Se suponía que la redada iba a ser rutinaria. Los oficiales de la policía de Nueva York simplemente ocuparían el lugar, sacudirían al dueño por más dinero, conseguirían algo de alcohol, golpearían y extorsionarían a algunos maricones por las cuotas, y se acabaría la noche. Pero esta vez las cosas no salieron como lo planearon.

El 28 de junio de 1969, en el bar Stonewall Inn en Manhattan, se dijo «basta». Mientras trece clientes y empleados gays estaban siendo llevados a los vagones de la policía, se desató el infierno. Los vecinos de Greenwich Village convergieron en el lugar y expresaron su indignación por el maltrato a los arrestados. Desde la multitud que crecía rápidamente, se arrojaron peniques a los oficiales, peniques que rápidamente se transformaron en botellas y otros detritus. La resistencia fue suficiente para forzar a la policía a refugiarse en el bar. Los vecinos indignados persiguieron e intentaron derrumbar la barricada erigida apresuradamente dentro, incluso trataron de prenderle fuego. Cuando el humo se disipara, sería un nuevo mundo para la comunidad gay.

Cincuenta y cuatro años después, hay mucho por lo que sentir orgullo. La homosexualidad per se ya no descalifica legalmente a nadie para cualquier empleo o asociación. Los hospitales ya no pueden excluir a las parejas visitantes porque resulten ser del mismo sexo. Tampoco la homosexualidad descalifica para la adopción, si se cumplen todos los demás determinantes. Todos los años de dura lucha han alcanzado un estatus por el cual las personas LGBTQ+ pueden participar significativamente en la sociedad y contribuir a ella sin ser definidos exclusivamente por su sexualidad.

Dicho esto… el paradigma está empezando a revertirse. En lugar de ciudadanos LGBTQ+ que buscan el reconocimiento de sus valiosas contribuciones a la sociedad, éstos cada vez más buscan el reconocimiento a su sexualidad. Mientras que las primeras marchas del Orgullo fueron organizadas para desestigmatizar la homosexualidad, el Movimiento del Orgullo moderno es sobre hacer proselitismo a la orientación LGBTQ+. Una cosa es que el maestro de escuela diga a sus estudiantes de pasada que está casado con un hombre (lo que es una normalización encomiable), pero otra muy diferente es que el profesor asigne libros detallando la intimidad entre parejas LGBTQ+. Si algún profesor heterosexual hiciera esto, recibiría un apercibimiento según el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de cinco maneras para el viernes, y merecidamente.

El Movimiento del Orgullo se fundó para exigir igualdad de trato, independientemente de la orientación. ¡Regresemos a ese noble proyecto!

Daniel Donnelly, libertario estadounidense, candidato y miembro del Partido Libertario de Nueva York. 

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *