Introducción:

En este trabajo se analizará cuáles han sido los beneficios de que un país como México tenga la oportunidad del comercio exterior. El presente se analizará sobre el contexto internacional, los beneficios de la integración y la inversión extranjera directa.

Después de la introducción, se compone de la siguiente manera: en el segundo punto revisaremos las lecciones del comercio internacional. En el tercer punto, los beneficios del comercio exterior para México. En el cuarto la inversión extranjera directa. Por último, se presentarán las conclusiones.

2.- Las lecciones del comercio internacional.

En los últimos dos siglos, el comercio internacional ha crecido enormemente. Esto sucedió a pesar de la intervención del gobierno, que sigue siendo el principal peligro.

El comercio de bienes y productos es tan antiguo como la humanidad. Por ejemplo, los historiadores han encontrado evidencia del comercio de pedernal y alfombras durante la Edad de Piedra.

También sabemos que unos tres mil años antes de nuestra era, la joyería era objeto de comercio en Egipto, y en esa época se produjo el primer intercambio a larga distancia entre Mesopotamia y el valle del Indo.


El intercambio ha sido una forma esencial para que las personas elevaran su nivel de vida. Su aparición y desarrollo son espontáneos. El comercio se produce porque las partes interesadas encuentran intereses comunes. Si no lo hace, no lo hará.


En este sentido, el intercambio, nacional o internacional, no necesita justificación. Sin embargo, el comercio internacional sigue siendo un tema de debate, en gran parte debido a la tendencia de los gobiernos a interferir en su desarrollo.
De hecho, desde la antigüedad, se crearon costumbres para controlar el flujo de mercancías entre regiones. Inicialmente, el principal objetivo era recaudar ingresos para el gobierno, a través de la aplicación de impuestos. A lo largo del tiempo, este objetivo se ha visto influido por otros motivos, incluido el protagonismo de las empresas locales frente a la competencia extranjera.

Con los gobiernos descubriendo otras formas de impuestos, los intereses proteccionistas se han vuelto cada vez más importantes. Las aduanas utilizaron aranceles, así como restricciones cuantitativas y otras barreras no arancelarias para este fin.


A pesar de la intervención del gobierno, el comercio internacional ha crecido significativamente desde principios del siglo XIX, con exportaciones e importaciones totales de cada país para el producto interno bruto, en promedio, de menos del 10 % a más del 50 % en la actualidad. Sus principales impulsores son los menores costos de transporte y el auge de las telecomunicaciones.

Como era de esperar, el comercio internacional se ha desacelerado debido al aumento de las barreras gubernamentales y esto se vio facilitado por la reducción de estas barreras. Así, desde alrededor de 1830 hasta 1913, la política liberal de Gran Bretaña, expresada en acuerdos bilaterales cuyos intereses se extendían a otros países sobre la base del principio de la “nación más favorecida”, apoyó la primera ola de globalización.


El aumento del proteccionismo en el último siglo entre los dos conflictos mundiales ha llevado a una caída significativa en el comercio mundial. En particular, la Ley de Comercio de EE. UU. aprobada en 1930 complicó aún más los problemas de la Gran Depresión.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, ha habido una segunda ola de globalización, impulsada por los Estados Unidos y otras naciones industrializadas. Este esfuerzo culminó con la creación del GATT, un acuerdo multilateral destinado a reducir las barreras al comercio. Este foro permite a los firmantes establecer reglas de consenso para reducir estos obstáculos. A través de varias rondas de negociaciones, se lograron avances significativos.


En 1995, el GATT fue institucionalizado con la creación de la Organización Mundial del Comercio. La actual ronda de negociaciones, bajo los auspicios de la Organización Mundial del Comercio, ha tenido problemas para llegar a acuerdos.

Pero desde finales del siglo pasado se han multiplicado los tratados regionales que, si bien son alternativas inferiores a un enfoque multilateral, han permitido una liberación más profunda.


En un mundo sin intereses nacionales, el derecho al libre comercio internacional debería ser tan simple como reconocer el derecho al libre intercambio de capital regulatorio entre países de un mismo país.

Sin embargo, las realidades políticas hacen que la negociación de tratados sea una opción viable. El sistema de reglas, a veces criticado como un fuerte partidario del comercio regulado, ha reducido la incertidumbre. Además, ha cumplido su misión: las barreras comerciales se han reducido casi continuamente en todo el mundo.

