Para la década de 1980, el modelo de sustitución de importaciones estaba en crisis. La industria mexicana, acostumbrada a operar en un entorno protegido, no pudo competir en los mercados globales cuando el país se vio obligado a abrir su economía. La crisis de la deuda de 1982 marcó el fin del MSI en México, llevando al gobierno a adoptar políticas de liberalización económica y a firmar acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994.
El abandono del MSI no fue exclusivo de México. Países como Argentina, Brasil e India también enfrentaron problemas similares y optaron por reformas económicas orientadas al mercado. En todos estos casos, el proteccionismo había creado industrias ineficientes, dependientes de subsidios estatales y alejadas de las demandas del mercado global.
Sexenio de Gustavo Diaz Ordaz
Me parece importante hacer un paréntesis en este sexenio específico de la historia de México, pues durante todos los años del modelo de sustitución de importaciones los de Gustavo Díaz Ordaz fueron los que más incentivaron la recepción de inversión extranjera y facilitaron mucho las actividades empresariales, con exenciones que incluso el día de hoy serían vistas como estrategias liberales.
Todo lo siguiente se puede encontrar en el decreto presidencial emitido el 30 de diciembre de 1968 sobre la ley de impuestos.
- Hay una reducción paulatina del impuesto sobre el uso de automóviles en el primer año se cobrarán 6,000 por el auto más barato (tasa que se usaba antes de Díaz Ordaz) hasta que después de 7 años solo cobrarán 300 pesos, la reducción también se da en automóviles más caros, pero con una menor reducción en porcentaje.
- Reducción de impuestos sobre la importación de petróleo, Diesel y cobre.
- Exención de impuestos a importaciones por un valor de hasta 5,000 pesos.
- El poder ejecutivo tiene poder de aplazar créditos fiscales, condonar o exentar impuestos (esto se usó en varias ocasiones durante su sexenio)
- Los dividendos de diferentes empresas, pero de un mismo accionista o socio, no son acumulables para el pago de ISR, cada ingreso se considera por separado.
- Si los dividendos se recibían a través de un fideicomiso o un mandatario, entonces no pagaban ISR.
- Las instituciones de crédito, las de seguros y las sociedades de inversión estaban exentas de ISR.
- El ISR era progresivo para personas morales (actualmente es una tasa fija del 30%, con algunas excepciones de algunos regímenes) por lo tanto empresas con utilidades de menos de 3,500 pagaban un 5% de impuestos y la tasa más alta era de 42% para las empresas que generarán más de 510,000 pesos en utilidades.
- Reducción del ISR del 25% al 50% si era una de las industrias de interés nacional o a la creación de libros.
- La industria de la construcción solo pagará un ISR del 2%
Como podemos ver, hay una clara intención de disminuir los impuestos para promover inversión en México, de la misma forma muchas empresas nacionales no tenían tantos problemas en operar con normalidad, con tantas exenciones y reducciones fiscales nunca antes vistas en el país, comienza una época de apertura comercial que beneficia a todos en el país.
Debo agregar que el modelo de Sustitución de Importaciones seguía vigente en el país, es un modelo que no se abandonaría hasta 10 años más tarde, sin embargo, hay un claro primer paso para atraer inversión, empresas, industrialización y mayor acción del mercado sobre México.
Hubo una reducción arancelaria que el mismo Diaz Ordaz reconoce en su tercer informe de gobierno del 12.6% muy poco a comparación del promedio de 30% que solía haber durante todo el tiempo que se implementó el MSI, aunque lo menciona como una queja, en realidad no varió demasiado durante su sexenio.
Por otra parte encontraremos un aumento de su dependencia con el mercado internacional, pues las importaciones cuando él entró rondaban los 19,000 millones de pesos, al salir subieron a los 30,000 millones de pesos, más que las exportaciones que pasaron de 14,000 millones de pesos a 17,000 millones de pesos, se puede notar que no había intención de reducir las importaciones como el propio modelo pregonaba, al contrario sus acciones lo hicieron depender mucho más de los mercados internacionales.
