Malas calificaciones
Desde el inicio del sexenio, la calificadora Fitch Ratings ha reducido en 4 posiciones la calificación crediticia de Petróleos Mexicanos (Pemex). El presidente menosprecia las decisiones de calificación como lo ha hecho antes: «No pasa nada. Es parte de la simulación que existía durante el predominio del periodo neoliberal; es como tomar en cuenta la opinión del Fondo Monetario Internacional».
Las opiniones de calificadoras como Fitch Ratings y como Moodys, sin embargo, sí importan. Las calificadoras penalizan las caídas en flujos de caja libre, los bajos niveles de producción petrolera (Pemex no repone reservas a una tasa sostenible) y un compromiso insuficiente del gobierno federal para subsanar esa deficiencia. La gráfica adjunta, con datos de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, ilustra cómo la producción de petróleo se ubica por debajo de niveles observados en 1980. Aunado a lo anterior, el gobierno federal dio marcha atrás a la inversión en extracción y exploración de agentes privados.
Fuente: Comisión Nacional de Hidrocarburos.
Un flujo de caja libre deficiente refleja que Pemex cuenta con menos fondos después de pagar sus pasivos. Pemex tiene problemas de solvencia significativos: cuenta con poco dinero disponible para cubrir de manera sostenible su deuda de largo plazo.
Históricamente, Pemex ha sido vaca de ordeña para el gobierno federal, lo que ha deteriorado su competitividad. Convertirla en una empresa productiva del estado habría significado reducir la presión fiscal sobre Pemex y modernizar su gobierno corporativo. No obstante, el gobierno federal ha mostrado un poco o nulo compromiso en avanzar por ese tenor. Fitch Ratings ha considerado insuficientes los planes del gobierno federal de liberar recursos. El gobierno actual no tiene una estrategia creíble de apoyo a Pemex ni de mejorar su perfil crediticio.
¿Por qué esto es problemático?
Si Obrador sigue con sus planes —que involucran una mayor injerencia estatal en Pemex y una desconfianza a la inversión extranjera— y no atiende las recomendaciones, la posición crediticia de la empresa empeorará, con malas consecuencias para el país.
Las calificaciones que brindan las agencias calificadoras como Fitch Ratings son una guía para el inversionista y para el que decide otorgar recursos al gobierno federal en forma de créditos u otras formas de financiamiento. Los costos del financiamiento del gobierno federal están ligados a su calificación crediticia y hay cláusulas contractuales que incrementan tales costos frente a cambios en calificaciones. Como hay recursos del erario comprometidos en Pemex, una menor calificación eleva de golpe los costos de los compromisos asumidos por el gobierno federal. Costos que el contribuyente paga en forma de un mayor servicio de la deuda o en una menor disponibilidad de recursos energéticos y derivados: petróleo, gas, aceites, plásticos… Costos que no paga el presidente.
La insistencia del gobierno federal en influir sobre las decisiones económicas de Pemex tiene la capacidad de incrementar la carga fiscal sobre tus hombros y los de generaciones futuras.