Homofobia disfrazada de natura, fundamentalismo religioso que asoma otra de sus mil cabezas

La pregunta, no es: ¿Por qué debe ser legal la adopción homoparental? Sino ¿Por qué no lo debe ser? Y es que, al fondo de todas las objeciones que existen en contra de la adopción homoparental, no hay nada, absolutamente nada, más que prejuicios e ideas retrogradas. Objeciones que se conectan por falacias lógicas y falacias empíricas. Argumentos basados en prejuicios morales y en concepciones teológicas que no han alcanzado para impedir que hoy en día ya sean 35 países en donde la adopción homoparental es perfectamente legal. El ejemplo, como no seria de sorprender, lo puso Holanda hace ya 24 años, en el año 2000.

En México, la adopción homoparental es permitida desde el año 2009 en la Ciudad de México. Actualmente en nuestro país, la adopción homoparental es permitida en la Ciudad de México, Coahuila, Baja California del Sur, Campeche, Colima, Morelos, San Luis Potosí, Chiapas, Aguascalientes, Guanajuato, Querétaro, Chihuahua y Yucatán. Es decir, la adopción homoparental es ya un hecho y no va a retroceder, como muchos conservadores quisieran. Al contrario, seguirá avanzando.

En México, aún faltan ciudades por progresar en este respecto; pero, sobre todo, falta que los prejuicios y los estigmas se diluyan, y avance el respeto por la forma en que cada cual elige vivir su sexualidad, sin que ello determine ante la sociedad la categoría de calidad humana a la que se le debe asignar o los derechos a los que se tiene o no acceso. Este, es un país profundamente conservador y muy retrograda, pues nuestra sociedad lleva, al menos, 100 años encerrada en una burbuja cultural casi impermeable. Por ello, no solo es una sociedad conservadora en lo sexual, sino en casi todos los aspectos. estamos cerrados, como sociedad, a mirar hacia afuera, a ver otras formas de pensar, de resolver, de concebir las cosas y de afrontarlas. Es por ello por lo que somos tan conservadores y cerrados en lo económico, en lo tecnológico, en lo pedagógico, en lo deportivo, en lo agrícola, en lo artístico, en lo cultural, en lo social y, por supuesto, en lo sexual. Ya es hora de que nuestra sociedad deje de estar tan encerrada en su pequeña burbuja sociocultural y empiece a ver hacia afuera, a aprender de otras culturas y a importar aquellas cosas que están funcionando mejor. Y es que, como siempre, todo esta conectado. No es casualidad que los países mas libres económicamente, como Holanda, sean los países con mayores libertades sexuales y con menos prejuicios. Porque todas las dinámicas sociales, desde lo económico hasta lo sexual, dimanan de un núcleo: La libre autodeterminación y la libertad de asociación/des asociación. Una sociedad que cultiva en mayor medida la libertad de sus individuos será una sociedad que tendrá las bases necesarias para desarrollar todas las demás dinámicas: la económica, la cultural, la innovación tecnológica, la pedagogía, etc.  La libertad, es una, y se manifiesta en diferentes formas.

A continuación, expondré algunos de los prejuicios más comunes en contra de la adopción homoparental; así como algunas falacias lógicas en las que se incurre. Se procurará mostrar lo infundados de todos esos prejuicios y se invitará a ver el tema desde una perspectiva más abierta.

