Introducción:
“En México, Pemex desarrolla toda la cadena productiva de los hidrocarburos: exploración, producción, transformación industrial, logística y comercialización a mercados nacionales e internacionales, con respeto a las comunidades y el medio ambiente, generando valor para México”.
Sin embargo, Petróleos Mexicanos necesita capital ya que la petrolera está llamando a las puertas de Goldman Sachs y JP Morgan por al menos $1,000 millones en financiamiento debido a su alto índice de endeudamiento. Según Bloomberg, el acuerdo con Goldman Sachs está relacionado con el crudo, mientras que la empresa convencional busca cerrar un acuerdo con JP Morgan que le permita recaudar efectivo relacionado con la venta de su gasolina.
La compañía petrolera tiene alrededor de $105 mil millones en deuda, de los cuales el 20% es a corto plazo y el 80% a largo plazo. Al necesitar efectivo este año para pagar alrededor de $10 mil millones, Petróleos Mexicanos ya ha refinanciado su deuda mediante la venta de bonos. Sin embargo, en un entorno restrictivo con altas tasas de interés, se espera que la obtención de financiamiento sea muy costosa.
Los problemas de deuda de Pemex
Actualmente es la empresa petrolera estatal más endeudada del mundo, y aun así está buscando nuevo financiamiento para cumplir con sus obligaciones de corto plazo. Una de las estrategias más comunes utilizadas por los gobiernos para administrar mejor la deuda pública es la consolidación; es decir, posponer los pagos más allá del ejercicio fiscal. Vencimientos, que suelen ser muy de largo plazo.
Pemex también ha realizado la consolidación en varias ocasiones. En cuanto al uso de la deuda de Petróleos Mexicanos y sus subsidiarias, Pemex tiene un saldo de 2,123 millones de pesos y un costo financiero de 66,200 millones de pesos (con la tasa de interés más alta de la historia y costo para los contribuyentes) bajo el contrato CA-098/2022. Esto sugiere que los ejecutivos de la petrolera no van a abordar sus problemas de deuda en este momento, sino que los retrasarán y pospondrán el mayor tiempo posible, además de ser un tipo de deuda financiada por el gobierno mexicano, no por los flujos de ingresos de Pemex.
Otro movimiento cobarde y engañoso que han realizado para “mejorar” la gestión de la deuda se refleja en el contrato CA-060/2022, que implica el canje de deuda comercial por deuda financiera. Esta distinción es importante porque necesitamos diferenciar cuando analizamos empresas, debemos distinguir la deuda comercial, que se considera deuda sin intereses, y la deuda financiera, que incurre en costos por intereses. El plan incluido en el contrato incluye pagos acelerados de hasta $5 millones con base en el cumplimiento de los proveedores y contratistas de Pemex. El programa se alimentó con 2 mil millones de dólares; sin embargo, se agotó rápidamente y el saldo total de la deuda de Pemex no se redujo.
La reciente colocación de bonos que realizó Pemex por 2 mil millones de dólares, fue hecha en un escenario muy alto de tasas de interés, lo que los obligó a colocarlos con una tasa de rendimiento del 10.3 por ciento. Pero, nuevamente, antes de que esto signifique una solución de sus problemas de deuda, fue más un mecanismo para que las calificadoras no degradaran su grado de inversión, advertidos del año pasado por la agencia Moody’s, que colocó la calificación crediticia de Pemex en grado de bono “basura” por tener una liquidez débil y una alta dependencia del gobierno mexicano.
Ante esta colocación, hubo un gran apetito y demanda por los bonos de Pemex en los mercados internacionales, la cual tiene una alta correlación con las explicaciones reiteradas desde el Ejecutivo federal que seguirán apoyando a la petrolera, incluso, con intenciones de hacer suya la deuda Pemex.
Además, la Secretaría de Hacienda espera que Pemex pague su deuda en el primer trimestre sin apoyo estatal «a menos que [tenga] suficiente dinero», sin embargo, a principios de enero de 2023, Octavio. O Romero, confirmó que “el presidente ordenó una vez más a Hacienda que apoye la condonación de las deudas de Pemex” y aseguró que “no habrá ningún problema, ya tenemos varias alternativas de solución y saldremos adelante”.
En realidad, está admitiendo un enorme problema. Enredado entre su explicación estaba el reconocimiento de que “los pagos de las amortizaciones de la deuda no están contemplados dentro del presupuesto, son fuera del presupuesto, el servicio de la deuda sí (lo cubre el presupuesto), pero las amortizaciones no”. Al principio parecía una mera confusión conceptual. Pero, a los pocos días, publicaron que Pemex estaba buscando fondos para pagar 10 mil millones de dólares en vencimientos de bonos – “una suma que ni la petrolera ni el gobierno incluyeron en sus presupuestos anuales”. Fue la interpretación correcta.
Además, los datos de la nueva emisión hicieron que los bonos de Pemex tuvieran el peor desempeño en el mercado de alto rendimiento el 25 de enero, informa Bloomberg. A fines de enero, López Obrador incluso aseguró que el gobierno efectivamente estaba listo para asumir la deuda de Pemex a nivel nacional. Es la primera vez que un presidente mexicano decía algo así. Aunque López Obrador ha dejado claro en el pasado que su apoyo a Pemex es incondicional, no es lo mismo. Garantizar la deuda a nivel nacional no es exactamente retórica política. Este es un lenguaje técnico. Por lo tanto, se involucra en reclamos legales de ambos lados.

