Con el pretexto de la seguridad, la prohibición del auto check-in y de las cajas de llaves afecta a la libertad económica y a la innovación, dañando un sector crucial para el turismo y la competencia.

La obligación de identificación en los alojamientos es una medida introducida en 1931 con la Ley consolidada de seguridad pública ( Tulps ), un instrumento del régimen fascista para un control generalizado de la población. Durante ese período, el control de la población era una herramienta esencial para mantener el poder, monitorear los movimientos y prevenir las actividades de los oponentes o aquellos percibidos como subversivos o ilegales. El registro obligatorio de los huéspedes en hoteles y otras instalaciones de alojamiento formaba parte de esta estrategia de vigilancia , que limitaba en gran medida los movimientos no autorizados, y también pretendía, en las intenciones expresadas por los promotores, garantizar la seguridad pública , previniendo delitos y manteniendo informadas a las autoridades sobre la situación. Presencia de personas en lugares específicos, especialmente en centros estratégicos del país.

Tras la caída del régimen fascista, la citada legislación fue reinterpretada como una medida de orden público , pero sus bases autoritarias nunca fueron superadas del todo. Hoy, esta lógica de vigilancia resurge con nuevas restricciones que, bajo la justificación de la seguridad, sofocan la innovación en el turismo y limitan la libertad económica.

En este contexto, se inserta la reciente circular del Ministerio del Interior, que prohíbe el uso de self check-in y cajas de llaves para la entrega de llaves en alquileres de corta duración , imponiendo la obligación de identificación «de visu» por parte del gerente. Se trata de nuevas normas que se suman a las existentes y no tienen en cuenta el cambio de contexto social y político ni el progreso tecnológico , ignorando herramientas como el reconocimiento biométrico y los códigos de acceso únicos que garantizan niveles avanzados de seguridad. En esencia, volvemos a dinámicas anacrónicas , impuestas por razones que poco tienen que ver con la verdadera seguridad.

De hecho, la prohibición parece formar parte de un marco más amplio de ataques a los alquileres de corta duración, ya acusados ​​de alterar el mercado inmobiliario y dañar el sector hotelero tradicional. En particular, procedentes de lobbies vinculados al sector hotelero, que desde hace tiempo presionan para que se establezcan normas más estrictas contra un modelo que, gracias a la tecnología, ha democratizado el turismo, haciéndolo accesible a millones de personas y brindando oportunidades económicas a los pequeños propietarios. Atacar soluciones como el self check-in y la caja de llaves significa, por tanto, penalizar precisamente estas innovaciones, imponer nuevas barreras burocráticas y costes adicionales para los gestores y hacer prevalecer una intención política encaminada a contener el fenómeno de los alquileres a corto plazo para proteger los modelos. Sectores económicos tradicionales, ahora incapaces de competir con la agilidad del turismo digital. De esta manera, el sector vuelve a un estado de inmovilidad que no beneficia ni a la economía ni a los consumidores. Al mismo tiempo, significa socavar la libertad de elección de los consumidores, que se ven privados de la flexibilidad que caracteriza los alquileres a corto plazo. Para muchos turistas, poder acceder al alojamiento a través de sistemas automatizados representa una ventaja fundamental, especialmente en un mundo cada vez más globalizado y acelerado. Volver a la obligación de controles físicos no mejora la seguridad, pero hace que el sistema sea menos eficiente y más caro , lo que empuja a muchos a renunciar a un sector que ha aportado riqueza e innovación.

En cambio, un enfoque diferente requeriría que adoptáramos nuevas tecnologías y mejoráramos las herramientas que garantizan la seguridad sin limitar la libertad. Las plataformas digitales, a través de equipos de seguimiento avanzados, ofrecen la posibilidad de combinar flexibilidad y control, sin necesidad de volver a prácticas obsoletas. Además, también es fundamental recordar que los alojamientos son entidades privadas , gestionadas por propietarios que no tienen ningún interés en acoger a personas sin garantías, ya que ello comprometería directamente la seguridad y sostenibilidad de su negocio. Por lo tanto, prohibir el acceso automatizado significa ignorar tales posibilidades, infligiendo daños no sólo a los empresarios, sino a todo el ecosistema turístico.

Hay que subrayar siempre que el turismo representa uno de los sectores clave para la economía italiana y obstaculizar la modernización, incluso recurriendo a alquileres temporales y transitorios, significa renunciar a una oportunidad de crecimiento. En lugar de imponer nuevas restricciones, el Estado debería más bien promover soluciones innovadoras , fomentando prácticas que respeten las necesidades de seguridad sin comprometer la libertad económica. La verdadera seguridad no proviene de un control obsesivo, sino de la confianza en los ciudadanos, en la tecnología y en la capacidad de los particulares para gestionar responsablemente sus actividades.

En conclusión, ahora es esencial, por un lado, abandonar la lógica represiva que oculta la realidad de una verdadera batalla ideológica entre quienes apoyan la libertad económica y quienes persisten en defender modelos obsoletos; por otro, considerar que el turismo digital responde eficazmente a las necesidades de la modernidad y que sólo potenciando la competencia y la innovación es posible construir un futuro en el que convivan seguridad y libertad , evitando sacrificar los derechos de los ciudadanos para preservar los privilegios del pasado.

Agradecemos al autor el permiso para publicar su artículo, publicado originalmente en L’Opinione delle Libertà: https://opinione.it/economia/2024/12/06/sandro-scoppa-affitti-brevi-obbligo-registrazione-turismo-innovazione/

Sandro Scoppa: abogado, presidente de la Fundación Vincenzo Scoppa, director editorial de Liber@mente, presidente de la Confedilizia Catanzaro y Calabria.
Twitter: @sandroscoppa

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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