En esta entrevista para The Misesian, le preguntamos al economista (y nativo de Argentina) Nicolás Cachanosky sobre las perspectivas de un cambio duradero en la economía altamente inflacionaria e intervencionista de Argentina.

The Misesian: A muchos les parece que Javier Milei fue elegido debido a la insatisfacción generalizada con el estado de la economía en Argentina. ¿Es esta una evaluación correcta?

Nicolás Cachanosky: Sí, creo que eso es bastante exacto. La economía de Argentina ha estado plagada de una inflación creciente desde 2007, alcanzando un récord mundial del 210 por ciento en 2023. Además, la economía ha estado estancada desde 2011. Las tasas de pobreza también son preocupantes. Considere esto: la generación más joven, con sus vidas personales y profesionales por delante, solo ha experimentado la estanflación y el kirchnerismo (un populismo de izquierda). Además, Cambiemos, la coalición de oposición de 2016 a 2019, no abordó los problemas económicos y, en consecuencia, perdió la reelección. La coalición Cambiemos no rectificó los problemas económicos, lo que provocó la decepción entre el público.

Debido a la escasez de reservas en el banco central, Argentina carece de suficientes dólares estadounidenses para apoyar sus importaciones o satisfacer la demanda de moneda extranjera. Los argentinos prefieren ahorrar en dólares en lugar de pesos. Los estrictos controles de capital restringen la cantidad de divisas que los importadores pueden comprar en el mercado global y limitan cuánto pueden ahorrar los hogares en dólares estadounidenses.

Dado este contexto, es natural que muchos vean solo dos salidas. Una es la emigración, por la que muchos están optando. La otra es interrumpir el sistema político eligiendo a un forastero político como Javier Milei, que entiende cómo canalizar la frustración del público con el establecimiento político. El uso de Milei del término peyorativo casta para describir a los gobernantes políticos ha sido una de sus estrategias retóricas más efectivas.

TM: ¿Cuáles han sido los efectos de la inflación monetaria generalizada y la inflación de precios en Argentina? En otras palabras, ¿cómo ha afectado la inflación a la vida cotidiana de la gente común?

NC: Déjame proporcionar algo de contexto primero. La tasa media de inflación anual durante la presidencia de Néstor Kirchner (2003-7) fue del 15 por ciento. A lo largo de las dos presidencias de Cristina Fernández de Kirchner (2008-15), la tasa de inflación anual aumentó al 25 por ciento. Bajo el gobierno de Cambiemos de Mauricio Macri (2016-19), la tasa de inflación anual se escaló al 41 por ciento. Para exacerbar las cosas, durante la presidencia de Alberto Fernández (2020-23), la tasa de inflación anual alcanzó el 88 por ciento. Para ser claros, estas son tasas anuales, no la inflación acumulada durante cada presidencia. Esto es problemático.

Esta alta inflación da lugar a una miríada de problemas. En primer lugar, no hay inversiones a largo plazo en Argentina. Predecir los flujos de efectivo más allá de unos pocos años se vuelve prácticamente imposible. Además de la alta y volátil inflación, los inciertos derechos de propiedad hacen que invertir en Argentina sea una tarea arriesgada.

Un escenario ejemplifica el impacto generalizado de la mala gestión de la inflación. Durante la crisis de 2001, el gobierno optó por congelar los precios de los servicios públicos (energía, transporte, gas). La razón detrás de esta política fue proteger a las familias de bajos ingresos de aumentos repentinos en los precios de los servicios públicos (ya que el tipo de cambio se depreció de un peso por dólar a cuatro pesos por dólar). Sin embargo, las revisiones de estos controles de precios se retrasaron constantemente con la tasa de inflación, lo que llevó a tres problemas principales. En primer lugar, las empresas de servicios públicos comenzaron a incurrir en pérdidas en lugar de ganancias, lo que requería subsidios gubernamentales para compensar los controles de precios no ajustados. En segundo lugar, la producción comenzó a disminuir y las importaciones de energía se dispustaron, agotando las reservas del banco central y, finalmente, provocando controles de capital. Finalmente, el descuido del mantenimiento del capital fijo se convirtió gradualmente en una carga para la economía en general.

Más de veinte años después, los precios de los servicios públicos siguen siendo un problema que exige una solución.

TM: Has presionado por la dolarización en Argentina. ¿Cómo ayudaría la dolarización a los argentinos comunes?

NC: Hay muchas maneras. En primer lugar, erradicaría la inflación y, lo que es más importante, lo haría de manera creíble. La baja inflación no dependería de Milei o de cualquier otra persona que otome la presidencia, sino más bien del marco de las instituciones monetarias.

En segundo lugar, disminuiría el costo de oportunidad de hacer negocios en Argentina. El peso ha experimentado una tasa de inflación promedio del 60 por ciento desde mediados de la década de 1940 hasta la actualidad. Con ahorros internos limitados disponibles, Argentina depende en gran medida de las inversiones extranjeras. Al eliminar el riesgo del tipo de cambio, la dolarización haría de Argentina un destino más atractivo para la inversión.