3.- Beneficios del comercio exterior para México

México es un país con grandes variaciones regionales en los niveles de desarrollo económico. El mayor avance se ha dado en las seis entidades federativas que conforman la frontera norte de Estados Unidos: Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas. Según datos de 2020, la región genera poco más de una cuarta parte del PIB nacional y alberga alrededor del 18% de la población del país.

Los estados mencionados anteriormente tienen el nivel de vida más alto de México. Específicamente, su producción per cápita es superior al promedio nacional, destacándose Nuevo León con casi el doble de la tasa. Además, los indicadores de pobreza son mucho más bajos en esta región que en todo el país. Por ejemplo, se determina el índice de pobreza laboral elaborado por Connival, que incluye la proporción de la población de quince años o más cuyos ingresos del trabajo no alcanzan para cubrir el costo de la “canasta de alimentos”. Se determina en base a los requerimientos mínimos de calorías y nutrientes para el consumo.

Con datos del cuarto trimestre de 2021, los seis estados mencionados tienen tasas relativamente moderadas de trabajadores pobres, que van desde aproximadamente la mitad en Baja California hasta dos tercios en Tamulipas, en comparación con la tasa nacional.

Para ilustrar la diferencia, vale la pena elegir otras seis entidades en el centro y al sur del país: Hidalgo, Tlaxcala, Puebla, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Este grupo de regiones reúne una población no mayor que la frontera norte, pero representa solo alrededor del 10% del PIB de México.

Los estados del centro y sur enumerados muestran un nivel de vida más bajo. En particular, el nivel de PIB per cápita es el más bajo del país, y el mínimo correspondiente a Chiapas con un tercio del promedio nacional.

Además, estas entidades se encuentran entre las ocho entidades con mayores porcentajes de población pobre trabajadora, y ocupan los peores lugares, en orden ascendente de descontento, Guerrero, Oaxaca y Chiapas. La brecha de pobreza entre regiones se muestra claramente cuando se cree que la proporción de pobres en Chiapas es de alrededor del 70%, que es tres veces mayor que Baja California.

No cabe duda que el desarrollo económico es un proceso complejo en el que intervienen muchos factores, cuya presencia puede contribuir a explicar la disparidad regional en el país. Sin embargo, un factor parece haber jugado un papel importante en la varianza analizada: el impacto económico de los Estados Unidos.

Las entidades del norte tienen economías altamente integradas con el mundo exterior, especialmente con los países vecinos. Esto se puede apreciar en su estructura productiva, la cual muestra un mayor nivel de participación productiva respecto del país y un menor aporte de la región principal, a excepción de Sonora y Chihuahua.

En todo caso, la producción está asociada al comercio exterior ya una alta productividad, en gran parte debido a la aplicación de tecnología moderna transferida por la inversión extranjera.

Por el contrario, los estados del centro y sur antes mencionados tienen economías de alto y bajo desempeño en el sector principal, como la agricultura en Oaxaca, o la manufactura, como Hidalgo con sus refinerías. Tula. Con excepción del sector automotriz en Puebla, las actividades productivas de estas unidades son principalmente locales, con poca vinculación al comercio internacional.

Es claro que el enfoque de producción diferenciada tiene dos efectos. Por otro lado, los estados del centro y del sur antes mencionados tienden a depender más de las “contribuciones federales”, que son componentes del “gasto federal” destinado a compensar los retrasos frente a los de la frontera del norte. Si bien este apoyo se justifica en términos de solidaridad, también puede tener el efecto no deseado de desalentar la migración a lugares más prósperos.

4.- La inversión extranjera directa

La inversión extranjera directa (IED) es una de las variables que más llama la atención de los analistas sobre la economía mexicana. Este concepto se reconoce como ‘deuda neta contraída’, en forma de inversión directa en la balanza de pagos. Hay que recordar que este balance registra la entrada y salida de dinero entre el país y el resto del mundo, por lo que, al igual que otras entradas, la inversión extranjera directa consiste en flujos de caja.

Por definición, la inversión extranjera directa incluye las actividades financieras de inversionistas no residentes de sociedades en México, cuya relación refleje el efecto, directa o indirectamente, de por lo menos el diez por ciento de los derechos de voto de las entidades receptoras.

Las posibles transacciones financieras incluyen inversión extranjera directa, nuevas entradas de capital, reinversión de ganancias y crédito. Los demás pasivos no mencionados anteriormente no se clasifican como inversiones directas sino como inversiones en cartera.

Por lo tanto, la inversión extranjera directa representa principalmente el financiamiento y, a diferencia de la inversión física, significa el uso de recursos, por lo que no necesariamente significa esto último.

