El tema educativo no ha terminado de definirse y para muchos países se ha convertido en un tabú, en un asunto espinoso difícil de abordar. Vemos países que se hacen llamar capitalistas, pero con un enorme sistema de escuelas de gobierno que absorben recursos exageradamente altos; países socialistas que se precian de darle educación a toda su población pero que no les produce prosperidad y, al contrario, los nuevos profesionistas huyen a otros países.

No tener claro el tema de compatibilidad ha producido resultados funestos. Gobiernos que abrazan las ideas liberales en lo económico pero que desarrollan políticas muy activas para construir escuelas públicas y tarde se dan cuenta que esas escuelas y universidades se convierten en cuarteles de enemigos del capitalismo, que terminan por derrumbar a la economía de mercado para regresar a sociedades autoritarias.

Bajo la luz misiana ya podemos ver que en educación existen dos modelos fundamentales, dos filosofías totalmente contrapuestas que corresponden a proyectos opuestos de nación.

Supongamos que un partido político libertario toma el poder y está decidido a conducir a su país hacia una economía libre, capitalista. ¿Cuál debería ser su política educativa?

Desde luego que debe deshacerse de todas las escuelas y universidades gubernamentales, las que viven del erario. Una alternativa es que las declare abolidas, inexistentes, y que deje de mandarles recursos, elimine los ministerios de educación, despida a todo el personal y que cada quien se las arregle como pueda. Es muy posible que los sindicatos se pusieran en huelga y el gobierno liberal lo aprovecharía para dejarlos en huelga toda la vida. Es una decisión compatible con su proyecto capitalista, pero algo doloroso, conflictivo e innecesario.

Otra alternativa es la de poner a la venta a todas y cada una de las instituciones educativas para que agentes privados las compren. Quizás una subasta internacional para lograr el mejor precio. Hoy se subastaría la UNAM al mejor postor; mañana la Universidad de Salamanca, luego la Universidad Autónoma de Madrid, etc. Se trataría de evitar que hubiera un comprador único. Por ejemplo, si los jesuitas quisieran comprar todo, no sería conveniente pues homogenizaría el pensamiento y se perderían muchos talentos. El nuevo dueño Juan Pérez de la Universidad Autónoma de Madrid, deberá vivir de las cuotas o colegiaturas de los alumnos y prohibir todo subsidio del gobierno para conservar su completa autonomía administrativa, académica y financiera. Para garantizar que cualquier joven tenga la posibilidad de educarse, instruirse o hacerse profesional el sector privado fundaría bancos o sistemas de financiamiento que le otorguen al estudiante crédito suficiente, no solo para pagar la colegiatura de la escuela, sino también para todos los gastos que implican su vida universitaria. De esta manera, se garantiza el derecho a la educación de todos los que quieran instruirse y, de paso, se elimina un problema moral que arrastra el sistema de “educación gratuita”, que es el de estudiar a costillas del prójimo.

Además de la privatización, el gobierno liberal tendría que abrir las puertas a universidades extranjeras que deseen instalarse en el país. Esto generaría una saludable competencia que terminaría por beneficiar a los alumnos y a la sociedad.

Otra alternativa de un gobierno pro capitalista sería la de ofrecer en venta cada escuela y universidad a sus propios profesores y directivos, no para hacer cooperativas educativas, sino sociedades anónimas de accionistas. Así, los docentes e investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid se convertirían en socios copropietarios y,por lo tanto, dueños absolutos de esa institución. Ya como propietarios, tendrían que poner en juego todo su talento para que funcionara de manera óptima, creciera y se desarrollara. Cada profesor tendría, doble ingreso: uno por el trabajo diario que realiza y otro por las ganancias de su acciones. Y es posible que esa universidad o, mas bien, esos nuevos propietarios, emprendieran nuevos negocios o se dispusieran a abrir sucursales en México, Argentina, USA u otros países. Desde luego que, para garantizar su autonomía, deberán prohibir que el gobierno les aporte recursos. Y, como están ante un gobierno libertario, no pagarían impuestos. Es decir, estas universidades que se manejan como negocios competitivos, deben vivir exclusivamente del mercado: cuotas, colegiaturas, venta de patentes, estudios, asesorías y donaciones privadas. Desde luego que también podrían tener sus propios bancos para ofrecer créditos a alumnos nacionales o extranjeros que quieran formarse en sus aulas.

