Llegó diciembre, el último mes del año lleno de festividades y consumo. Es un excelente mes para poder usar el mercado a nuestro favor y vender productos de temporada, así como idear en qué poder invertir el aguinaldo, o si eres keynesiano, en qué poder gastarlo. Debido a que durante estas fechas hay mucho dinero en circulación en el mercado, es muy probable toparse o recibir cualquier tipo de estafa; este grupo de personas están muy atentos de hacer caer a la gente para poder entrar a sus cuentas bancarias y robarles el dinero. Pero lamento decirte que no es la única mafia interesada en usurpar el esfuerzo de tu trabajo o de tus ahorros. Existe una más grande, monopólica y normalizada llamada Estado.

Antes de empezar a dar el típico discurso libertario demeritando al Estado, vamos a definir qué es el Estado. Para la Ciencia Política, esta definición incluye el conjunto de territorio, población y gobierno, esto quiere decir que a nosotros, como individuos se nos incluye en este sistema con el objetivo de darnos un sentido de pertenencia, de identidad, dando el nacimiento del patriotismo. De esta manera, para el Estado moderno, nos hacen creer que el pago de impuestos no va dirigido a una persona en específico, va dirigido a la idea de un bien común porque nos hacen pensar que el Estado somos todos. ¿Pero realmente lo somos?

Miguel Anxo Bastos al dar conferencias, clases y pláticas sobre la Teoría del Estado argumenta que este no es algo realmente palpable, más bien es una idea generada por un conjunto de personas organizadas con el poder de quitarle el dinero sin consentimiento a los individuos por medio de impuestos y gastarlo de la manera en que ellos piensan que es más conveniente.

La existencia de las contribuciones está relacionada con la existencia del Estado, ambas se complementan entre sí. Desde los orígenes de las primeras civilizaciones organizadas bajo un yugo estatal, ha existido el acto de pagar impuestos, y nuestros antepasados tampoco estaban conformes con hacerlo. Los individuos que mantienen el pensamiento de que es moralmente correcto dar cierto porcentaje de nuestro dinero para la organización de la civilización en beneficio de los contribuyentes, desconocen que el origen de este pago no era para facilitarle la vida a las personas, realmente era magnificar al poder en turno. Los egipcios veían al faraón como un dios, y daban cierta parte de su dinero en sentido de honra. Los reyes fueron puestos por autoridades divinas de los pueblos, y sus contribuciones también eran para exaltarlos, financiando desde sus lujos hasta sus guerras, creando así inconformidades entre los habitantes, logrando que este descontento hiciera nacer la chispa revolucionaria en contra del Estado.

Está en la naturaleza del Estado buscar obtener el dinero de los individuos para conservar su existencia y la manera en que puede lograrlo es gracias a su monopolio de la fuerza. El Estado es la única organización con la capacidad legal de darte una consecuencia dolosa al no cumplir con el pago de las contribuciones, privando tu libertad o aumentando el pago mediante multas. No existe un Estado que no obligue legalmente a sus ciudadanos en pagar impuestos, o por lo menos que lo tenga estipulado en la ley. Es verdad que dentro de la historia existieron casos donde llegaron a perdonar el pago de impuestos, pero esos sucesos no se comparan a las facturas que realizan muchas personas para disminuir su cuota mensual.

“En los tiempos antiguos, los impuestos eran la empresa más importante de la civilización. La vida en todos los niveles era primero y principalmente una lucha contra los impuestos”

– Charles Adams, La Historia de los Impuestos.

Se entiende por robo a la acción de tomar una pertenencia ajena sin el consentimiento del propietario por la fuerza o mediante una amenaza violenta. Entonces, veamos la siguiente analogía: Un grupo de bandidos se da cuenta que gracias a mi negocio de tacos puedo generar más de 50,000 pesos de ingresos al mes, dinero distribuido entre los insumos necesarios para mantener el puesto, financiar a los trabajadores y obtener ganancias. Estas personas se acercan a mi negocio y me exigen el 30% de los ingresos generados, con la amenaza de usar la violencia al no cooperar. En cualquier contexto cultural, este tipo de acto debe ser condenado y reprendido por las autoridades, pero cuando el grupo de bandidos resulta ser la autoridad que tiene el monopolio de violencia y justicia, en vez de ser un robo, se convierte en una “responsabilidad civil”. La realidad es que no existe diferencia entre lo que realiza el Estado para exigirnos el cobro de impuestos a un grupo criminal organizado, el resultado es el mismo: la usurpación a la propiedad privada.