Por ejemplo, la inversión extranjera directa se puede utilizar para construir una fábrica o comprar maquinaria y equipo, adquirir negocios o reestructurar los recursos financieros de una entidad. En el primer caso, la inversión extranjera directa estimulará la formación de capital físico, pero no en el segundo, ya que implica únicamente un cambio de fuentes financieras.

La diferencia anterior y la menor relación IED/PIB permiten comprender por qué esta variable no determina el desarrollo de la inversión física total de un país.

A modo de ilustración, durante la última década, el valor anual en dólares de la inversión extranjera directa ha mostrado una variación sin un patrón definido. El monto máximo se registró en 2013, debido a la adquisición de un gran grupo cervecero.

Además, para el período 2019-2021, la entrada anual se ha mantenido relativamente estable en alrededor de $ 31,000 millones, que es más alta que las cantidades observadas en 2012 y 2014 y parece no verse afectada por la pandemia de Covid-19.

La falta de un patrón en la evolución de la IED contrasta con el comportamiento más frecuente de la inversión fija total en términos reales. Esta variable, conocida en cuentas nacionales como formación bruta de capital fijo (FBCF), muestra una tendencia identificable: recuperación hasta 2015, seguida de estancamiento hasta mediados de 2018. Ha mantenido una tendencia descendente desde entonces.

En los últimos tres años, la debilidad de la FBCF ha sido más pronunciada que la del PIB, y el colapso fue aún más pronunciado en el segundo trimestre de 2020, debido a la emergencia sanitaria. La recuperación posterior de ambos indicadores ha sido débil.

La mayor variación de la inversión física en relación con el PIB es una característica del ciclo económico de un país, ya que es un componente de la demanda agregada que puede ajustarse fácilmente para mejorar el crecimiento o el estancamiento. En el período reciente, el deterioro del marco financiero mundial parece haber revertido las condiciones de política económica desfavorables de la administración actual.

En 2021, la inversión extranjera directa representa el 2,5% del PIB y el 12,6% del PIB. Si bien este porcentaje no es alto, la inversión extranjera directa ha tenido un impacto significativo en la modernización del aparato productivo del país, especialmente en la industria manufacturera, que está estrechamente relacionada con la industria estadounidense.

Los beneficios de la IED, en cierta medida, se han extendido a toda la economía, ya que la transferencia de tecnología y conocimiento estimula la innovación y, por ende, el dinamismo productivo. Lo más importante para el atractivo de la inversión física y por ende de cualquier recurso, incluida la inversión extranjera directa, es la creación de un ambiente de apertura y certidumbre dentro de las reglas de la economía del juego.

Conclusiones:

* Hasta ahora, el libre comercio parece estar ganando la batalla. Sin embargo, no se puede garantizar la permanencia de esta victoria. Las actuales posiciones proteccionistas del gobierno mexicano representan un particular desacuerdo en la tendencia mundial a favor del libre comercio.

* Los importantes avances logrados por los países en el campo de la integración económica en el exterior subrayan la oportunidad de promover la inversión extranjera a gran escala y el comercio internacional en todo el país. La principal condición para ello es un campo abierto y seguro para la inversión privada.

* Se espera que la inversión extranjera directa y la (FBCF) representen una mayor proporción del PIB de México. Los niveles relativamente bajos limitan el crecimiento económico potencial.

Referencias bibliográficas:

HARBERGER, A.C. (1962): “The Incidence of the Corporation Income Tax”, Journal of Political Economy, vol. 70, pp. 215-240. [v.e. en Hacienda Pública Española, nº 75, pp. 279-300].

Chacholiades, M. 1988. Economía Internacional. McGrawHil. Mexico. Cap. 2.

Ricardo, D. 1963. The principles of political economy and taxation. Irwin. Homewood. Ill.

Dornbusch, R., S. Fisher y P. Samuelson. 1977. “Comparative advantage, trade and payments in a Ricardian model with a continuum of goods.” American Economic Review Vol.67 Nº 5.

Smith, A. 1995. “Why study international trade with imperfect competition?” En Greenaway, D. y L.A.Winters. 1995. Surveys in International Trade. Blackwell Publishers. Oxford.

Por Asael Polo

Economista por la UNAM. Especialista en finanzas bancarias y política económica. Asesor Económico en Cámara de Diputados - H. Congreso de la Unión. Escribe para Asuntos Capitales, Viceversa.mx y El Tintero Económico. Twitter: @Asael_Polo10

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