1.- Es antinatural que personas del mismo sexo críen niños, ya que no pueden tener hijos por sí mismos. Este es uno de los argumentos más frecuentes. Para empezar, es una falacia de non sequitur -Es decir, que una cosa no se sigue de la otra-. El que los homosexuales no puedan engendrar, no implica que no sean capaces de criar. En la naturaleza existen casos de madres de una especie que crían a cachorros de otras especies. O que tal el caso de las parejas de pingüinos machos que cuidan huevos y crían a los pequeños pingüinos como si los hubiesen engendrado. Pero, además, esto implicaría que ninguna pareja con problemas de infertilidad debería adoptar a un niño, pues su condición de incapacidad para engendrar les convertiría en inviables para adoptar, como si fuese anti natural criar a un niño por el hecho de no poder engendrar. O una abuela que ya no puede tener hijos pero que cría a sus nietos (por algún accidente sufrido por los padres o por cualquier otra razón). Estas apelaciones a una condición natural inicial no son más que artimañas para justificar toda la homofobia y prejuicios detrás del rechazo a la adopción homoparental. Sigamos ejemplificando lo absurdo del querer establecer que la capacidad de criar se deriva, necesariamente, de la capacidad para engendrar. Por ejemplo, si un padre o una madre ya con hijos, por alguna enfermedad o accidente se volviese infértil y por ende perdería su capacidad de criar ¿Se le tendría que retirar a los niños que ya tienen, por haber perdido la capacidad de engendrar? Si la capacidad de criar es consustancial a la de engendrar, tendría que ser así. Algunas parejas llegan a engendrar uno o dos hijos, pero cuando quieren un tercero, se dan cuenta de que ya no tienen la capacidad de tener otro hijo y deciden adoptar. ¿Debería prohibírseles adoptar porque ya no pueden engendrar, a pesar de que ya tuvieron hijos? ¿Pierden su capacidad para criar a los hijos que ya tienen? Queda claro lo absurdo de este argumento. Nada tiene que ver la capacidad de engendrar con la capacidad de criar. Son cosas muy distintas y una no se sigue de la otra en lo más mínimo. Esta pretensión de que criar es consustancial a engendrar, implicaría que, de manera natural, todo aquel que es capaz de engendrar, tiene innata la capacidad de criar. Y, vaya, cuantos padres y madres con montones de hijos son pésimos padres. Además, los homosexuales no pierden la capacidad de engendrar por el hecho de mantener una relación homosexual, con lo que tampoco perderían su capacidad de criar. En fin, como queda claro, son un montón de tonterías sin pies ni cabeza.

2.- Van a volver homosexuales a los niños. A ver, si la orientación de los padres determinara la orientación de los hijos, pues simplemente no existirían los homosexuales. Todos los hijos, al haber sido engendrados por hombre y mujer, crecerían siendo heterosexuales. No, la orientación sexual de los padres no determina la orientación sexual de los hijos. Sin embargo, así como los hijos de parejas heterosexuales (al menos en apariencia o cuando menos socialmente heterosexuales) crecen concibiendo a la heterosexualidad como algo normal, de igual forma, los hijos de homosexuales crecerán concibiendo como normal a la diversidad sexual. Y, vaya, esto es algo muy positivo. Sin embargo, en la preocupación, hay un sesgo ideológico subyacente: ¿Por qué estaría mal que un niño se volviera homosexual? ¿Por qué es mejor una sexualidad heterosexual que una homosexual? Estos son tan solo prejuicios, valoraciones morales. ¡Cuántas personas heterosexuales viven una vida profundamente frustrada en lo sexual y en lo amoroso! Cuando las personas expresan esta preocupación, están expresando en el fondo que para ellos la homosexualidad es mala y que los niños jamás deberían tener esta orientación sexual. ¿Por qué estaría mal que un niño fuera homosexual o por que seria mejor que fuera heterosexual? ¿Por qué tendría que ser mas virtuoso o más moral una orientación sexual que otra? ¿Por qué tendría que ser más deseable una orientación sexual que otra, para el pleno desarrollo de una persona? Nada más que prejuicios. En todo caso, conforme avance su proceso de maduración, los pequeños deberían de ser libres de explorar identitariamente, así como de explorar sus identificaciones eróticas, a manera de ir construyendo libremente su propia identidad y su propia orientación sexual y afectiva, más allá de la orientación sexual y la identidad que los padres puedan tener.