¿Por qué el largo paréntesis acerca de Diaz Ordaz? Porque ese fue un sexenio con un crecimiento importante, hubo una pequeña liberalización de la economía que ayudó mucho al crecimiento del país, y al analizar las cifras de las pobreza, encontraremos que hubo una disminución importante, pues en el artículo “Pobreza y desigualdad en México 1950 – 2004” veremos que durante toda la década de los años 50’s México estaba estancado en cifras altísimas de pobreza, con las características de 61.8% de pobreza alimentaria, 73% en pobreza de capacidades y un 88.4% en pobreza de patrimonio, era un país sumergido en la miseria mientras el Modelo de Sustitución de Importaciones se aplicó al pie de la letra, protegiendo de lleno la industria nacional con respecto al exterior, es hasta el fin del mandato de Díaz Ordaz que notaremos una mejora en estas cifras, 25% en pobreza alimentaria 44% en pobreza de capacidades y 70% en pobreza de patrimonio, es claro que hubo una mejora significativa con respecto a los años anteriores, pero importantísimo destacar que es por una liberalización del mercado, y no por el modelo que se efectuó en esos años, de hecho, después de Diaz Ordaz no hubo otro sexenio (hasta llegada la época llamada Neoliberal) que tuviera un crecimiento y disminución de pobreza significativa, de hecho en los años 80’s el modelo estaba acabado, con un México en una deuda arriba del 52% del PIB con una hiperinflación en camino, y sin mejoras en la pobreza que quedó prácticamente estancado, lo peor de todo es que a pesar de que el modelo prometía que se crearían industrias competitivas, México no fue capaz de crear ninguna en las que se puso cantidades grandes de inversión.
Experiencia Sur Coreana
Durante las décadas de 1960 y 1970, Corea del Sur implementó un modelo proteccionista con el objetivo de salvaguardar y fomentar el desarrollo de sus industrias emergentes. En ese período, el Estado adoptó medidas como altos aranceles, restricciones a las importaciones y la nacionalización del sistema financiero para proteger a los productores nacionales, en particular para impulsar a los chaebols –grandes conglomerados familiares que, gracias a incentivos estatales y subsidios, se benefició a unas pocas empresas con el fin de hacer industrias selectivas más competitivas a costa del esfuerzo de los demás sectores, Corea del Sur seguía siendo de los países más pobres del mundo. De hecho, en 1971 la economía surcoreana mostraba un PIB per cápita de apenas 883 dólares, cifra que en menos de una década creció significativamente a medida que se fortalecía el sector industrial y se expandían las exportaciones.
El mantenimiento prolongado del MSI comenzó a generar distorsiones. Las barreras comerciales elevadas, junto con la falta de competencia interna, limitaron la eficiencia de los mercados y propiciaron la ineficiencia en la asignación de recursos. Además, el proteccionismo excesivo impedía la entrada de inversión extranjera directa, lo que habría permitido no solo acelerar la transferencia de tecnología sino también mejorar la competitividad internacional de las empresas surcoreanas. Parecía que había cierta estabilidad económica, sin embargo, no mucha gente cuenta que esto fue gracias a la multimillonaria donación que hizo Estados Unidos, a través de los impuestos de su gente, al asiático de 3,300 millones de dólares, teniendo en cuenta que para la reconstrucción de todo Europa se prestaron 13,000 millones de dólares, es una cifra bastante grande para un solo país que no necesitó regresar el dinero.
A finales de los años 70 se hizo evidente que las industrias, ya no requerían la protección estatal de forma indefinida. La apertura gradual de la economía, promovida por el propio Estado, se orientó hacia la integración en el comercio global mediante la reducción de aranceles y la adopción de políticas que incentivaran la exportación. Este cambio fue impulsado, además, por presiones externas: la crisis del petróleo de 1973 evidenció las vulnerabilidades de depender de insumos importados a precios volátiles y motivó a repensar la estrategia económica. Los organismos internacionales, como el GATT –y posteriormente la OMC–, abogaban por la liberalización del comercio, argumentando que un entorno competitivo y abierto fomenta la innovación, reduce costos y beneficia al consumidor final, argumentos centrales de la teoría liberal (
Desde el punto de vista liberal, la transformación de Corea del Sur se interpreta como el
Además, la apertura de la economía surcoreana posibilitó que sus empresas se enfrentaran a la competencia global, obligándolas a innovar y a ser más eficientes. Los datos económicos muestran cómo, en el periodo siguiente a la liberalización, el crecimiento del valor agregado en el sector industrial y el incremento de las exportaciones se aceleraron notablemente. Así, las reformas que permitieron la integración con la economía global se consideran, desde una perspectiva liberal, la clave para transformar a Corea del Sur en una de las economías más competitivas e innovadoras del mundo, al tiempo que se reduce la dependencia de medidas proteccionistas que en exceso generan ineficiencias y rentas capturadas.
