Introducción:

La democracia ha tenido un papel fundamental para el ejercicio del poder de casi todos los gobiernos del mundo; el que esta existe o no, crea amplias brechas tanto sociales como económicas en un sentido muy radical. A pesar de que, como todo modelo político es perfectible porque está configurado por la acción del humano, hemos detectado algunos casos puntuales para el caso de México que coadyuvan a que este se encamine, pero para mal.

Después de la introducción, el trabajo se divide de la siguiente manera: en el segundo punto se explica brevemente el significado de la democracia. En el tercer punto, se examina el caso democrático para México.

2.- Las debilidades de la democracia

Los liberales del siglo XIX creían que podían limitar el poder del estado, por lo que decidieron volverse hacia la democracia. Su argumento es simple: dado que el estado tiene poder sobre la sociedad, es conveniente que la sociedad tenga algún poder sobre el estado. Sus demandas se basan en la reciprocidad y la responsabilidad compartida como medio para evitar el totalitarismo.

Sin embargo, en nuestras sociedades modernas los impulsores de las democracias no limitadas (la democracia como proyecto y finalidad última del género humano) se ha convertido en un mecanismo para expandir los poderes del Estado, sin límite alguno. La democracia –que puede pavimentar el camino a tiranos como Hitler o Chávez– ha pasado a ser el modelo de relación social por excelencia.

Para que la sociedad sea perfecta, la democracia debe incluir todas las esferas de las personas; las aulas, las empresas, las editoriales de los periódicos, las relaciones internacionales e incluso la guerra deben ser democráticas. En la «democracia» la coerción, la violencia o la inmoralidad parecen desaparecer. El mal no puede surgir de la decisión de la mayoría precisamente porque la decisión de la mayoría es el fin de la sociedad y un bien en sí mismo.

Si bien son bemoles polarizados sobre la democracia, pero que no dejan de ser muy importantes, La democracia, entendida como el gobierno en manos de los ciudadanos, constituye la forma de organización política prevaleciente en la mayoría de las naciones. El mecanismo fundamental de la soberanía popular consiste en la votación libre y confiable, en la cual cada elector cuenta con un voto.

Para que el proceso funcione, los países suelen poseer una Constitución que protege las libertades individuales. Así, para establecerse como tal, la democracia debe ser “liberal”, es decir, exhibir características liberales, como la libertad de expresión y un sistema judicial independiente.

Actualmente, la forma dominante de democracia es la «representativa», donde los ciudadanos eligen representantes para tomar decisiones sobre el gobierno. Estos representantes deben rendir cuentas y pueden ser castigados si se desempeñan mal, incluso perder las próximas elecciones o ser despedidos por incompetencia.

Una forma menos común de democracia es una forma «participativa» en la que los ciudadanos toman decisiones directamente y pueden participar en asuntos ejecutivos o legislativos, cuyas audiencias a menudo se denominan plebiscitos y referéndum, respectivamente.

La expansión de las democracias en el mundo es un fenómeno relativamente moderno. Debía gran parte de su victoria sobre los diversos regímenes autoritarios que habían gobernado durante siglos a la creciente apreciación de su valor por parte de la sociedad.

La sociedad entiende intuitivamente los beneficios de la democracia, que contrastan con los males y la miseria creados por las dictaduras. Además, los efectos sobre la democracia han sido ampliamente estudiados por expertos de diversas disciplinas.

Específicamente, los análisis empíricos muestran que la democracia tiene un efecto positivo, al menos indirecto, sobre el crecimiento económico. Por ejemplo, en un estudio de 184 países entre 1960 y 2010, el economista Daron Acemoglu y sus colegas concluyeron que la democracia aumenta el desarrollo económico a largo plazo porque implica una inversión significativa en factores como la salud y el capital humano.

Además, la democracia no sólo es útil como medio para otras cosas, sino que también es un bien en sí misma. Los seres humanos son sociales por naturaleza, y tomar decisiones utilizando su capacidad para conectarse con los demás puede conducir a una vida más plena.

3.- México y la democracia actual

En México, la experiencia de la democracia es relativamente nueva. Aparentemente comenzó cuando el partido oficial perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Representantes en 1997 y se profundizó en 2000 cuando la oposición ganó las elecciones presidenciales. Después de siete décadas, el cambio de hegemonía oficial fue posible gracias al éxito de establecer un sistema electoral confiable.

Por desgracia, la iniciativa presidencial de reforma en materia electoral, actualmente ya discutida en el Congreso, conllevó a un retroceso significativo en la democracia en el país. Sus principales daños pueden agruparse en tres áreas.

Con mucho, el efecto más adverso se ejercería mediante la sustitución del INE, actual autoridad electoral, que goza de amplia credibilidad, con un nuevo órgano, cuya organización y operación tenderían a carecer de independencia y efectividad, específicamente se habló mucho de que quedaría a cargo de la Secretaria de Gobernación. Juez y parte, como coloquialmente se le suele llamar a un ejercicio así de centralizador.

En teoría, los candidatos a consejeros deben de ser escogidos por los tres poderes de la Unión y elegidos mediante votación directa popular, lo cual favorecería a activistas que fueran simpatizantes del partido oficial. Además, se buscó desmantelar a la organización, perdiendo la experiencia acumulada en el servicio civil de carrera, y se le quitándoles la responsabilidad del padrón electoral.

Una segunda área consistiría en la reconfiguración del Congreso. Si bien se pretende reducir su tamaño, eliminando 200 diputaciones y 32 senadurías, lo cual resultaría, en cierta manera defendible, los escaños restantes en ambas cámaras se convertirían en plurinominales, al basarse su elección en listas estatales. Con ello, se perdería el carácter bicameral y federalista, lo cual hace desaparecer la escasa conexión entre los legisladores y los electores y, por ende, las posibilidades ciudadanas de exigir cuentas.

La tercera debilidad son las restricciones a la financiación pública de los partidos políticos, que se limitarán a los años electorales, mientras que se mantendrán las barreras a la financiación privada, amenazando la supervivencia de los partidos de oposición y facilitando la recaudación ilegal de recursos.

En los últimos años, el sistema democrático de México se ha fortalecido, pero su permanencia no está garantizada. Los ataques presidenciales a la democracia ponen en peligro las posibilidades de cosechar cabalmente las bondades de este sistema.

Por Asael Polo

Economista por la UNAM. Especialista en finanzas bancarias y política económica. Asesor Económico en Cámara de Diputados - H. Congreso de la Unión. Escribe para Asuntos Capitales, Viceversa.mx y El Tintero Económico. Twitter: @Asael_Polo10

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