Con el liderazgo de Octavio Romero, Pemex, arrastra a todo el país con toma de decisiones erradas, ahora colocó 2 mil millones de dólares en una emisión de bonos en el mercado internacional, a una tasa de 10.73 por ciento, una de las más altas en los mercados financieros.
Es entonces, que se acumula una deuda financiera de unos 103 mil millones de dólares, y como se mencionó, el gobierno de López Obrador anunció que la deuda de 2 billones de pesos, pasaría a la deuda pública de la nación, por lo que se trata de un rescate similar al del Fobaproa.
Como resultado, los 2 billones de pesos que absorbe el gobierno federal de la deuda de Pemex representan el 25% del presupuesto federal, fondos que podrían haberse utilizado para proyectos de infraestructura, educación, compra de medicamentos y otros fines sociales de carácter urgente.
Además, para producir derivados del petróleo dentro de 30 o 40 años, se tendría que disponer de una inversión de casi US$20 mil millones (o 400 mil millones de pesos). Sin embargo, la decisión del mundo para entonces será dejar de quemar autos con combustibles fósiles y cambiar a autos eléctricos o autos que usen otros elementos como hidrógeno o cloruro de sodio (sí, sal).
Como resultado, los pasivos de Pemex son mayores que sus activos, o, en otras palabras, debe más de lo que valen sus instalaciones, equipos y reservas. Durante los cuatro años de las administraciones anterior y actual, su desempeño (Pemex) reflejó pérdidas. Fue de 148 mil 633 millones de pesos en 2018 y llegará a 244 mil 363 millones de pesos en 2021, un 69,4% más que en 2018. Al 2022, los activos de Pemex sumaron 96 mil 700 millones de dólares. Sus pasivos o deuda, como ya se dijo es la más alta de todas las petroleras del mundo, 108 mil 436 millones, valor superior al de todas sus instalaciones. Aunado, a los demás problemas que presente la petrolera, como es el robo de combustible, conocido como “huachicoleo”, el cual al inicio de este gobierno aseguraron y prometieron atacarlo para exterminarlo, pero irónicamente incrementó en un 196.6 por ciento con el actual gobierno.
Esto es así para que Pemex no cumpla con su consumo interno de derivados del petróleo, importa cerca del 70% de la gasolina que se consume en México; 68% diésel y más del 70% gasolina (2022). Palabras menos: ni se es autosuficiente (no es lo deseable) y se gasta más.
La balanza comercial petrolera es deficitaria. De enero a septiembre de 2022, Pemex recibió 30 mil 999 millones de dólares por exportaciones de petróleo crudo, pero gastó 59 mil 139 millones en importar derivados del petróleo, diésel y gasolinas, entre otros.
Actualmente, Pemex es una carga para México, no un activo. Su titularidad estatal no garantiza la soberanía nacional. Cada día nos volvemos más dependientes de las importaciones de los EE. UU., que requieren subsidios gubernamentales de impuestos para cubrir la deuda, los salarios y la manutención de sus gastos.

Por Asael Polo

Economista por la UNAM. Especialista en finanzas bancarias y política económica. Asesor Económico en Cámara de Diputados - H. Congreso de la Unión. Escribe para Asuntos Capitales, Viceversa.mx y El Tintero Económico. Twitter: @Asael_Polo10

Un comentario en «Los Fobaproas del gobierno: el caso de Pemex»
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