Alrededor de toda la década de los años 60’s se vieron diferentes abandonos del proteccionismo Sur Coreano, entre ellos una reducción de los aranceles (el 80% de los productos se comerciaban a precios del mercado internacional), reducción de impuestos a muchas empresas, dejar de pisar precios y dejar el valor de la moneda cada vez más libre, significó una evolución sin precedentes de Corea, lo que señala el abandono del MSI por su ineficiencia.
Resultados del MSI en la India
Tras la independencia en 1947, la India adoptó un modelo proteccionista con el objetivo de construir una base industrial propia y disminuir la dependencia de bienes manufacturados importados. Para ello, se implementaron medidas tales como:
Altos aranceles y barreras no arancelarias: Se establecieron elevados impuestos a las importaciones de bienes extranjeros, lo que encarecía dichos productos y favorecía el consumo de productos nacionales.
Sistema de licencias (License Raj): Este complejo entramado burocrático, administrado por organismos como la Comisión de Planificación (establecida en 1950), regulaba la apertura y operación de empresas en sectores estratégicos. Este sistema, que llegó a ser conocido popularmente como «Raj de licencia», buscaba coordinar la inversión en un marco centralizado y planificado.
Planes quinquenales: Inspirados en modelos de planificación central, la India lanzó su primer plan quinquenal en 1951 para impulsar sectores como la agricultura e infraestructura, y posteriormente se elaboraron planes más ambiciosos que pretendían estimular la industria pesada y de bienes de capital, fundamentales para luego generar bienes de consumo a largo plazo.
El modelo permitió ciertos avances en las primeras décadas posteriores a la independencia:
Se invirtió en la creación de centrales eléctricas, plantas siderúrgicas, refinerías y sistemas de transporte (como ferrocarriles y carreteras), lo cual tuvo un pequeño avance para una población que era esencialmente rural y textil. Estas inversiones ayudaron a modernizar algunos sectores y a crear empleos, pero el crecimiento fue muy bajo a comparación de los años posteriores a adoptar fórmulas de libre mercado.
La política proteccionista permitió a los empresarios locales desarrollar industrias en sectores estratégicos sin enfrentar inicialmente la dura competencia internacional. Esto favoreció, por ejemplo, la creación de grandes empresas estatales y conglomerados en áreas como la siderurgia, a pesar de que posteriormente estas estructuras se volvieron lentas para innovar.
Incremento en la autosuficiencia:
Al fomentar la producción interna, el país buscaba reducir la fuga de divisas y mejorar la balanza de pagos, aunque en un principio esta estrategia resultó en una cierta estabilidad y consolidación de la industria nacional.
A medida que pasaron los años, se hicieron evidentes diversas limitaciones del modelo:
A pesar de las inversiones, la economía india creció a tasas moderadas (alrededor del 3–4% anual durante las décadas iniciales), insuficientes para mejorar sustancialmente el ingreso per cápita. Esta lentitud se conoció incluso como la «tasa de crecimiento hindu«.
El sistema de licencias implicaba trámites complejos y prolongados, lo que no sólo generaba ineficiencias administrativas sino que también incentivaba prácticas corruptas. La rigidez del aparato estatal dificultaba la adaptación de las empresas a las dinámicas del mercado global.
La alta protección y el cerrado entorno económico limitaron la transferencia de tecnología y el aprendizaje a través de la competencia internacional. Esto provocó que muchas industrias no se modernizaran adecuadamente, volviéndose menos competitivas a medida que el resto del mundo avanzaba tecnológicamente.
La planificación centralizada, si bien tenía el objetivo de dirigir la inversión hacia sectores clave, a menudo no lograba ajustarse a las necesidades reales del mercado, generando sobreinversiones en áreas poco rentables y subinversiones en sectores de alto potencial a nivel global.
Durante la década de 1990, la India se vio obligada a replantear su estrategia económica por una serie de razones internas y externas:
Las ineficiencias del modelo proteccionista provocaron desequilibrios en la balanza de pagos. La presión de organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, junto con crisis de divisas, impulsaron la necesidad de reformas para atraer inversión extranjera y estabilizar la economía.
La falta de competencia y la escasa innovación hicieron que muchas industrias nacionales se volvieran obsoletas. Para integrarse al comercio global, fue imprescindible abrir la economía y permitir la entrada de nuevas tecnologías y prácticas de gestión modernas, lo que motivó la eliminación de barreras comerciales y la desregulación en varios sectores.
Ante una severa crisis económica, el gobierno implementó un paquete de reformas que incluyó la reducción de aranceles, la eliminación del sistema de licencias, la apertura a la inversión extranjera y la liberalización de la economía en general. Estas medidas transformaron el paisaje económico, permitiendo un crecimiento acelerado en el sector de servicios –especialmente en TI– y una integración más efectiva en la economía global.
