Introducción:

Desde que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) asumió la presidencia en diciembre de 2018, su administración ha estado marcada por políticas públicas que han debilitado la confianza de los inversionistas y desacelerado el crecimiento económico. A pesar de prometer un crecimiento anual del 4%, México ha enfrentado una recesión técnica incluso antes de la pandemia, y la recuperación ha sido débil en comparación con sus predecesores. En este trabajo, se analizará cómo la economía mexicana ha retrocedido bajo su gestión, comparando los resultados con los de las administraciones de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. Utilizando datos económicos y estadísticas clave, se expondrán las principales políticas que han contribuido a este estancamiento y las consecuencias que ello ha generado para el país, tanto en el corto como en el largo plazo.

El legado económico de gobiernos anteriores

Los gobiernos anteriores a López Obrador, aunque enfrentaron desafíos económicos globales y locales, lograron mantener un crecimiento moderado. Durante las administraciones de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, el PIB mexicano creció a un promedio anual de alrededor del 2.5%.

Vicente Fox (2000-2006): Durante su mandato, México experimentó un crecimiento promedio del PIB del 2.3%. Fox promovió la apertura comercial y estabilidad macroeconómica. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) continuó impulsando las exportaciones mexicanas, y la deuda pública se mantuvo en niveles manejables, alrededor del 45% del PIB.

Felipe Calderón (2006-2012): Su gobierno fue impactado por la crisis financiera global de 2008, pero, a pesar de ello, el crecimiento económico promedio durante su administración fue del 2.2%. La economía se recuperó en 2010, registrando un crecimiento del 5.1%. Calderón también implementó reformas fiscales que ampliaron la base tributaria y estabilizaron la deuda pública, la cual cerró su mandato en alrededor del 38% del PIB.

Enrique Peña Nieto (2012-2018): Con un crecimiento promedio del 2.5%, Peña Nieto impulsó reformas estructurales como la energética, fiscal y de telecomunicaciones. Estas reformas lograron atraer inversión extranjera directa (IED), que alcanzó los 33,000 millones de dólares en 2015, el nivel más alto registrado en décadas. La deuda pública, aunque se incrementó, fue manejable y cerró en el 47% del PIB en 2018.

Crecimiento económico bajo AMLO

El desempeño económico bajo el mandato de AMLO ha sido significativamente inferior al de sus predecesores, con una caída notable del PIB en 2019 y un impacto devastador en 2020 debido a la pandemia de COVID-19. Sin embargo, el manejo de la economía antes de la pandemia ya mostraba signos de debilidad.

2019: En su primer año de gobierno, la economía mexicana se contrajo un -0.1%, entrando en una recesión técnica. Esto contrasta fuertemente con el crecimiento del 2% que se esperaba en función de las proyecciones iniciales del presupuesto. Factores como la incertidumbre generada por la cancelación del NAIM y la falta de confianza empresarial contribuyeron a este retroceso.

2020: La pandemia exacerbó la situación. La economía mexicana se desplomó un -8.2%, siendo una de las más afectadas en América Latina. En contraste, países como Brasil o Chile lograron amortiguar mejor los efectos de la crisis con políticas contracíclicas. AMLO, en cambio, optó por mantener una estricta austeridad fiscal, lo que limitó la capacidad del gobierno para implementar estímulos económicos significativos.

2021: A pesar de una recuperación del PIB del 4.8%, esta cifra no fue suficiente para compensar la caída del año anterior. El crecimiento fue impulsado principalmente por la reactivación del comercio con Estados Unidos tras la pandemia, pero la inversión pública y privada permaneció estancada, registrando niveles cercanos al 20% del PIB, cuando en años anteriores alcanzaba el 23%.

2022: El crecimiento se moderó al 3.1%, muy por debajo de las expectativas del gobierno. La falta de inversión en sectores clave, como energía e infraestructura, impidió que la economía despegara. Para este año, la deuda pública ascendió al 52% del PIB, lo que, aunque relativamente bajo, genera preocupación dado el bajo nivel de crecimiento que podría dificultar su manejo futuro.

2023: Se estimó que el PIB creciera apenas un 2%, muy por debajo de lo que se requiere para crear los empleos necesarios para una población en crecimiento. La incertidumbre sobre las políticas de AMLO ha reducido la confianza en los mercados financieros, con una caída en la inversión extranjera directa de más del 15% en comparación con 2018.

Políticas públicas erróneas que han frenado el crecimiento, puntos claves

El gobierno de AMLO ha implementado una serie de políticas que han tenido efectos adversos sobre la economía, frenando el crecimiento y debilitando la confianza en el país como destino de inversión.