En tercer lugar, protegería a los argentinos de la influencia de los futuros líderes populistas. Politizar el banco central y explotar el impuesto a la inflación ya no serían opciones viables, o al menos no tan fácilmente alcanzables. Los intentos fallidos de Correa en Ecuador y Bukele en El Salvador de eludir la dolarización sirven como ejemplos de los desafíos asociados con ir en contra de la dolarización una vez que se implementa.

En cuarto lugar, la dolarización allanaría el camino e incentivaría otras reformas. Argentina requiere reformas fiscales, laborales, comerciales, bancarias y financieras, entre otras. Implementar estas reformas en las condiciones inflacionarias actuales es extremadamente difícil. Tales reformas tardan en promulgarse, y sus efectos tardan en materializarse. La dolarización, por otro lado, se puede implementar más rápidamente, y su impacto en la inflación también es más inmediato.

TM: ¿Hay otras formas en que el estado ha reducido el nivel de vida en Argentina? ¿El gasto público y el estado de bienestar son una gran carga?

NC: Por muy grave que sea la inflación, es un subproducto de otros problemas subyacentes dentro de la economía argentina. La escala del gobierno de Argentina es simplemente insostenible. Independientemente de la preferencia de uno por el tamaño del gobierno, el tamaño del gobierno argentino supera lo que la economía puede sostener de manera viable.

Un factor significativo que contribuye a este desequilibrio es la proliferación de programas sociales y el estado de bienestar después de la crisis de 2001. Si bien estos programas pueden haber sido considerados necesarios durante la crisis, ha habido una falta de planificación a largo plazo para abordar las causas subyacentes de la pobreza y revertir los programas. Idealmente, un programa de bienestar exitoso debería volverse obsoleto a medida que su necesidad disminuye con el tiempo. Un programa de bienestar que se expande perpetuamente indica un fracaso. Sin embargo, la retracción de los programas de bienestar es políticamente impopular y delicado, dejando a Argentina cargada con una importante responsabilidad fiscal.

El impacto perjudicial del estado en el nivel de vida económico de Argentina es evidente en medidas como el control de precios, las restricciones a la importación y la depreciación de la moneda. Además, en las últimas dos décadas, Argentina ha experimentado un profundo deterioro institucional, lo que ha resultado en un desprecio tanto por las instituciones formales como por las informales. Esta erosión de la integridad institucional fomenta las violaciones de los derechos de propiedad y la expropiación.

El desempleo multigeneracional exacerba aún más la situación, con familias experimentando desempleo a lo largo de múltiples generaciones. Esto perpetúa una mentalidad social en la que la noción de trabajar hacia el futuro de uno se vuelve difícil de alcanzar a medida que la dependencia de las disposiciones estatales se arraiga.

Este colapso de las instituciones y el entorno social resultante crea un terreno fértil para el resurgimiento del populismo. Tal vez no sea sorprendente que muchos de los comportamientos de Milei se alineen con las características de un líder populista de libro de texto.

TM: Además de los cambios monetarios, ¿qué cambios fiscales deben tener lugar para poner fin a la espiral de la deuda y la inflación?

NC: No hay margen para nuevos aumentos de impuestos; el gobierno debe priorizar la reducción de gastos. Sin embargo, esta tarea presenta desafíos significativos. Si, debido a limitaciones políticas, una reducción inmediata en el gasto es infacible, por ejemplo, ¿qué tan probable es que los programas de bienestar sufran recortes rápidos de gasto?, es posible que el gobierno deba recurrir a la deuda externa para financiar la transición. Sin embargo, Argentina carece de acceso a los mercados internacionales de deuda. En consecuencia, como cualquier gobierno, se enfrenta a la difícil elección de arriesgar el poder político implementando medidas de austeridad severas u optar por un enfoque gradual, perpetuando así la inflación y el riesgo inminente de una recesión económica que se convenga en cascada en una crisis monetaria.

Otra causa fundamental de los desequilibrios fiscales de Argentina es la ley de coparticipación. En esencia, el gobierno federal recauda impuestos y luego redistribuye los recursos a las provincias. Mientras que algunos fondos se asignan automáticamente en función de una fórmula predeterminada, otros se distribuyen a discreción del gobierno.

Esta configuración crea un caldo de cultivo para incentivos desalineados. Las provincias no compiten para atraer recursos basados en su eficiencia o políticas económicas, ya que no se benefician directamente del aumento de los ingresos fiscales. En cambio, compiten por el favor del presidente para asegurar una mayor parte de los fondos discrecionales. Por el contrario, el presidente puede explotar estos fondos discrecionales para ejercer influencia sobre los gobernadores provinciales para avanzar en sus propias agendas. Las provincias ricas son testigos de cómo sus recursos se redistribuyen a otras regiones, mientras que las provincias económicamente desfavorecidas disfrutan de una afluencia continua de recursos del gobierno federal.