La persistente pobreza, la baja tasa de crecimiento del ingreso per cápita y la ineficiencia del modelo en generar empleos decentes llevaron a una presión social y política que impulsó la búsqueda de un modelo más dinámico y orientado al mercado.
No dejo pasar la oportunidad para hablar de Gurgaon, oficialmente renombrada recientemente como Gurugram, es un ejemplo singular de desarrollo urbano y privado en la India contemporánea. Originalmente una pequeña localidad agrícola en el estado de Haryana, su transformación comenzó en la década de 1970 y se aceleró en los años 90, impulsada por la liberalización económica del país.
Históricamente, Gurgaon era un área rural de cultivo. Su proximidad a la capital nacional, Nueva Delhi, la convirtió en un destino atractivo para el desarrollo urbano. Durante las décadas de 1970 y 1980, su ubicación estratégica comenzó a captar el interés de inversionistas, sobre todo cuando la región experimentó mejoras en infraestructura y conectividad.
Con la apertura económica de la India en los años 90, Gurgaon se transformó rápidamente en un centro de negocios. Se impulsó el desarrollo de parques empresariales, centros comerciales y zonas residenciales de alto nivel, financiados y gestionados en gran medida por el sector privado. Esta ola de inversión privada le dio a Gurgaon la reputación de “ciudad privada”, donde los desarrolladores y corporaciones han tenido un rol preponderante en la planificación y ejecución del crecimiento urbano.
Gurgaon se convirtió en el hogar de numerosas empresas multinacionales, en gran parte debido a la instalación de parques tecnológicos y de oficinas modernas. Este fenómeno impulsó una demanda creciente de servicios, vivienda de calidad y centros de recreación, transformándola en uno de los principales hubs corporativos del norte de la India.
La ciudad experimentó un auge en el sector inmobiliario con proyectos de gran envergadura, tanto residenciales como comerciales. Esta expansión se ha realizado en un marco de planificación dominada por el sector privado, lo que ha llevado a la proliferación de desarrollos modernos y exclusivos, aunque también a desafíos en términos de infraestructura básica, transporte y servicios públicos.
Resultados del MSI en Argentina
Argentina abandonó el modelo de sustitución de importaciones debido a sus crecientes limitaciones económicas, estructurales y políticas. Si bien este modelo, implementado a partir de la década de 1930, buscaba reducir la dependencia del país respecto a los productos importados mediante la protección de la industria nacional, con el tiempo mostró signos de agotamiento. La falta de competitividad de muchas industrias protegidas llevó a un estancamiento del crecimiento industrial, ya que estas empresas, al no enfrentar competencia externa, no lograron desarrollar suficiente innovación ni eficiencia productiva.
Además, el mantenimiento del modelo ISI exigía una constante intervención del Estado a través de subsidios y créditos, lo que generó un creciente déficit fiscal y llevó al país a un alto nivel de endeudamiento. A esto se sumó un problema estructural en la balanza de pagos: la industria argentina dependía de la importación de insumos y tecnología que requerían dólares, pero el país no lograba generar suficientes exportaciones industriales competitivas. Como resultado, Argentina entró en crisis recurrentes por la escasez de divisas, agravadas por la volatilidad de los precios de sus productos agropecuarios, que seguían siendo la principal fuente de ingresos externos.
Durante las décadas de 1970 y 1980, el Fondo Monetario Internacional y otros organismos internacionales comenzaron a presionar para que Argentina implementara reformas económicas orientadas a la apertura comercial y la reducción del rol del Estado en la economía. Esta tendencia se consolidó en los años 90 con el gobierno de Carlos Menem, que impulsó una fuerte liberalización comercial, eliminando aranceles y subsidios industriales, privatizando empresas estatales y promoviendo la inversión extranjera. Aunque estas políticas generaron crecimiento en algunos sectores, también provocaron la desaparición de muchas industrias locales que no pudieron competir con los productos importados.
En definitiva, Argentina abandonó el modelo de sustitución de importaciones porque se volvió insostenible en el largo plazo. La combinación de una industria poco competitiva, el déficit fiscal, la crisis de balanza de pagos y las presiones externas llevó al país a optar por un modelo de mayor apertura económica, marcando el fin de una etapa de fuerte proteccionismo industrial.
Control de Precios
Aunque el Modelo de Sustitución de importaciones no propone directamente un control de precios, podemos ver que el supraestatismo que permitía este modelo, llevaba, directa o indirectamente a un control de precios, y esta medida, vista por la experiencia, todo el tiempo que se quiso utilizar fue un rotundo fracaso.
