Introducción:

México ha padecido ya por muchos meses episodios de inflación que han sofocado el ingreso y el poder adquisitivo de las personas. Recientemente, hemos visto una moderación a la baja de este indicador en el mes de marzo; no obstante, esto no significa que los esfuerzos se tienen que dejar de tensar para combatirlo, ni mucho menos que vamos hacia un espiral descendente, como mucho se ha afirmado por parte de alguno analistas y funcionarios. El siguiente trabajo tiene como objetivo explicar y analizar cuáles son los riesgos políticos-financieros a los que se enfrentará México en los siguientes meses ante el escenario inflacionario. Después de la introducción, el trabajo se divide de la siguiente manera: en el segundo punto daremos un breve contexto de la inflación actual en México. En el tercer punto, explicaremos cuáles han sido los erróneos diagnósticos para combatir el aumento de precios.

2.- El contexto inflacionario en México

El Banco de México enfrenta una difícil tarea si quiere lograr su objetivo constitucional de asegurar la estabilidad del poder adquisitivo de la moneda.

La variación anual del INPC a diciembre de 2022, y en promedio desde noviembre de 2021, ha llegado a 7,8%, más de dos veces y media la meta permanente. En marzo de 2023, la tasa anualizada del INPC de México fue de 6.9%, 7 décimas menos que el mes anterior.  

La inflación ha tendido a mantenerse alta desde antes de la pandemia de Covid-19. Durante los últimos seis años, la inflación media ha sido del 5,3%, 1,8 puntos porcentuales más que en los seis años anteriores. Asimismo, durante los tres años anteriores a la epidemia, la inflación promedio se ubicó en 4.9%. Finalmente, la inflación subyacente (excluyendo el componente INPC más volátil) ha mostrado un viento en contra de la recesión, con un promedio de 4.7% durante 2017-2022 por año en comparación con el 3,0% en 2011-2016.

Un período prolongado de alta inflación crea el riesgo de que se arraigue en la mente del público, mediante expectativas de aumentos de precios significativos e, incluso, crecientes. Tal situación puede dificultar el funcionamiento de la economía y reducir el nivel de vida de la población, especialmente de los más pobres.

Desafortunadamente, entre más se prolongue, se acrecienta el probable costo social para revertirla. Según con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el Índice de Confianza del Consumidor (ICC), referente a los precios, se deterioró en abril pasado, pues planes como construcción o remodelación han desaparecido y compras como zapatos, ropa y calzado, ya son considerados un lujo. 

En una señal de que México puede haber entrado ya en ese proceso desde 2021, es porque las expectativas de inflación aumentaron de uno a cuatro años, según encuestas de expertos recopiladas por Banxico, que históricamente se han mantenido estables, aunque por encima de la meta.

Si bien el banco central ha subido la tasa de referencia de manera consecutiva desde junio de 2021, su valor real ex ante, teniendo en cuenta las expectativas de inflación a corto plazo, ha estado por encima del rango neutral desde octubre de 2022, esto puede ayudar a explicar el modesto progreso en el control de la inflación.

De cara al futuro, la pregunta clave es si Banxico durará lo suficiente para lograr sus objetivos. Una respuesta afirmativa debe superar algunas debilidades en la implementación de la política monetaria.

3.- los erróneos diagnósticos para combatir el aumento de precios

La limitación más importante es la falta de información y comunicación contundente y precisa sobre estrategias antiinflacionarias fuera de las publicaciones o minutos después de cada decisión de política monetaria. Esta función corresponde a la gobernadora del Banco de México, quien está obligado por ley a actuar como vocero; pese a ello, el canal de comunicación ha sido casi ausente y ha pasado, siquiera, a ser prioridad. Hasta ahora, las opiniones de los miembros individuales de la junta de gobierno han sido dominantes. A pesar de sus diferencias, aunque personales, repercuten institucionalmente y crean confusión.

Esta carencia parece deberse a la falta de acuerdo en al menos cuatro puntos básicos. Primero, el grado de disposición incondicional para lograr la convergencia de la inflación a la meta. Algunos miembros de la junta de gobierno han expresado su preocupación por el llamado “apretamiento excesivo” cuando se ven afectadas otras variables como la actividad económica. La experiencia internacional demuestra que la contención de la inflación no es gratuita. Pretender ser estable sin costos es una ilusión que puede conducir a cosas peores, incluida la estanflación. Es menester que, en todo momento, la inflación sea siempre y en todo momento el objetivo principal de cualquier institución monetaria. La evidencia muestra que, cuando no se actúa con esa ortodoxia monetaria, los países caen hundidos social y económicamente, véase el caso de varios países latinoamericanos. 

Segundo, el diagnóstico sobre la inflación actual. Por mucho tiempo, desde el brote de la pandemia, el Banxico sostuvo equivocadamente que la inflación sería un fenómeno “transitorio”. Tras haber abandonado esa interpretación, no parece existir un consenso sobre la importancia relativa de los factores internos y externos del crecimiento de los precios.

El tercero es la confianza en el potencial de la política monetaria. Por ejemplo, según lo expuesto en una minuta de la reunión de diciembre de 2022, un miembro de la junta de gobierno afirmó que “una condición necesaria para combatir la ola inflacionaria, es el cese de las presiones globales”. Las características de un sistema cambiario predeterminado, pone en duda la capacidad de la política monetaria autónoma para combatir la escalada de precios. Incluso, es irresponsable exhibir ante la opinión pública esa apreciación.

En cuarto lugar, la orientación de la política monetaria. Insistir en mantener el diferencial entre Banxico y la tasa de referencia del Banco de la Reserva Federal de EE. UU. parece servir a la estabilidad del tipo de cambio más que a la estabilidad de los precios. Al vincular el peso al dólar, Banxico puede responder a las presiones externas y convertir efectivamente la inflación en un fenómeno mayormente importado. En todo momento Banxico debe de gozar de autonomía en sus funciones, sin anclar su objetivo a la prioridad de otros.

El abatimiento de la inflación en México es posible, pero requiere una comunicación institucional clara sobre el compromiso incondicional con el objetivo prioritario y el uso apropiado de las herramientas para lograrlo.

Por Asael Polo

Economista por la UNAM. Especialista en finanzas bancarias y política económica. Asesor Económico en Cámara de Diputados - H. Congreso de la Unión. Escribe para Asuntos Capitales, Viceversa.mx y El Tintero Económico. Twitter: @Asael_Polo10

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