A veces se produce un milagro político. La elección de Javier Milei como nuevo presidente de Argentina puede resultar un acontecimiento encantador, pero en última instancia desalentador, en la historia actual de nuestro vecino del hemisferio occidental. O puede ser la chispa que encienda una apasionada aceptación de la libertad individual y la libre empresa, lo cual sería poco menos que revolucionario.

Justo cuando Estados Unidos parece estar perdiendo la confianza en las virtudes de sus valores fundacionales y en el capitalismo democrático, renunciando a controlar el gasto federal o limitar el alcance del gobierno, Milei llega para decir que debemos seguir luchando. “El enemigo es el socialismo”, proclama con valentía. “El enemigo es el estatismo, el enemigo es el colectivismo”.

No dejemos que los políticos expandan el Estado, advierte Milei, lamentando que Argentina, que en su día estuvo entre las naciones más ricas del mundo, haya quedado sumida en la miseria debido a las políticas redistribucionistas. Es un mensaje poderoso en un momento apremiante, aún más intrigante porque proviene de un economista formado cuyas iniciativas políticas están alineadas con su filosofía política libertaria.

El señor Milei invoca con facilidad a los grandes pensadores de la escuela austríaca de economía, Friedrich Hayek y Ludwig von Mises, para afirmar que unas finanzas y un dinero sólidos son los pilares necesarios para una sociedad libre dedicada a la oportunidad y la prosperidad. El gasto público en nombre de la justicia social es una forma de robo, según el señor Milei.

El nuevo presidente ha dado señales de adoptar un enfoque radical. Ha presentado una legislación para prohibir el uso de la palabra “gratis” para describir los beneficios o servicios que ofrece el gobierno, insistiendo en que debe quedar claro que son los contribuyentes quienes pagan la factura. Promete enviar a la cárcel a cualquier funcionario del banco central que emita dinero para financiar los déficits presupuestarios del gobierno.

¿Puede una actitud tan radical para restablecer la responsabilidad fiscal y la integridad monetaria revertir la tendencia hacia un gobierno cada vez más grande? En enero, el primer mes completo desde que Milei asumió el cargo, Argentina logró su primer superávit presupuestario mensual en casi 12 años. El gasto federal se redujo en un 39,4 por ciento mediante la reducción de los subsidios gubernamentales, la congelación de las obras públicas y la reducción de los empleados públicos.

¿Cómo justifica el presidente argentino tales medidas? “No hay plata ”, explica Milei. Es cierto que no hay moneda emitida en Argentina que no se haya corrompido irremediablemente como patrón de valor a través de la erosión de su poder adquisitivo. Décadas de impresión de dinero para cubrir el gasto deficitario del gobierno han dado como resultado una tasa de inflación anual del 254 por ciento.

La promesa de Milei de abandonar el peso y reemplazarlo por el dólar estadounidense fue un elemento central de su campaña presidencial, aunque los planes iniciales para hacer el cambio ahora parecen haberse estancado. Es aquí donde Estados Unidos debería prestar mucha atención. La importancia del nuevo compromiso de Argentina de enriquecer a la sociedad mediante un gobierno limitado y el sistema de libre mercado va más allá de simplemente brindar una reafirmación ideológica a su desmoralizado vecino del Norte.

La decisión de Argentina de dolarizar su economía (el segundo país más grande de América Latina y la tercera mayor economía) tiene importantes implicaciones geopolíticas que no deben tomarse con indiferencia. No es ningún secreto que el aumento de las sanciones económicas ha fomentado un resentimiento creciente contra la hegemonía monetaria estadounidense en todo el mundo.ANUNCIO

La China comunista ha estado trabajando activamente con otras naciones (no todas rivales) para desalentar el uso del dólar en las transacciones globales. Como principal fuerza política y económica detrás de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), China busca ofrecer un contrapeso al mundo liderado por Occidente promoviendo el comercio en su propia moneda, el yuan.

En una reunión regional celebrada en agosto, el grupo BRICS invitó formalmente a Argentina a unirse a ellos. El presidente argentino de entonces, Alberto Fernández, calificó la propuesta como una “gran oportunidad” que abriría un “nuevo escenario” para el país y se mostró totalmente dispuesto a aceptarla. En octubre, el banco central argentino recurrió a una línea de swap de divisas con el banco central de China para pagar su deuda con el Fondo Monetario Internacional utilizando yuanes, lo que fue aprobado por el FMI. 

El ingreso de Argentina al BRICS estaba previsto para el 1 de enero, junto con otros cinco nuevos miembros: Egipto, Irán, Etiopía, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, Milei, que abiertamente busca un mayor alineamiento con las “naciones libres de Occidente”, especialmente Estados Unidos e Israel, anunció el 29 de diciembre que Argentina se retiraba oficialmente de su ingreso planeado al BRICS.

Sin duda, esto causó consternación en algunas capitales, y no fue la razón menos importante que Argentina tenga importantes reservas de litio. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China advirtió a Argentina que romper los lazos sería un “grave error”. Rusia calificó la decisión de “lamentable” y esperaba que Buenos Aires reconsiderara su postura.

Nada de esto significa que Estados Unidos deba sentirse orgulloso de la preferencia de Milei por las alianzas basadas en valores compartidos: libertad, democracia, empresa privada. Tampoco debemos dar por sentado su entusiasmo por la dolarización. “Todos los bancos centrales son una estafa”, afirmó en una entrevista en septiembre pasado, calificando a la Reserva Federal de “el mal menor” en comparación con el banco central de su propio país.

El señor Milei tiene mucho que enseñar a Estados Unidos y a otras democracias de mercado. El imperativo de poner en orden nuestras finanzas públicas nunca ha sido más claro. Necesitamos hacer que el dólar estadounidense sea digno de ser la moneda más confiable del mundo. Y recordemos que los milagros ocurren.

Publicado en The New York Sun: https://www.nysun.com/article/the-miracle-of-milei-argentina-could-spark-a-passionate-embrace-of-individual-liberty-and-prosperity?newsletter-access

Judith Shelton es Asociada Senior en el Independent Institute, ex Presidenta de la National Endowment for Democracy y ex Directora estadounidense del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo.

Twitter: @judyshel

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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