Esto podemos encontrarlo dentro de la visión del gobierno federal, pues en diferentes ocasiones se buscó controlar precios de gasolina, de gas, de productos de la canasta básica, entre otros.
Para el siguiente texto, me basé en el libro “4,000 años de controles de precios y salarios” de Robert Schuettinger y Eamonn Butler para analizar las consecuencias de la congelación de precios:
Egipto y Babilonia: Desde la época de los faraones y el Código de Hammurabi se evidencian intentos de regular precios y salarios. Estas medidas buscaban garantizar el acceso a alimentos y otros bienes esenciales, pero a menudo conducían a la escasez y a la aparición de mercados negros.
Antiguo China: Los gobernantes aplicaron una política paternalista, interviniendo para limitar las variaciones en precios y salarios, siguiendo la idea de minimizar la competencia y asegurar la estabilidad social.
Diocleciano, en el año 301, emitió un edicto que fijaba precios máximos para más de 1,300 productos y establecía sanciones extremas para quienes excedieran estos límites. Aunque buscaba frenar la inflación y evitar abusos, el edicto resultó en una distorsión del mercado, provocando la disminución de la producción y la creación de un sistema de trueque y comercio ilegal. Algunos historiadores incluso señalan que esta medida contribuyó a debilitar la economía del Imperio Romano.
A lo largo de la Edad Media y el inicio de la Era Moderna, se aplicaron controles en diversos contextos (por ejemplo, en Francia durante la Revolución, donde se dictó la «Loi du maximum général»). Estas políticas intentaron mantener precios accesibles, pero nuevamente resultaron en desabastecimiento y mercados negros.
Siglo XX: El libro analiza casos en los que se implementaron controles en Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, e incluso en Argentina. Por ejemplo, durante la presidencia de Nixon se impusieron controles de precios y salarios que, a pesar de detener temporalmente el alza de precios, generaron distorsiones significativas en la economía, como el surgimiento de mercados paralelos y una disminución en la inversión.
Controles Voluntarios vs. Obligatorios: Se discute la diferencia entre medidas «voluntarias» y controles forzosos, mostrando que, en ambos casos, la intervención estatal frustra el mecanismo natural de precios basado en la oferta y la demanda.
Impacto Social y Político: Además de los efectos económicos negativos, estas políticas interfieren con la libertad individual y el funcionamiento del mercado libre, debilitando la confianza en las instituciones gubernamentales y provocando conflictos sociales.
Todo lo anterior descrito demuestra el fracaso en el que se está encaminando este gobierno con su creciente estatismo y presión sobre la economía, los mexicanos han perdido una enorme cantidad de poder adquisitivo, y el gobierno busca la forma de suavizar dicha pérdida, pero esto no solo que provocará una escasez en el mercado formal, si no que también tenderá a una represión mayor hacia los empresarios que no se alineen a la política de MORENA.
Para una mayor visión del daño que hacen los controles de precios, los invito a leer un artículo de México Libertario, donde se explica como el control de precios en los bienes inmuebles son más un problema que una solución.
Lecciones para el presente
La declaración de Claudia Sheinbaum sobre fortalecer la industria nacional refleja un deseo comprensible de reducir la dependencia de productos extranjeros. Sin embargo, la historia del MSI en México y otros países ofrece lecciones importantes. El proteccionismo excesivo puede generar ineficiencias, limitar la innovación y perpetuar la pobreza. En su lugar, una estrategia equilibrada que combine apoyo a la industria nacional (mínima) con una integración cuidadosa en la economía global podría ser más efectiva.
En un mundo cada vez más interconectado, la autosuficiencia absoluta es una quimera. En lugar de aislarse, los países deben buscar formas de competir y colaborar en el escenario internacional, asegurando que sus industrias sean eficientes, innovadoras y capaces de satisfacer las necesidades de sus poblaciones. El legado del MSI nos recuerda que las políticas económicas deben estar basadas en evidencia y adaptarse a las realidades del mercado global, no en ideales románticos de autarquía.
En conclusión, el modelo de sustitución de importaciones fue abandonado porque no logró cumplir sus promesas de desarrollo económico y reducción de la pobreza. Su fracaso en México y otros países subraya la importancia de adoptar políticas económicas pragmáticas y orientadas a la competitividad. Como bien dijo Sheinbaum, fortalecer la industria nacional es un objetivo noble, pero debe hacerse con una visión clara de los desafíos y oportunidades del siglo XXI.