Donald Trump ha dejado claro que le agrada la idea de que Groenlandia se separe de Dinamarca. “Para fines de seguridad nacional y libertad en todo el mundo, Estados Unidos de América considera que la propiedad y el control de Groenlandia son una necesidad absoluta”, dijo Trump en una publicación en Truth Social.
Por supuesto, la anexión de Groenlandia por parte de Estados Unidos podría tomar al menos dos caminos diferentes. Uno de ellos es la anexión unilateral y absoluta, en la que Estados Unidos declara que la isla es su territorio. Eso es básicamente lo que hizo Estados Unidos en lugares como Filipinas tras la guerra hispano-estadounidense.
El problema evidente de este método es que a Estados Unidos le gusta proclamar que es la gran nación moral que se adhiere a un “orden basado en reglas”. Anexar simplemente Groenlandia sin un referendo reconocido internacionalmente, votado por los groenlandeses, se parecería mucho, por ejemplo, a la ocupación rusa de Osetia del Sur.
Por otra parte, la anexión estadounidense sería mucho más fácil de justificar si los votantes de Groenlandia se separaran formalmente del llamado “Reino Danés”, el sistema político poco cohesionado que incluye a Dinamarca, Groenlandia y las Islas Feroe. Si la secesión ganara una mayoría de votos, sería un primer paso crucial para allanar el camino a una anexión de iure o de facto.
Si Groenlandia vota a favor de separarse de Dinamarca, no será la primera vez que un territorio danés de ultramar lo haga. Sin embargo, esta vez es probable que Estados Unidos esté en el centro de la campaña a favor de la secesión.
Secesión islandesa
En 1944, Islandia votó a favor de separarse de Dinamarca y el nuevo Estado islandés se declaró una república, totalmente independiente de la corona danesa. Sin embargo, no fue un gran cambio para Islandia en términos de autogobierno. La votación de 1944 fue la culminación de más de un siglo de independencia gradual que había comenzado en 1845 con el resurgimiento del parlamento islandés, el Alþingi, como órgano asesor en Reykjavik en 1845. Islandia recibió su primera constitución del rey danés en 1874, y a esto le siguió el autogobierno en 1904. En 1918, Islandia declaró la soberanía interna plena, dejando a Islandia unida a Dinamarca únicamente a través de una unión personal bajo el monarca danés como jefe de Estado. Sin embargo, en 1943, el tratado que unía a Islandia y Dinamarca expiró. Dinamarca se vio envuelta en una violenta lucha con la Alemania nazi e Islandia votó una vez más a favor de distanciarse de la metrópoli danesa.
En mayo de 1944, los votantes islandeses se enfrentaron a dos preguntas en la papeleta electoral:
- ¿Está usted a favor de romper la unión con Dinamarca?
- ¿Está usted a favor de adoptar una nueva constitución republicana?
La participación fue del 98,6%. El 97,35% de los votantes se pronunció a favor de romper la unión con Dinamarca y el 95,04% a favor de una nueva constitución republicana.
Poco después, el Estado islandés se declaró una república independiente. ¿Puede Groenlandia hacer lo mismo que Islandia?
¿Cómo puede Groenlandia separarse?
En comparación con el proceso que condujo a la independencia de Islandia, la situación es un poco más difícil para Groenlandia. Aunque la ocupación nazi en Dinamarca facilitó aún más la secesión de Islandia en 1944, Islandia tenía derecho legal a separarse de acuerdo con el tratado de Islandia con Dinamarca. Como señala el historiador Robert Young, “ Islandia invocó una cláusula del Acta de Unión que permitía la terminación unilateral del Acta, y la decisión fue confirmada, como era necesario, por un plebiscito nacional”. 1
En otras palabras, la secesión islandesa fue inusualmente fácil y legal, en lo que a secesiones se refiere. Sin embargo, en la larga historia de los movimientos secesionistas , pocos son “legales” en un sentido formal. En la práctica, los movimientos secesionistas suelen utilizar la presión política y las alianzas para lograr la independencia, incluso cuando no existen disposiciones legales que lo permitan. El éxito de un movimiento secesionista depende de las realidades políticas del presente, y no de las convenciones políticas de tiempos pasados.
Es decir, la independencia de Groenlandia no depende de que exista o no un método legal establecido para que Groenlandia se separe unilateralmente. Lo que importa es si Groenlandia puede encontrar el apoyo político necesario (tanto nacional como internacional) para lograrlo. Por ejemplo, si Groenlandia votara por la independencia y si Washington estuviera suficientemente motivado para querer la independencia de Groenlandia, Estados Unidos intervendría y presionaría al Estado danés. Estados Unidos afirmaría que se debe permitir a los groenlandeses la autodeterminación como una cuestión de derechos humanos.