Un enfoque más efectivo implicaría que el gobierno federal solo recaudara impuestos por sus propias obligaciones, mientras que cada provincia asume la responsabilidad de generar sus propios ingresos y atraer inversiones a su jurisdicción. El actual sistema de coparticipación incentiva el gasto excesivo en lugar de fomentar el equilibrio fiscal.

TM: Hemos visto a varios partidarios de Milei pidiendo que se otorgue más y más poder político a Milei para impulsar sus reformas. ¿Puede Milei tener éxito dadas las realidades políticas actuales en las instituciones gubernamentales de Argentina?

CN: La defensa de Milei de la ampliación de los poderes políticos presenta una preocupación. Otorgarle la autoridad que busca lo elevaría esencialmente a un estatus de superpresidente. La constitución describe condiciones específicas bajo las cuales el Congreso puede delegar poderes adicionales al ejecutivo y delinea sus límites. Sigue siendo ambiguo si el Congreso posee la autoridad constitucional para conferir algunos de los poderes que Milei está solicitando. Además, aunque no tendría precedentes que un presidente recibiera superpoderes, parece tan peculiar a muchos ser testigo de un autoproclamado libertario que aboga por menos restricciones institucionales en lugar de más.

Aunque Milei tiene como objetivo promulgar un conjunto integral de reformas muy necesarias, carece de representación en el Congreso. En consecuencia, debe forjar alianzas políticas y negociar con otras partes. Sin embargo, su enfoque tiende hacia el conflicto en lugar de la construcción de consenso. En respuesta a la oposición política, intensifica sus críticas al Congreso y se duplica para enfrentarse a sus adversarios políticos. Hoy parece improbable que reúna el capital político necesario para impulsar las reformas en el Congreso, como lo demuestra el intento fallido de aprobar su ley ómnibus. Si bien su estrategia de todo o nada puede producir éxito o fracaso, crea incertidumbre con respecto a la medida en que puede implementar reformas.

TM: Incluso si Milei hace un progreso impresionante en la reforma del estado y su política económica en los próximos años, no será presidente para siempre. ¿Es sostenible la reforma, o todo se revertirá bajo el próximo presidente peronista?

NC: Por ahora, este parece ser uno de los puntos más débiles de la estrategia de Milei. Cualquier reforma en Argentina debe elaborarse con la suposición de que el gobierno sucesor probablemente será populista. Por lo tanto, una reforma institucional o política que dependa de la continuidad del gobierno actual está destinada al fracaso.

La falta de certeza plantea un dilema significativo. Incluso una reforma promarket bien diseñada puede tener poco impacto si el mercado anticipa su reversión dentro de un plazo de cuatro años. Este escenario fomenta la percepción de que las reformas del libre mercado son ineficaces. El tema de la certeza es particularmente desafiante en países como Argentina, caracterizado por la decadencia institucional.

Una de las acciones iniciales de Milei fue emitir un decreto de necesidad y urgencia (NUD), una prerrogativa presidencial reservada para circunstancias extraordinarias. Si se pueden introducir reformas de libre mercado a través de un NUD, pueden ser anuladas fácilmente por otro NUD en la presidencia posterior. Ya sea que el NUD de Milei tenga como objetivo restaurar las libertades individuales o no, sienta un precedente que podría utilizarse para abogar por reformas no de mercado libre.

El elemento que falta en las reformas de Milei hasta ahora es la solidez que garantizaría su resistencia e irreversibilidad en caso de que se implementaran.

Publicada originalmente por el Mises Institute: https://mises.org/misesian/javier-milei-and-argentinas-economic-challenge

Nicolás Cachanosky.- Es profesor asociado de Economía y director del Centro para la Libre Empresa de la Facultad de Negocios Woody L. Hunt de la Universidad de Texas en El Paso. También es miembro del Centro Friedman-Hayek para el Estudio de una Sociedad Libre de la UCEMA. Se desempeñó como presidente de la Asociación de Educación de la Empresa Privada (APEE, 2021-2022) y en la Junta Directiva de la Sociedad Mont Pelerin (MPS, 2018-2022). Obtuvo su Ph.D. en Economía de la Universidad de Suffolk, Boston, MA.

El Dr. Cachanosky es autor de Reflexiones Sobre la Economía Argentina (Instituto Acton Argentina, 2017), Monetary Equilibrium and Nominal Income Targeting (Routledge, 2019), and co-author of Austrian Capital Theory: A Modern Survey of the Essentials (Cambridge University Press, 2019), Capital and Finance: Theory and History (Routledge, 2020), and Dolarización: Una Solución para la Argentina (Editorial Claridad, 2022).

Las investigaciones del Dr. Cachanosky se ha publicado en medios como Journal of Economic Behavior & OrganizationPublic ChoiceJournal of Institutional EconomicsQuarterly Review of Economics and Finance y Journal of the History of Economic Thought, entre otros.

Twitter: @n_cachanosky

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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