A la presidente de México, Claudia Sheinbaum, le viene bien recordarle cada vez que hable de «respeto soberano» en sus discursos mediáticos matutinos, sobre todo cuando se refiere a sus colegas presidenciales que no comulgan con el castrochavismo, el Foro de Sao Paulo, el socialismo del siglo XXI; con la Comisión Económica de Latinoamérica y el Caribe (Celac), ya endosada por Petro a la China comunista y con cuantos otros monstruos subversivos vayan creando en sus dictaduras totalitarias izquierdistas; que debería quedarse callada al tocar ese tema, pues le van a estallar en sus oídos quejas, lamentos y hechos accionarios contra la invasiva y criminal incubación de guerrillas comunistas en toda Latinoamérica desde los años sesenta, por su recordado camarada Fidel Castro y sus herederos del G-2 cubano.

Habrían otros reclamos históricos que hacerle desde el punto de influencia política negativa hacia la región, como su desmesurado apoyo al clan de los Castro en Cuba o su abierta simpatía con el combo de organizaciones socialistas a las que su partido Morena pertenece, pero por ahora no vamos a tirar todos los dados a la mesa. Basta con lo presente y eso ya representa por sí mismo una agenda saturada de desaciertos y atropellos irrespetuosos a su propio pueblo y a la comunidad internacional.

México siempre ha sido tradicionalmente un país con una fuerte carga marxista cultural, avenida en gran medida por dos grandes razones: su vecindad con Estados Unidos y por haberse dado en ese país la primera revolución hispanoamericana, que, aunque tuvo una motivación más agrarista que ideológica e internacional a diferencia de la soviética, sí ha heredado resabios de ese pasado y del siempre presente amor-odio hacia el vecino del norte. Relaciones estas, marcadas por una convulsa historia de guerras, disputas territoriales y amargas conspiraciones entre bandos armados  y conflictos entre caudillos de la afamada revolución.

La emblemática semántica sobre la defensa de la soberanía mexicana ha sido extrapolada por la mandataria. Veamos unos ejemplos con países como Estados Unidos, Ecuador y Perú —aunque, como hemos dicho, hace caso omiso de las bárbaras e irrespetuosas violaciones soberanas a prácticamente todas las naciones latinoamericanas, cuando Fidel Castro perforó la independencia de muchos gobiernos alterando el orden cívico con la implantación de guerrillas, las cuales solo dejaron muerte, tragedia y pobreza desde los años sesenta hasta finales del siglo XX—.

Con las políticas arancelarias del presidente Donald Trump, ella ha sacado las uñas en parte por su abierta militancia socialista, pero también por su desconocimiento del manejo de la política exterior, lo que creó semanas atrás un contrasentido diplomático diferente a la relación que su padrino López Obrador manejó con el mandatario estadounidense. Desde entonces a esta fecha, la jefa del gobierno mexicano ha enarbolado el sentir soberano como herramienta para dilucidar su frivolidad hacia el país  del norte, exagerando con mandar tropas a la frontera y obviando las duras críticas hechas a ella sobre sus  silenciados encomios  hacia el narcotráfico.

También ha manejado una polémica fuerte con el mandatario Noboa de Ecuador, argumentando que no reanudará relaciones diplomáticas ni comerciales con ese país, considerando “dudoso” el triunfo del joven político que derrotó a su aliada Luisa González limpiamente.

Con Perú armó otro berrinche, al defender al exmandatario golpista Pedro  Castillo, quien se encuentra preso, lo que mereció una enérgica respuesta del gobierno de ese país, acusándola de haber violado el principio de no intervención ni de respeto al Estado de Derecho. En fin, de todo hay en la Viña del Señor, hasta tecnócratas subversivas enfundadas en el presidencialismo femenino de una «show woman» política, que prefiere sentar cátedra de honestidad, olvidando  las flagrantes y graves invasiones soberanas a todo un subcontinente por sus viejos y actuales cuates comunistas del presente, lo que evidentemente se lo estarán recordando aquellos que no lo olvidan.

Publicado originalmente en El Nacional: https://www.elnacional.com/opinion/presidente-sheinbaum-y-la-soberania-usurpada-por-las-guerrillas-castristas-en-latinoamerica/amp/

Ariel Montoya.- es escritor, periodista y político nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista.

Twitter: @arielperse

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *