Introducción: 

El siguiente trabajo tiene como fin explicar un mecanismo de política pública y económica poco conocido como lo son los fondos de contingencia. Analizaremos sus beneficios, ventajas y desventajas que estos brindan ante escenarios de poca bonanza económica, además de romper con algunos mitos que la opinión pública emite sobre ellos. Después de la introducción, el presente se distribuye de la siguiente manera: en el según punto se expresarán la definición y los motivos teóricos que justifican la creación de estos mecanismos. En el tercer punto, se aterrizarán la operación de los fondos en México y su declive tan pronunciado en la actual administración.

2.- ¿Qué son y por qué crean los fondos de contingencia?

A menudo las economías experimentan cambios en sus ingresos y egresos derivados de los ciclos económicos, definidos como aquellos momentos donde la actividad económica se expande o se contrae según la coyuntura del país. Para efectos del tema, nos enfocaremos cuando la economía se contrae.

En dichos periodos, los gobiernos deben optar por medidas de política económica para reactivar o atenuar la caída de la economía; sin embargo, es frecuente que estos no tengan un conjunto de instrumentos que ayuden a contrarrestar los efectos de una recesión o una desaceleración económica de forma mecánica o también llamados estabilizadores automáticos. 

Una de las reglas de las finanzas personales es que, cuando hay “vacas gordas”, es decir, momentos de abundancia, las personas o familias opten por el ahorro, ya sea para transacciones futuras, por motivos de especulación y, para este caso, por motivos de previsión. La misma fundamentación microeconómica se sugiere que se lleve a cabo al campo de lo macroeconómico, donde el Estado es el que administra, en este caso, los recursos recaudados principalmente por impuestos. A este tipo de ahorro en especial, se le conoce como “fondo de emergencia”.

Un fondo de emergencia es un compartimiento de seguridad que se crean con el fin de afrontar y solventar potenciales eventualidades que tengan el potencial de dañar la estabilidad económica, el rendimiento de los activos o la salud financiera.

Disponer de un colchón financiero en cualquier momento, sobre todo en momentos de incertidumbre y crisis económica, es una decisión inteligente, sobre todo para disponer de esos recursos que den tranquilidad a la población. De este modo, se evitará tener que cometer medidas financieras más caras como la de solicitar un préstamo bancario que pueda dejar en descubierto la cuenta de ahorros o incurrir a un mayor déficit público.

En términos estrictos, un fondo de emergencia, únicamente debe ser activado en momentos en los que resulte muy difícil encontrar otras vías de liquidez inmediata y que requieran de un gran desembolso al tratarse, como su nombre lo indica, de una emergencia muy importante y de atención de inmediata, la cual puede ser sanitaria, como el caso de la pandemia por Coivd-19, por un terremoto, como el acontecido en 2017 en México, por una guerra bélica o una económica, tal cual la que experimentamos en este momento. En otras palabras, con un fondo se dan máximas garantías sociales y económicas.

Sin embargo, es menester aclarar una gran diferencia: cuando se trata hacer frente a eventualidades que no exigen un pago exorbitante, el fondo se llama de “Contingencia” que, de igual manera, opera bajo el supuesto de que, si no se tiene la suficiente liquidez para atender estas eventualidades, se corre el riesgo de complicar la salud financiara de familias y países.

Por ejemplo, si se atiende una gripa cuando empezamos a sentir cierto malestares en nuestro organismo, podemos evitar la cronicidad de esa enfermedad como la bronquitis; o, en caso de tener deuda con el banco y se nos atraviesa una época de desempleo, si contamos con un fondo que ayude a pagar esas obligaciones, podremos evitarnos pagar intereses moratorios o, incluso, el quebranto de nuestras cuentas.

En cualquiera de ambos fondos, tienen el objetivo de aportar serenidad a la economía nacional y personal, de manera que ese dinero que nutre el fondo sirva para solucionar las incidencias y así dar margen a poder concentrarse en actividades que generen o incrementen los ingresos. Sin embargo, la alimentación de estos fondos debe estar sujeta a la disciplina de la persona que la crea o a las leyes que se implementen, procurando utilizarlos en el momento necesario.

Entre los principales beneficios de cualquiera de estos fondos, cabe destacar dos: por un lado, son fundamentales para inculcar en todos una cultura de ahorro y una disciplina fiscal en el sector público, clave para alcanzar importantes objetivos a largo plazo. Independientemente del momento, será una muy buena decisión financiera considerar complementar, en el caso de una persona, por ejemplo, su plan de pensiones para disfrutar de una vejez tranquila o prevenir cualquier gasto por un desastre bélico, desastre natural o económico y así proteger los recursos de la población con liquidez inmediata. Solo hay un secreto para aumentar las ventas de productos de ahorro, y es hacer aportes regulares para que los fondos crezcan con el tiempo u con un interés compuesto.

Por otra parte, un fondo de emergencia ayuda a las personas a adquirir el hábito de conservar una parte de sus ingresos o reasignar recursos de la administración pública con mayor rentabilidad. Por otro lado, el mayor beneficio que ofrecen es un amplio margen de seguridad, sabiendo que los ahorradores están preparados para cualquier situación, ya sea que se trate de gastos a corto plazo de montos aceptables o mayores. Pero requiere una atención igual de rápida. De esta forma, evitas tomar decisiones drásticas en un momento dado.

3.- El declive de los fondos de emergencia en México

A modo de ejemplo, analicemos las deliberaciones del gobierno sobre equilibrar el presupuesto estatal en un año en que la actividad económica cayó más de lo esperado. Una gran parte de los ingresos del gobierno, principalmente de los impuestos, caerá a medida que disminuya la demanda.

Por el contrario, algunas partidas del gasto público, como las prestaciones por desempleo o los subsidios, aumentan cuando empeora la situación del mercado laboral. En consecuencia, el saldo presupuestario empeorará, mientras que, familias y empresas, sentirán cierto alivio del impacto del descenso de la actividad sobre su renta disponible.

Así, cuando la economía está en una fase de recesión o estancamiento, los ingresos fiscales se reducen, mientras que el aumento del desempleo aumenta el gasto público. En esta fase, el deterioro del saldo presupuestario (menor superávit o déficit) requiere cierto apoyo a los ingresos del sector privado, lo que limita el ajuste de la actividad agregada.

Durante los períodos de expansión, el gobierno genera más ingresos públicos y ayuda a reducir el gasto al promover la consolidación de las cuentas públicas (aumentando el superávit del gobierno o reduciendo el déficit). En ese momento el fondo debe ser alimentado.

He aquí la importancia de mantener y disponer de los fondos de emergencia, ya que una vez que el ciclo económico se vea en su momento recesivo, el activar los fondos ayudará a no incurrir en mayor déficit y, sobre todo, a disponer de recursos instantáneos que no incurran en mayor deuda o comprometa las finanzas públicas en el largo plazo.

Sin embargo, en lo que va del actual gobierno de López Obrador, los ahorros alojados en el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), se ha reducido hasta en 90%, teniendo un saldo en 2018 de 247 mil millones de pesos a 25 mil millones de pesos para 2022.

Por su parte, el Fondo de Estabilización de los Ingresos y Entidades Federativas, tenía en 2018 un saldo de 76 mil millones de pesos y en 2022 cerró con 21 mil millones de pesos, una reducción del 73%.

Por último, uno de los fondos de mayor relevancia para el caso de los terremotos y desastres naturales, fue abrogado en 2021 por diputados de Morena, al aludir que este operaba bajo corrupción e irregularidades, el cual, a la fecha, no se han comprobado. A la fecha, México destina solo 0.12% de su gasto público para atender emergencias y reconstrucción por desastres naturales.

El no tener dicho fideicomiso, deja al descubierto, ya que este mecanismo permitía ahorrar recursos monetarios no utilizados en el ejercicio fiscal. Por su parte, ahora mecanizado como un esquema presupuestario, este no asegura que el dinero vaya al fondo, ya que es meramente un deseo, una proyección presupuestaria y que depende de la liquidez inmediata del sector público, algo que va en total discrepancia con las reglas explicadas de los fondos de emergencia en el segundo punto de este trabajo.

Los fondos son parte del ahorro de los mexicanos, bolsa que se nutrió por décadas a través de los excedentes recaudatorios y no por mayores impuestos, según lo estipula la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria.

Como ya se ha dicho, si el Estado ve mermados sus ingresos presupuestales, puede usar estos fondos, pero, al margen de los datos expuestos, el margen para poder utilizarlos es muy acotado porque se los están acabando. Por lo que existe el riesgo que, cuando llegue una emergencia, aumente el nivel de endeudamiento.

El gobierno mexicano hizo ahorros por más de 20 años, para eso nacieron estos mecanismos, como herramientas de políticas contracíclicas. Habían más de 300 mil millones de pesos; sin embargo, hoy en día registran lo niveles más bajos en 20 años.