“Lo que el viento se llevó”, dirigida por Victor Fleming en 1939 y basada en la famosa novela de Margaret Mitchell, es una de las mayores epopeyas cinematográficas de la historia.

Mucho más allá del marco de la Guerra Civil estadounidense, la película explora temas universales como la libertad individual, la propiedad privada y el dinamismo del mercado.

A través de la figura de Scarlett O’Hara la película presenta una visión profundamente liberal, celebrando el ingenio y la capacidad de reinventarse como herramientas esenciales para navegar los desafíos de la vida y prosperar en un mundo en constante cambio.

El mencionado protagonista es la encarnación del individuo que ejerce plenamente su propia libertad de elección. En un mundo devastado por la guerra y la destrucción, Scarlett se niega dejarse abrumar por las circunstancias. En cambio, elige activamente hacerse cargo de la propio destino, demostrando que el individualismo no es sinónimo de egoísmo, sino de autodeterminación. Su famosa frase: “¡Al fin y al cabo, mañana será otro día!”, representa no sólo un optimismo inquebrantable, sino también confianza en la propia capacidad de encontrar soluciones y construir el futuro según la propia voluntad.


Desde el punto de vista liberal, esta libertad de elección es fundamental. Cada individuo, como Scarlett, debe tener la posibilidad de decidir cómo afrontar las dificultades y definir su propio camino sin la interferencia de poderes externos que limiten sus opciones.

La libertad individual, de hecho, es la base de cualquier progreso personal y colectivo, y la capacidad de elegir y actuar de forma autónoma es lo que permite a los seres humanos alcanzar su máximo potencial.

Sin embargo, en el centro del éxito de Scarlett está la economía de mercado, con sus dinamismo y su capacidad de premiar a quienes mejor lo hacen y la innovación. Después de la destrucción causada por la guerra, comprende que para sobrevivir y prosperar debe abandonar viejas convenciones y abrazar nuevas ideas. Scarlett se convierte en una emprendedora, aprovechando el caos económico para encontrar nuevas oportunidades, como cuando decide gestionar un aserradero para recuperarse económicamente. Este espíritu de iniciativa es la esencia del libre mercado, donde la competencia y la libre empresa permiten que cualquier persona, independientemente de su origen, cree valor y construya una vida mejor.

En este sentido, la afirmación de Rhett Butler: “Haré una fortuna con las ruinas del guerra. Después de todo, cualquiera puede ganar dinero durante un auge, pero hacerlo cuando la sangre corre por las calles… eso requiere cerebro”, destaca la naturaleza del mercado, como terreno fértil para la iniciativa. En ese sistema, el riesgo y la innovación son recompensados, e incluso en los momentos más difíciles, aquellos que están dispuestos a pensar fuera a partir de los patrones pueden encontrar oportunidades de éxito.

La propiedad privada también es esencial para la narrativa. La plantación de Tara es de hecho, mucho más que una simple posesión de tierra para Scarlet; es un símbolo de autonomía y arraigo en la propia identidad. La defensa de Tara representa la batalla de Scarlett O’Hara para mantener el control sobre su vida y sus recursos. “A Dios pongo como mi testigo, nunca más volveré a pasar hambre”, afirma, subrayando la importancia de la propiedad como fuente de seguridad e independencia.

En el pensamiento liberal, la propiedad privada es considerada un derecho fundamental, ya que garantiza a los individuos la libertad de vivir y prosperar según sus deseos. Su protección es esencial para garantizar que las personas puedan construir y mantener su riqueza, utilizarla para crear más valor y, sobre todo, para protegerse de interferencias externas. La lucha de Scarlett por conservar a Tara refleja este principio, demostrando que la propiedad no es sólo una cuestión de bienes materiales, sino de libertad personal. “Lo que nuestra generación ha olvidado – escribió Friedrich A. von Hayek- es que el sistema de propiedad privada es la garantía más importante de libertad, no sólo para quienes poseen propiedades, sino también para quienes no las poseen.”

En conclusión, “Lo que el viento se llevó” no es sólo una historia de amor y guerra, sino una homenaje al poder del individuo, a su capacidad de elegir, crear y poseer. A través de la figura de Scarlett O’Hara, la película celebra los valores centrales del liberalismo: la libertad de elección, la importancia de la propiedad privada y el dinamismo del mercado. Nos recuerda que, incluso en los momentos más oscuros, existe la iniciativa personal y la confianza en uno mismo, que son las claves para superar la adversidad y construir un futuro mejor.

Y “Lo que el viento se llevó” encarna perfectamente esta verdad, mostrando como la libertad individual, sustentada en la propiedad privada y la dinámica de mercado, es fundamental para el progreso humano y la realización personal.

Sandro Scoppa: abogado, presidente de la Fundación Vincenzo Scoppa, director editorial de Liber@mente, presidente de la Confedilizia Catanzaro y Calabria.
Twitter: @sandroscoppa

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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