«La única causa de prosperidad es la seguridad de la propiedad privada y sin ella, se extingue la motivación para trabajar y producir», escribió Ibn Khaldun (o Ibn Jaldún en español. Nacido el 27 de mayo de 1332 en Túnez / fallecido el 19 de marzo de 1406 en El Cairo), uno de los mayores pensadores del mundo islámico. En su obra maestra «Muqaddimah» (traducida como «Prolegómenos» o “Introducción a la historia universal”), que es la entrada a su obra mayor histórica, ‘Kitāb al-ʻIbar‘ (El libro de los ejemplos), ofrece un profundo e innovador análisis de la sociedad humana, que se considera una de las obras más importantes de la filosofía de la historia y la sociología.

Entre los muchos temas que trata, su visión de la propiedad privada emerge como un aspecto fundamental de su filosofía política y económica, revelando una sorprendente relevancia incluso a la luz de las perspectivas modernas. No es de extrañar, por tanto que varios destacados pensadores liberales reconocieran y apreciaran su contribución. Para el sabio árabe, la propiedad privada no sólo es un derecho fundamental, sino también un pilar esencial para la cohesión social y el desarrollo económico. Observa que la seguridad de la propiedad privada está directamente relacionada con la prosperidad de una civilización. En un pasaje significativo de la ya citada «Muqaddimah» argumentó: «Cuando la injusticia (ẓulm) se extiende, disminuye la motivación para trabajar y producir riqueza, ya que la gente teme que los frutos de su trabajo sean confiscados o robados».

Esta observación refleja una comprensión completa y profunda del principio fundamental de que la seguridad de la propiedad es una condición necesaria para la actividad económica y, en consecuencia, para la prosperidad de la sociedad. La protección de la propiedad privada fomenta la iniciativa individual, promueve la acumulación de capital y estimula el comercio y la innovación, como nos enseñaron los pensadores de la Escuela Austriaca de Economía. Carl Menger, el fundador de dicha Escuela, y su discípulo directo más conocido, Eugen von Böhm-Bawerk, han subrayado en particular que la economía de mercado sólo funciona eficazmente cuando los derechos de propiedad son claros y están bien protegidos. La teoría del valor subjetivo, principio cardinal de la economía austriaca, sostiene que el valor de un bien se deriva de la evaluación individual del individuo que lo posee o lo desea.

Este principio presupone un entorno en el que se respeten y garanticen los derechos de propiedad, ya que sólo en un entorno así los individuos pueden intercambiar e invertir libremente sus bienes según sus propias preferencias.

Además, teniendo en cuenta el contexto premoderno y la época histórica en la que vivió, Khaldun también era consciente del ambiguo papel del Estado en la protección de la propiedad. Por un lado, reconocía que un Estado justo y bien gobernado era necesario para garantizar la seguridad de la propiedad privada. Pero por otro, advertía contra los abusos del poder estatal, que puede convertirse fácilmente en un medio de opresión y confiscación. En otro pasaje de la «Muqaddimah» afirmaba: «El mayor enemigo de la prosperidad es la opresión (ṭughyān) ejercida por los gobernantes. Cuando los gobernantes empiezan a confiscar propiedades con el pretexto de los impuestos, la gente pierde la confianza y deja de trabajar, el comercio se detiene y la riqueza se agota».


Esta aguda crítica al poder del Estado parece anticipar muchos de los argumentos que más tarde esgrimieron los teóricos liberales modernos. Estos teóricos liberales modernos fueron especialmente importantes en este sentido. Los austriacos Ludwig von Mises y Friedrich A. Hayek se posicionaron en contra de la intervención excesiva del Gobierno en la economía. El erudito tunecino, aunque no puede contarse entre los precursores del liberalismo moderno, reconoció no obstante que la libertad económica, incluida la protección de la propiedad privada, y que cualquier abuso por parte del Estado podría conducir al declive económico y social. Tal declive sería consecuencia de ello.


Estaba convencido de que la propiedad privada era también un motor de la historia y del progreso. Observó que las sociedades primitivas, en las que la propiedad se compartía colectivamente, tendían a permanecer estáticas y atrasadas. Solo con la aparición de la propiedad privada, junto con la división del trabajo y el comercio, las sociedades primitivas comenzaron a desarrollarse y prosperar. Tal concepto se expresa claramente en los siguientes términos: «En las sociedades civilizadas, las personas tienden a perseguir el beneficio y la acumulación de riqueza, y a través de esto alcanzan un estado de bienestar y sofisticación. Este estado es inexistente en las sociedades primitivas».


Desde un punto de vista liberal, el reconocimiento de la importancia de la propiedad privada y de la ganancia individual para el desarrollo económico es fundamental. Expresa la comprensión de que la libertad económica y la posibilidad de poseer y acumular son necesarias para el desarrollo. Comprende que la libertad económica y la posibilidad de poseer y acumular bienes son algunos de los principales incentivos que impulsan a las personas a mejorar a sí mismas y a la sociedad en la que viven.

Ibn Khaldun, aunque fue un estudioso meticuloso y vivió en una época lejana, también llegó a esta conclusión. Nos ofrece una visión completa de la propiedad privada, que muestra, no obstante, algunas similitudes con la actualidad. Lejos de ser un estudioso superficial, su visión de la propiedad privada es sumamente coherente con los principios del liberalismo clásico. Para él, la propiedad privada no es solo un derecho natural, sino también el fundamento sobre el cual construir sociedades estables, prósperas y civilizadas.

Reflexionar sobre su pensamiento nos permite, por tanto, reconocer que las raíces de la libertad económica y del respeto por la propiedad no solo se encuentran en la tradición occidental, sino también en el rico patrimonio intelectual del mundo islámico. En un momento en que el papel del Estado y la protección de la propiedad privada vuelven a estar en el centro del debate político, las intuiciones de nuestro autor siguen plenamente vigentes.

Sandro Scoppa: abogado, presidente de la Fundación Vincenzo Scoppa, director editorial de Liber@mente, presidente de la Confedilizia Catanzaro y Calabria.
Twitter: @sandroscoppa


Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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