
El 10 de septiembre de 2025, durante una sesión de preguntas y respuestas en la Universidad del Valle de Utah, Charlie Kirk fue asesinado con un disparo certero en el cuello por un francotirador.
Charlie no era un personaje cualquiera: fue el fundador de Turning Point USA, una de las organizaciones conservadoras con mayor influencia entre los jóvenes en Estados Unidos. Con millones de seguidores en redes sociales y auditorios siempre llenos en universidades, se había convertido en un referente del debate público, amado por unos y odiado por otros.
Kirk se caracterizaba por su estilo directo y confrontativo. Defendía valores conservadores tradicionales, era un crítico feroz de lo “politicamente correcto” y, sobre todo, un férreo defensor de la libertad de expresión. Aunque desde el libertarismo muchas veces discrepamos con varias de sus posturas, reconocemos que fue un hombre inteligente y perspicaz que dio una batalla de ideas vigorosa y constante. Ese debate de ideas es precisamente lo que más necesitamos en sociedades libres: escuchar, cuestionar y retar al “mainstream” para fomentar pensamiento crítico.
Tras su asesinato, las reacciones han sido diversas: conmoción entre conservadores y liberales, regocijo en los extremos de la izquierda, y comentarios más moderados que señalan la “ironía” de que Charlie haya sido asesinado con un arma de fuego cuando él mismo defendía el derecho al libre porte.
El argumento va más o menos así: “Charlie murió por algo que él defendía. Si hubiera más regulaciones de armas, esto no habría pasado.”
1. Defender un derecho no equivale a avalar crímenes
Charlie defendía el derecho constitucional a portar armas, no los asesinatos ni los atentados políticos. Ser víctima de un mal uso de ese derecho no invalida el principio detrás de él, de la misma forma que defender la libertad de expresión no significa apoyar discursos de odio.
2. Más regulaciones no han detenido las tragedias
Desde los años 60, las regulaciones sobre armas en EE.UU. han aumentado constantemente. Sin embargo, los mass shootings y atentados políticos no han desaparecido. Casos como el atentado contra Trump o el asesinato de Miguel Uribe en Colombia muestran que incluso con marcos regulatorios más restrictivos, los ataques siguen ocurriendo.
3. El problema es multifactorial
Factores como enfermedades mentales no tratadas, radicalización política y acceso ilegal al mercado negro son determinantes. Muchas de las armas usadas en crímenes provienen de robos o tráfico ilícito, no de compras legales supervisadas.
4. Los riesgos no invalidan los derechos
Todos los derechos conllevan riesgos. Defender la libertad de prensa implica aceptar que habrá noticias falsas. Defender la libertad de tránsito significa que habrá accidentes. Y defender la Segunda Enmienda implica que puede haber mal uso. La alternativa de renunciar a la libertad nunca es mejor.
Lo que sí debemos señalar es que cuando las ideas comienzan a ganar terreno y logran convocar multitudes, la violencia aparece como último recurso de quienes no quieren (o no pueden) debatir. Charlie Kirk incomodaba, cuestionaba y ponía en aprietos a la izquierda. Silenciarlo a tiros en lugar de con argumentos revela un fracaso moral y un peligro para la libertad: normalizar la violencia política.
Aunque no coincidiéramos en muchos de sus planteamientos, a los libertarios nos duele este acontecimiento porque representa un ataque directo a algo que defendemos con toda convicción: la libertad de expresión.
Si hoy es un conservador el que muere por expresar sus ideas, mañana puede ser un liberal, un progresista o un libertario. Cuando las armas se usan para callar voces en vez de para defender libertades, toda la sociedad pierde.
La muerte de Charlie Kirk no debe celebrarse ni verse con ironía. Debe indignarnos y ponernos en alerta: la batalla de ideas se gana con razones, no con balas.
Defender la libertad (incluida la libertad de expresarse y de defenderse) significa aceptar riesgos, pero también significa rechazar categóricamente que la violencia se convierta en el sustituto del debate.
Hoy más que nunca, los libertarios reafirmamos nuestro compromiso con el diálogo abierto, la crítica al poder y la defensa inquebrantable de las libertades individuales.