Entre los fracasos patentes de la administración actual, sobresale un comportamiento económico peculiar: el tipo de cambio entre pesos mexicanos y dólares ha mostrado un comportamiento relativamente estable, presentando incluso una apreciación del peso en las últimas semanas. Algunos apologistas del régimen no han perdido la oportunidad para politizar la ocasión e interpretar la apreciación del peso mexicano como un logro del gobierno de López Obrador.

Ciertamente, los defensores de administraciones anteriores tampoco perdían la ocasión de una apreciación para concluir que el gobierno mexicano hacía algo bien. ¿Pero cuán confiable es este festejo? ¿Es realmente un peso fuerte lo mismo que una economía fuerte?

¿Qué es el tipo de cambio?

El tipo de cambio es el precio de una moneda extranjera (divisa) expresado en términos de otra moneda. En México, el tipo de cambio que usualmente seguimos es el precio del dólar en términos de pesos mexicanos. Como otros precios, el tipo de cambio obedece a variaciones de la oferta y la demanda: el precio del dólar en pesos mexicanos depende de las cantidades de dólares que los inversionistas desean intercambiar por pesos a diferentes tipos de cambio. Es así desde que nuestra economía tiene un régimen de tipo de cambio flexible. En contraposición, en un régimen de tipo de cambio fijo, un banco central interviene en el mercado de divisas para asegurar un determinado precio de diferentes divisas en términos de su moneda.

El tipo de cambio es una de las variables económicas más difíciles de predecir, pues su comportamiento estadístico sigue una caminata aleatoria: el tipo de cambio mañana obedece a trayectorias poco previsibles en el presente. Una de las razones es que el mercado de divisas es el mercado financiero de mayor liquidez a nivel global, operando de manera casi ininterrumpida y con pocas o ausentes regulaciones gubernamentales. Los inversionistas, entonces, constantemente están comprando y vendiendo divisas, volviendo más volátil su comportamiento.

A largo plazo, sin embargo, algunos economistas confían en que el tipo de cambio refleja ciertos valores de variables macroeconómicas fundamentales. Por lo tanto, puede ser más fácil predecir el tipo de cambio de largo plazo que el de corto plazo. En concreto, a largo plazo, una moneda puede apreciarse con relación a otras si se cumple alguna o varias de las siguientes condiciones, manteniendo otras variables constantes: las expectativas de inflación de un país caen con relación a las expectativas de inflación de otros países o las expectativas de crecimiento económico son mayores en un país con relación a las expectativas de crecimiento económico de otros países. De este modo, si esperamos que la inflación crezca a un menor ritmo que en Estados Unidos, esperaríamos una apreciación futura del peso frente al dólar. Y, si esperamos que el crecimiento económico sea superior en México que en Estados Unidos, esperaríamos también una apreciación del peso frente al dólar.

 Es de ahí que a menudo se identifica un peso fuerte con una economía fuerte y los eventos de apreciación del peso como señales de fortalezas macroeconómicas internas. La asociación, sin embargo, es espuria: una economía fuerte puede conducir a una apreciación del peso mexicano, pero una apreciación no es necesariamente un síntoma de una economía fuerte. La causalidad no corre en ambas direcciones.

¿Por qué?

Las razones detrás de la apreciación del peso

Mencionamos antes que el tipo de cambio obedece a la dinámica de la oferta y demanda. El precio del dólar depende de la oferta y demanda de dólares. ¿Pero qué factores explican las mutaciones en la oferta y demanda de dólares? La siguiente tabla enlista algunos de los factores que pueden incrementar la oferta de dólares con relación a los pesos mexicanos, propiciando así un menor precio del dólar (y, en consecuencia, una apreciación del peso mexicano):

  1. Una reducción en el comercio entre Estados Unidos y México;
  2. Una pérdida de atractivo de Estados Unidos como destino de inversión con relación al atractivo de otros países;
  3. Un aumento en la tasa objetivo del Banco de México;
  4. Un incremento en las remesas que México percibe de inmigrantes estadounidenses;
  5. Un aumento en la inflación estadounidense;
  6. Etcétera.

Los factores enlistados incentivan a los inversionistas a cambiar su portafolio de inversiones llevando más dólares al mercado de divisas a cambio de más pesos mexicanos.

Algo a destacar es que los cuatro primeros factores no necesariamente implican un comportamiento económico más saludable en México. De hecho, pueden significar lo contrario: que Estados Unidos sea un destino de inversión menos atractivo no significa que el de México lo sea más; que las remesas crezcan bien puede significar que los inmigrantes perciben una bonanza económica superior en el país en el que se encuentran; que la tasa objetivo del Banco de México crezca indica serios problemas inflacionarios en nuestro país.

Otro factor a considerar es que, si la apreciación es lo suficientemente alta, las cantidades exportadas disminuirán como consecuencia de los extranjeros sustituyendo la compra de nuestros bienes por otros relativamente más baratos. Una reducción en las exportaciones puede ser perjudicial para la economía si hay industrias de gran aportación a la producción nacional que dependen en buena parte de sus ventas al extranjero, como es el caso en México ante la debilidad del mercado interno.

Por Sergio Adrián Martínez

Economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Administrador de Tu Economista Personal, sitio de reflexiones de economía y mercados libres.

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