Cancelación del NAIM: La cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México fue una de las decisiones más costosas de la administración. El costo de la cancelación se estimó en 331 mil millones de pesos, lo que no solo implicó pérdidas directas, sino también un golpe a la confianza empresarial. Tras la cancelación, la inversión extranjera directa en infraestructura cayó un 25% en los años siguientes, según datos de la Secretaría de Economía.

Política energética: La política energética de AMLO apostó por revitalizar a Pemex y la CFE, dos empresas que, aunque estratégicas, son ineficientes y tienen una pesada carga financiera. Pemex, cuya deuda asciende a más de 110 mil millones de dólares, sigue registrando pérdidas y se ha vuelto un lastre para las finanzas públicas. En lugar de continuar con la apertura a la inversión privada en energías renovables, el gobierno ha priorizado los combustibles fósiles, lo que ha limitado la competitividad del sector energético y alejado inversión de proyectos más sostenibles y rentables.

Austeridad fiscal: La política de austeridad ha sido un pilar de la administración, con recortes importantes en áreas como la infraestructura, la salud y la educación. Aunque esto ha permitido mantener la deuda pública relativamente controlada, ha tenido un impacto negativo en el crecimiento a largo plazo. El recorte del 30% al presupuesto de infraestructura en 2019 afectó gravemente la creación de empleos y la competitividad logística del país. En el último ejercicio fiscal, el sector saludo se vio reducido presupuestalmente en 58%, mientras que le educación se le asignó un tímido 1% respecto a lo aprobado al año anterior.

Programas sociales: Los programas sociales como “Jóvenes Construyendo el Futuro” y “Sembrando Vida” han sido criticados por su falta de impacto económico duradero. Aunque han generado empleo temporal, estos programas no han impulsado la productividad ni el crecimiento a largo plazo. En 2021, se destinaron más de 400 mil millones de pesos a programas sociales, pero el crecimiento económico se mantuvo por debajo del 5%.

Consecuencias del bajo crecimiento: Proyecciones alarmantes

El bajo crecimiento económico que ha caracterizado al gobierno de López Obrador tiene repercusiones de largo alcance, que no solo afectan al bienestar inmediato de la población, sino que también proyectan un panorama sombrío para el futuro de la economía mexicana. Estas consecuencias abarcan diversos ámbitos, como el aumento de la pobreza, la creación de empleos, la inversión extranjera, la estabilidad fiscal y el tipo de cambio. A continuación, se analizan las principales consecuencias derivadas de este estancamiento económico, junto con proyecciones que ilustran los riesgos que enfrenta el país en los próximos años.

Aumento de la pobreza y desigualdad

Una de las primeras consecuencias del bajo crecimiento es el incremento en los niveles de pobreza y desigualdad. Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el número de personas en situación de pobreza aumentó de 41.9% en 2018 a 43.9% en 2022, lo que representa más de 53.2 millones de personas en pobreza. Este crecimiento se ha acelerado debido a la pandemia, pero la falta de políticas económicas robustas que impulsen la generación de empleos formales ha dificultado la reducción de estos niveles.

Además, el impacto sobre la pobreza extrema es particularmente preocupante. De acuerdo con estimaciones del CONEVAL, la pobreza extrema ha aumentado en 2.1 millones de personas desde el inicio del mandato de AMLO, afectando a las comunidades rurales y marginadas de manera desproporcionada. A este ritmo, se proyecta que, para 2025, la pobreza podría alcanzar el 46% de la población si no se implementan cambios significativos en las políticas de empleo y desarrollo productivo.

Mercado laboral: empleo informal y precarización

El bajo crecimiento ha repercutido negativamente en la creación de empleos formales. Desde 2019, la generación de empleos formales ha sido insuficiente para absorber a los jóvenes que se incorporan al mercado laboral. En 2020, más de 1 millón de empleos formales se perdieron debido a la pandemia y la lenta recuperación en 2021 y 2022 no ha sido capaz de revertir esta tendencia. Si bien el empleo ha crecido en términos absolutos, la mayoría de los nuevos empleos creados son empleos informales, que representan más del 55% de la fuerza laboral.

El sector informal no solo carece de seguridad social, sino que también tiende a ofrecer salarios bajos y condiciones laborales precarias, lo que afecta la capacidad de consumo y el bienestar de millones de mexicanos. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) estima que para 2024, la tasa de informalidad podría mantenerse en niveles superiores al 56%, lo que perpetúa la precarización laboral y limita las contribuciones al sistema fiscal y de seguridad social.