En México existe un organismo derivado de la Secretaría de Hacienda llamado SAT (Servicio de Administración Tributaria), este se encarga de la recaudación de impuestos para el erario público. Tanto las personas físicas como las personas morales tienen el deber de inscribirse y generar un RFC para hacer el ejercicio de contribuir a la “riqueza de la nación”. La realidad en el país es que no todas las personas pagan impuestos, aún existen muchos mexicanos que viven al día mediante el mercado informal y gracias al uso de efectivo pueden salvarse de ser perseguidos por el SAT.

Usualmente, es la clase baja o media baja quienes manejan su vida en un mercado informal, pero también es esta misma la que hace uso de los servicios públicos brindados por el Estado, quienes reciben el dinero, las pensiones, las becas, etc. La clase alta o media alta que busca ser emprendedor o que ya son empresarios y que debido al miedo impartido por el Estado, deciden voluntariamente pagar los impuestos, son los que prefieren pagar servicios privados que hacer uso de los brindados por el Estado. En consecuencia, quienes pagan impuestos no son los que realmente hacen el disfrute por “vivir en sociedad”.

Esto no es una promoción a que el SAT debe de fortalecerse y buscar minimizar la informalidad en el país, este es el sueño de todo contador, agregando que la demanda en sus servicios aumentarán si esto sucediese. El contribuyente mexicano suele tener envidia de la gente que vive en la informalidad porque ellos difícilmente pueden tener esa posición, la realidad es que la clase baja o media baja logra conseguir dinero viviendo al día y forzarlos a pagar impuestos sería incrementar más la pobreza. Tampoco estoy incitando a que entonces sean los ricos que paguen impuestos como la gente de izquierda suele decir en sus discursos de “tax the rich”. Lo que verdaderamente sucede es que el Estado funciona gracias a la recaudación forzosa de nuestro dinero, utilizando la excusa de brindarnos beneficios civiles a cambio, pero todo lo que obtenemos del Estado lo podemos también tener de un sector privado dentro de un libre mercado. Ergo, pagar impuestos no es ningún deber moral ante la sociedad, ni ante la patria, más bien es un método de defensa en respuesta a las amenazas que el poder estatal implementa para la usurpación del dinero de sus habitantes.

A pesar de que el discurso libertario esté moralmente en contra del pago de impuestos, no todos los libertarios incentivan a la gente a no pagarlos. El principal ejemplo es con el profesor Jesús Huerta de Soto, él aconseja a que todos paguemos los impuestos, debido a que al no hacerlo podremos sufrir consecuencias que nos priven de la libertad o de otras pertenencias, pero siempre hay que ser conscientes de que ese acto nos esclaviza y que la esclavitud es una inmoralidad que hay que erradicar cuanto antes.

Por otro lado existe una corriente anarquista llamada agorismo, quienes sí promueven la contraeconomía como una estrategia para poder defenderte del Estado. La base de esta idea es comparar la cantidad total de pago de impuestos, y si el castigo por no pagarlos es una multa menor a las ganancias, entonces procede a no pagarlos, pero si la multa o el castigo es mayor a las ganancias, sugiere mejor que realices el pago.

No hay manera en defender el pago de impuestos, no es para nuestro bien ni tampoco para vivir en sociedad, realmente son para el disfrute de las personas en el poder quienes tienen la autoridad ilícita de decidir qué hacer con nuestro dinero, cómo gastarlo ya quién regalarlo, una decisión que moralmente le compete al propietario. Es por esto que comparan al Estado con la mafia, porque actúan con el mismo modus operandi, sin embargo, el profesor Miguel Anxo Bastos comenta que desde su perspectiva, el Estado es peor que la mafia, pues este no se limita a la recaudación de dinero ajeno, también educa a sus habitantes desde pequeños en hacerles amar a esta institución mediante la implementación del patriotismo fomentado en las escuelas. Por lo tanto, el Estado es una organización criminal que usurpa el dinero de las personas mientras los adoctrina desde niños para hacerles creer que los impuestos no son un robo, esta acción es peor que la mafia.



Por Montserrat Portilla

Montserrat Portilla es una internacionalista y máster en Economía y Políticas Públicas por la universidad de las Hespérides. Apasionada por la Escuela Austriaca y la escritura, es autora de varios artículos y ensayos sobre política y econmía desde una perspectiva libertaria. Es activista en redes sociales para la promoción de las ideas liberales liderando el grupo "Chavos Libertarios".

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