Éstas serán, por supuesto, las razones esgrimidas para apoyar la secesión por parte de Estados Unidos, pero no serán más que una tapadera. La verdadera razón para apoyar la secesión será que el régimen cree que la independencia de Groenlandia de algún modo hará más poderoso al Estado norteamericano. Esto debería ser obvio, ya que Estados Unidos nunca ha apoyado la autodeterminación de sus propios ciudadanos y se niega rotundamente a aceptar la idea de la secesión de ninguna parte de su territorio.
Cuando Washington descubre que le gusta la secesión
En el plano interno, el problema con el apoyo estadounidense a la secesión de Groenlandia es que Washington quizá tenga que inventar alguna razón para explicar por qué la secesión de Groenlandia es aceptable, pero la secesión no está permitida para ningún grupo de estadounidenses.
En este caso, los argumentos habituales no funcionarían especialmente bien. Históricamente, Estados Unidos ha apoyado la secesión de los extranjeros (pero se la ha negado a los estadounidenses) con el argumento de que la secesión sólo se permite como medio de difundir la democracia a través de la descolonización. La idea aquí es que un país como Nigeria (por ejemplo) debería ser independiente del Imperio Británico porque ese país, cuando era parte del Imperio, no recibió representación en el parlamento británico.
Sin embargo, este razonamiento no se puede aplicar a Groenlandia, que ya es una democracia según los criterios comúnmente utilizados. Por ejemplo, Groenlandia goza de autonomía, tiene su propio parlamento e incluso tiene representación en el parlamento danés. De hecho, con dos miembros en el parlamento, la población de Groenlandia está representada a la par con los votantes daneses comunes, si se ajusta el número de habitantes. Hay aproximadamente 33.000 daneses por miembro del parlamento en el “continente danés”. Con una población de menos de 57.000 ciudadanos, Groenlandia está en realidad ligeramente sobrerrepresentada en Copenhague, con dos miembros. Proporcionalmente, los groenlandeses reciben mucha más representación legal en el parlamento danés que los residentes de Montana o Wyoming en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. Además, si Groenlandia se convirtiera en un territorio no estatal de los Estados Unidos, no recibiría ningún voto en el Congreso estadounidense .
Por lo tanto, Estados Unidos no puede afirmar que Groenlandia es un caso especial porque actualmente no cuenta con un sistema político democrático. Por otra parte, Estados Unidos podría afirmar que Groenlandia debería obtener su independencia porque muchos de sus residentes son miembros de un grupo étnico indígena. Sin embargo, eso plantearía la espinosa cuestión de permitir que las poblaciones indígenas de Estados Unidos voten sobre la independencia. Esa no es una conversación que Washington quiera tener.
Afortunadamente para Washington, sin embargo, es probable que pueda salirse con la suya si se limita a mantener una postura muy vaga sobre el tema y a acumular la propaganda habitual sobre el excepcionalismo estadounidense. Nos dirán que la secesión de Groenlandia es buena simplemente porque Dinamarca no es Estados Unidos. Eso probablemente será suficiente para silenciar a los partidarios más acérrimos de Trump, que apoyan ciegamente (o al menos toleran) todo lo que hace el régimen mientras Trump sea presidente. Para quienes exigen más explicaciones, Washington puede recurrir al viejo y probado método: avivar los temores sobre los fantasmas extranjeros. La anexión de Groenlandia por parte de Trump ya se está promocionando en gran medida como un ataque preventivo contra la “amenaza” china. La solución, nos dicen, es hacer que el régimen estadounidense sea más grande, más poderoso y más hegemónico a nivel mundial. Por lo tanto, nos dirán que permitir que cualquier estadounidense se separe de Estados Unidos sería debilitar al Estado estadounidense, y eso no puede suceder.
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- 1 Robert A. Young, “¿Cómo se producen las secesiones pacíficas?”, Canadian Journal of Political Science 27, no. 4, (diciembre de 1994): 778.
Publicado originalmente por el Mises Institute: https://mises.org/mises-wire/us-regime-might-finally-support-secession-only-greenland
Ryan McMaken es editor ejecutivo del Instituto Mises, economista y autor de dos libros: Breaking Away: The Case of Secession, Radical Decentralization, and Smaller Polities and Commie Cowboys: The Bourgeoisie and the Nation-State in the Western Genre. Ryan tiene una maestría en políticas públicas, finanzas y relaciones internacionales de la Universidad de Colorado.
Twitter: @ryanmcmaken