Pánico en las redacciones. «¿Por qué cada vez más varones jóvenes se vuelven fachas?», se pregunta El País. «La rebelión de los ‘fachavales'», anuncia La Sexta. «Los chicos jóvenes son cada vez más de derechas», tiembla Público. La culpa es de las redes sociales, dicen unos. Del porno, indican otros. Del patriarcado, apuntan desde el fondo de la sala. Por supuesto, nadie señala el elefante en la habitación: la culpa es vuestra.

Para cuando un chico llega a los 18 años, se ha comido una década de feminismo radical en vena impartido por sus maestros, que habrán sido mujeres en un 80% de los casos y rozado el 100% en la educación preescolar y los primeros años de primaria. Desde que tiene uso de razón, el varón medio se le ha dicho, una y otra vez, que lo femenino es bueno, y lo masculino es malo per se. Que los problemas de las niñas son importantes y que los suyos no le importan a nadie. Que machete al machote y que si no eres parte de la solución eres parte del problema. Durante años ha visto como sus profesoras, porque siempre son profesoras, castigan a los niños con una facilidad pasmosa, mientras que una niña, para recibir un castigo igual, tiene que infringir no menos de once artículos del código penal, la constitución y la declaración universal de los derechos humanos. La palabra de una niña en un colegio vale diez veces más que la palabra de un niño, y eso lo aprenden ya en el jardín de infancia. A Sandra Peña le amargaron la vida las niñas de su colegio, no los niños, y sin embargo jamás ningún experto de esos que salen en la tele pero casualmente resulta que cobran de los partidos del gobierno dirá nada acerca de la «feminidad tóxica». Eso no existe. Sólo lo masculino puede ser tóxico. El sistema escolar está diseñado para maximizar los resultados de las niñas, y si los niños tienen, como es el caso, el doble o el triple de tasas de abandono y fracaso escolar, será porque algo habrán hecho, machirulos. ¿Qué os gusta jugar al fútbol? Os jodéis, señoros, el patio es de todos y las niñas tienen derecho a pasear sin ser importunadas por tanta energía negativa masculina. A sudar al gimnasio, cerdos. Un porcentaje alarmantemente alto de profesoras de primaria y secundaria están pegándole una patada a sus padres en el culo de los hijos de otros, y a nadie le parece raro.

Pero no sólo los maestros transmiten el mensaje de que los problemas de los niños varones son absolutamente irrelevantes. Públicamente políticos, figuras sociales, actrices, actores, influencers gubernamentales, un ejército de opinólogos habla de los varones en general y de los jóvenes en particular usando argumentos y generalizaciones que en cualquier otro caso (negros, gitanos, musulmanes, mujeres, catalanes, extranjeros, hinchas del Betis, aficionados a la colombofilia) serían intolerables. Todo es culpa de los hombres por ser hombres. Hablar de «derechos de los hombres» es recibido con hilaridad en el mejor de los casos, con abierta hostilidad en el peor. «Los hombres deberían hablar de sus sentimientos», es decir, deben parecerse a las mujeres. ¿Qué se suicidan cinco veces más ellos que ellas? Eso les pasa por machistas. Hay campañas específicas para que las niñas estudien carreras de ciencias, pero sólo las carreras de ciencias que no están ya dominadas por mujeres, o sea, física, matemáticas y las ingenierías. Sin embargo, no hay campañas equivalentes para aumentar el número de hombres en medicina, enfermería o psicología, no digamos ya en magisterio. Demasiados hombres es malo, pero no pueden existir demasiadas mujeres; nunca son suficientes. Y entonces los adolescentes encuentran comunicadores («creadores de contenido») en Twitch o en Youtube que les dicen verdes las han segado, que las tonterías de Irene Montero y de su profesora de Ética son estupideces, y que el sistema está amañado, y los chavales caen como moscas, porque desde la izquierda todas las campañas dirigidas a los hombres, y especialmente a los hombres jóvenes, son para denigrarles. Se habla mucho de la polarización, pero no de los que polarizan. Las niñas no tienen la culpa de lo que los adultos hacen en su nombre, pero para los chicos son las grandes beneficiarias de un sistema que les considera despreciables. ¿Qué los chavales son fachas? Poco me parece para lo que tienen que aguantar.

Publicado originalmente en Libertad Digital: https://www.libertaddigital.com/opinion/2025-10-25/diego-gonzalez-por-que-tus-hijos-son-fachas-7312459/

Diego González. Escritor español. Fue parte de Redliberal. Es autor del libro Historiones de la Geografía: https://amzn.to/3QNsgWB Más de él en su blog: @fronterasblog

X: @diego_gon

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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