3.- Se les quita a los niños el derecho a tener un padre y una madre. Los derechos, son convenciones sociales, no son designios naturales ni leyes genéticas o leyes cósmicas. Por eso es que en cada sociedad los derechos son diferentes, pues cada sociedad llega a significaciones e interpretaciones distintas. El derecho natural, no existe, es una alucinación ideológica. Si existiera algo así como una ley inherente, simplemente no se necesitarían de leyes, pues todos serian guiados por esa supuesta ley. Además de que todos, en todas las culturas, seguirían los mismos lineamientos. Vaya, ni siquiera existirían las diferentes culturas ni los diferentes códigos morales y legales, pues todos, de manera natural, llegarían al mismo punto. Así, a lo que los niños tienen derecho, es a una crianza positiva, sana, amorosa y que les brinde el mejor entorno posible y la mayor cantidad de herramientas para poderse enfrentar a la vida que les espera. Para ello, no requieren de un macho y una hembra, sino de seres humanos responsables y comprometidos con el desarrollo de esos pequeños individuos. ¿Cuántos abusos se dan todos los días en tantas familias tradicionales? ¿Cuántos niños presencian como el padre convierte a la madre en un costal de boxeo? ¿Cuántos niños maltratados psicológicamente por los padres y por las madres, niños convertidos en cubetas en las que sus padres vacían todas sus frustraciones y resentimientos con la vida? Si a los conservadores en verdad les importaran los niños, se preocuparían por que todos los hogares fueran hogares sanos. No porque los hogares estén constituidos por un macho y una hembra. A esta gente no le importa en lo mas mino la calidad de vida que llevan los niños, sino que se cumplan sus dogmas teológicos. Sin importar la realidad que los pequeños viven día con día en sus hogares.

4.- El derecho no es de los que adoptan, sino de los niños. Otra distorsión más, una reducción ridícula. ¡Pues no! El derecho es de ambos: De los que adoptan y de quien es adoptado. Y una cosa no se contrapone a la otra. Esta falsa paradoja, como si una cosa excluyera a la otra, es uno de los argumentos más de moda. Aquellas personas que desean adoptar, lo hacen por un deseo personal de tener a alguien a quien cuidar, a quien brindarse. No lo hacen por obligación o como sacrificio, sino como un deseo y un interés personal. Y es que, sin un interés personal que guie el deseo de ser padre, difícilmente puede haber un real compromiso en el ejercicio positivo de la paternidad. Ser padre, puede ser uno de los proyectos más fantásticos de la vida; Puede ofrecer una enrome oportunidad de crecimiento personal; e incluso puede conducir a una relación de pareja hacia una maravillosa aventura. Hacerlo por obligación o por sacrificio, mataría todo lo positivo que conlleva la bellísima experiencia que implica la paternidad.

5.- Lo natural para un niño es estar en una familia heterosexual tradicional, no en una familia homosexual. Bueno, para empezar, la realidad es que muchísimas familias no están constituidas bajo la estructura clásica de la familia tradicional. Hay hijos criados por madres solteras, hijos criados por padres solteros, hijos criados por abuelos, por la madre y la abuela, por el padre y los abuelos, etc. Pero también hay hijos criados por un padre y seis madres, por familias comunales, etc. La estructura familiar judeocristiana, ni siquiera se cumple en occidente. Además de que existen otras muchas estructuras en las diferentes culturas. El 25% de la población mundial, al ser musulmanes, no siguen la tradición judeo-cristiana. Otro tanto, son hindús y budistas, y tienen una forma muy distinta de ver la familia. Ya no decir tradiciones como los mosuo en china o las diversas tribus a lo largo del mundo. La familia tradicional, la judeo-cristiana, solo es tradicional para la religión cristiana y judía, pero nada más. Es una cuestión puramente religiosa, no biológica ni mucho menos universal. Hoy en día hay familias poliamorosas, familias con relaciones abiertas, familias con ambos padres bisexuales y hasta familias con padres swingers, etc. Pretender que solo una forma de estructura familiar es valida para criar una familia, es negar toda evidencia arqueológica, y es negar la realidad patente que todos los días se presenta ante nuestros ojos.

6.- Los niños van a crecer con traumas psicológicos por haber sido criados por homosexuales. La realidad es que los niños crecerán con traumas si son criados por padres irresponsables, abusivos, prepotentes o narcisistas, sin importar en lo más mínimo su orientación sexual. En cambio, los niños crecerán sanos psicológicamente si los padres trabajan en si mismos y se comprometen en el trabajo de ser padres, sin importar en lo más mínimo la orientación sexual o la identidad de género de los padres.

7.- Los homosexuales no deben criar niños porque, al ser homosexuales, van a abusar de ellos. Tristemente este es otro de los estigmas más comunes. El abuso sexual, no tiene nada que ver con la orientación sexual, como lamentablemente se ha asociado durante mucho tiempo. El mismo Jean Paul Sarte, en su obra mas importante “El ser y la nada” afirma que homosexualidad y pedofilia son análogos. Estos estúpidos prejuicios, tan nefastos y retrogradas, desgraciadamente persisten hasta hoy. Y persisten por que aún se sigue asociando a la homosexualidad con la perversión sexual. Mientras se siga creyendo que la homosexualidad es una perversión, se le seguirán asociando todo tipo de cosas negativas, como la pedofilia. La homosexualidad no es más que una expresión de la naturaleza sexual humana; es tan solo parte del espectro de nuestra sexualidad. Tan positiva, tan sana y tan natural como la heterosexualidad.

8.- Van a estar siempre mejor con una familia heterosexual que con una familia homosexual. La realidad es que, lo que importa no es la orientación sexual ni la identidad de género de quienes crían a los niños, sino la calidad y el compromiso a la hora de ejercer la paternidad. Y, en este sentido, una pareja de homosexuales, o incluso un homosexual soltero, pueden ser tan buenos padres como una pareja heterosexual. Creer que la paternidad se basa únicamente en la orientación sexual, demuestra una absoluta incomprensión sobre lo que implica ser padres. En todo caso, deberíamos preocuparnos seriamente por aquellas personas que creer que, con el mero hecho de tener cierta orientación sexual, ya se tiene todo lo necesario para ejercer una correcta paternidad. Mientras que los niños requieren de tiempo de calidad, de sentirse apoyados, ser respaldados y reconocidos; mientras que los niños requieren de alguien que les demuestre que estar con ellos es valioso, que su existencia es algo bello y que llena de alegría a quienes mantienen la tutela; mientras que los niños necesitan de padres comprometidos con su trabajo personal y con el pleno desarrollo de los pequeños, preocupa muchísimo que haya personas que piensen que la paternidad se reduce única y meramente a la orientación sexual de los padres. Y por ello es que no sorprende que existan tantísimas familias con padres heterosexuales en donde los niños están absolutamente abandonados emocionalmente, donde no reciben ningún apoyo ni reconocimiento ni validación ni cariño. Familias en donde los niños crecen sin ninguna herramienta psicosocial ni socioafectiva, siendo expectorados al mundo sin armas, sin saber ni cómo abordar sus afectos, sus relaciones, su identidad y su sexualidad. Ojalá y los conservadores empiecen a preocuparse muchísimo más por la calidad de la paternidad y muchísimo menos por la orientación sexual de los padres.

Para concluir, hay bastantes, suficientes estudios, algunos realizados en México por la UNAM, que demuestran la crianza positiva y el sano desarrollo psicosocial y socioafectivo que reciben los niños criados por parejas homosexuales. No tiene sentido seguir manteniendo todos esos prejuicios hacia la adopción homoparental, que en le fondo no son mas que prejuicios en contra de la homosexualidad. La realidad es que, lo que determina una buena paternidad, no tiene nada que ver con la orientación sexual de los padres. Pero si tiene todo que ver con la calidad personal y el compromiso de aquellos que deciden criar a un pequeño.

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