Déficit fiscal y presión sobre las finanzas públicas

El manejo de las finanzas públicas bajo el gobierno de AMLO ha mantenido una postura de austeridad fiscal, evitando endeudarse en exceso, pero esto ha tenido un costo: la reducción del gasto en sectores estratégicos como la infraestructura y la salud. Aunque la deuda pública se ha mantenido en niveles relativamente bajos, ascendiendo a 52% del PIB en 2023, el bajo crecimiento económico incrementa el riesgo de un déficit fiscal mayor en los próximos años.

El Banco de México ha advertido que, si la economía sigue creciendo a tasas anuales inferiores al 2%, la deuda podría superar el 60% del PIB para 2025, lo que implicaría ajustes fiscales drásticos. Este aumento en la deuda pública, combinado con un crecimiento económico estancado, pondría presión sobre las finanzas públicas, haciendo necesario reducir aún más el gasto o aumentar los impuestos. Ambas medidas podrían afectar negativamente el consumo interno y la inversión, perpetuando un ciclo de bajo crecimiento.

Además, los compromisos con proyectos de infraestructura controvertidos, como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, han generado una carga adicional en el presupuesto federal. Estos proyectos, cuyo retorno económico es incierto, han absorbido recursos que podrían haberse destinado a inversiones más productivas en áreas como educación, salud o infraestructura tecnológica. En consecuencia, se proyecta un déficit fiscal superior al 5% del PIB para 2024, según el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).

Impacto en la inversión extranjera directa

La inversión extranjera directa (IED) ha sido un pilar clave para el crecimiento de México durante las últimas décadas, especialmente impulsada por las reformas estructurales y los tratados de libre comercio firmados por los gobiernos anteriores. Sin embargo, la administración de AMLO ha generado incertidumbre en los mercados internacionales debido a decisiones políticas controvertidas como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) y la reversión de la reforma energética.

Como resultado, la IED disminuyó en un 12% anual en promedio entre 2019 y 2022, según datos de la Secretaría de Economía. Esto representa una pérdida acumulada de aproximadamente 10 mil millones de dólares anuales en inversiones que habrían generado empleos y crecimiento económico. Para 2024, las estimaciones proyectan que la IED podría caer aún más si no se recupera la confianza de los inversionistas derivado, sobre todo, de la Reforma al Poder Judicial, aproximadamente en 50 mil millones de dólares menos. Este declive es particularmente preocupante en sectores estratégicos como el energético y el de infraestructura, donde la inversión privada es fundamental para el crecimiento a largo plazo.

Pérdida de competitividad internacional

México ha sido históricamente un destino atractivo para la manufactura y las exportaciones debido a su proximidad con Estados Unidos, su pertenencia al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y su mano de obra competitiva. Sin embargo, el bajo crecimiento y la falta de inversión en infraestructura y tecnología han comenzado a erosionar esa ventaja competitiva.

De acuerdo con el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial, México cayó del puesto 46 en 2018 al puesto 53 en 2022, perdiendo terreno frente a países emergentes como Vietnam y Malasia. La falta de inversión en tecnología, infraestructura logística y capital humano ha impedido que México capitalice completamente las oportunidades ofrecidas por el T-MEC y la relocalización de las cadenas de suministro globales (nearshoring).

Si esta tendencia continúa, México podría perder aún más oportunidades de inversión y empleo frente a otros países en desarrollo que ofrecen un entorno más estable y atractivo para los negocios. La pérdida de competitividad implica que el crecimiento futuro será aún más difícil de alcanzar, ya que las empresas buscarán otros destinos para sus inversiones.

Conclusión

El bajo crecimiento económico durante el gobierno de López Obrador ha generado consecuencias alarmantes en múltiples áreas, desde el aumento de la pobreza y la informalidad laboral, hasta la pérdida de competitividad y la disminución de la inversión extranjera. Las proyecciones a corto y mediano plazo indican que, si no se toman medidas urgentes para revertir estas tendencias, México enfrentará un panorama económico cada vez más adverso, con una deuda creciente, un déficit fiscal insostenible y un deterioro en la calidad de vida de la población.

Por Asael Polo

Economista por la UNAM. Especialista en finanzas bancarias y política económica. Asesor Económico en Cámara de Diputados - H. Congreso de la Unión. Escribe para Asuntos Capitales, Viceversa.mx y El Tintero Económico. Twitter: @Asael_Polo10

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