Está por demás decir que un gobierno liberal no tiene necesidad de tener ministerios que controlen la currícula o los planes de estudio de las instituciones pues ese control lo ejercería el propio mercado educativo. Aquella institución que sea incapaz de ofrecer buenos estudios terminaría por cerrar, por falta de clientes. Y eso sería bueno para toda la sociedad.

El gobierno liberal borraría toda restricción o requisito para aquellos que quieran abrir nuevas instituciones educativas. Así, habrá individuos que quieran iniciar una universidad en el garaje de sus casas. Si su oferta es buena, pronto ocupará toda su casa, luego comprará la casa del vecino y de los que le rodean hasta que logra tener recursos para hacer un edificio en forma, con amplios terrenos y servicios. Así, como cualquier negocio.

Por otro lado, si el poder lo toma un partido de orientación comunista, marxista, socialista, o fascista su política será completamente diferente. Empieza por expropiar todas las escuelas y universidades privadas, crea un gran ministerio que tendrá el control de todo lo que se enseña desde preescolar hasta posgrados, los profesores cobrarán sueldo mediante cheques del gobierno, se fomentará la existencia de sindicatos que mantengan controlado a todos los docentes. Prohibirá que se abran escuelas o universidades privadas. En una palabra, construirá un monopolio educativo totalmente controlado por el gobierno, tal como se hizo en la URSS, Cuba y otros.

La experiencia más amarga de tener sistemas incompatibles la podemos ubicar en Chile. El poder político tomó la decisión de caminar por la senda capitalista, pero dejaron el viejo sistema de universidades públicas, Ministerios de educación, escuelas básicas del gobierno y ese fue el caldo de cultivo para formar gente con anhelos estatistas, socialistas, marxistas y terminaron por derrumbar el proyecto liberal.

Vemos el caso de Alemania, que sufrieron mucho con el nazismo hitleriano, se decidieron adoptar una economía de mercado, pero tienen un sistema fuertemente gubernamental en educación, poco diferente al que construyera Adolfo Hitler, es decir, tienen al enemigo en casa. Si bien es cierto que ese enemigo no se ha manifestado abiertamente, pero espera el momento oportuno. Por lo pronto Alemania pierde miles de talentos y recurso innecesariamente.

Francia es otro caso donde el amplio sistema educativo estatal es un freno para el desarrollo capitalista de esa nación.

En toda América Latina se han instalado desde hace un siglo modelos educativos estatales. Se les dedica, de manera inútil, cuantiosos recursos y con ello la destrucción de capital que explica por qué no salen de sus crisis económicas. Como es natural, con sistemas estatales surge la corrupción, opacidad y el desinterés por mejorar pues tienen el sueldo garantizado.

El mito de que la educación nada tiene que ver con la economía de mercado o con el socialismo; que todo tiene que ver con la ciencia y que es posible tener un buen sistema educativo administrado por el gobierno, se debe acabar. El modelo educativo debe ser compatible con las aspiraciones nacionales. El modelo educativo debe ser congruente con el modelo económico que adopte un país. Si el objetivo es una economía capitalista, entonces su sistema educativo formará a esa gente emprendedora, hombres de negocios que se arriesgan a invertir, a abrir fuentes de trabajo, a importar, exportar, innovar, etc.

Si la idea es construir un país comunista entonces solo debe tener escuelas que formen esclavos obedientes, sin iniciativa propia, dispuestos a obedecer los mandatos oficiales, las políticas, leyes y reglamentos del Estado.

Hoy día estamos llenos de estas escuelas llamadas “públicas”, que se convierten en una muralla contra el capitalismo. Por lo tanto, para elegir bien el modelo educativo, necesitamos prioritariamente definir el futuro de nación que queremos: Comunismo o Capitalismo.

Dr. Santos Mercado: profesor de Economía, Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Azcapotzalco. Autor de varios libros y articulista.

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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