Los argumentos más discutidos entre el gobierno en turno y la sospechosa oposición en México pasan por la pregunta de si con el gobierno de López Obrador, el país se convierte en un país comunista. La respuesta es NO.

Pero el que no lo sea, hoy, no evita que sea un país con elementos en mayor grado comunistas. Dicha característica no es atribuible al gobierno actual y en cambio, ello se le puede imputar a caudillos anteriores y mandatos pasados que así lo han aceptado y mantuvieron igual.

Es verdad que la mojigata administración del zurdo–burgués de Andrés Manuel está potenciado ese carácter comunista, pero estas columnas comunistas no son exclusivas del gobierno de Morena, de ahí la importancia de porque el Liberalismo Mexicano afirma que PRI – PAN – FRENA y todas esas comunas infértiles son, no una oposición sino partidarios del pensamiento obradorista-pobrista, ya que tienen un mismo pensamiento en pugna, cuya pelea real, en el fondo, es sobre quién gestiona mejor el pensamiento único y su exitosa diferencia concluye en quien administra mejor el México comunista, emplazado por todos ellos como “neoliberal”.

​Este papel higiénico es el insatisfecho capital de las marchas de enfado de la oposición, quienes en un tabú político discuten contra su afín idealista Andrés Manuel López Obrador, señalando que nos llevará al comunismo; sin embargo esta protesta es un error colosal porque México, por desgracia, siempre ha sido un país con bases comunistas, siendo aún más infortunado que no tiene nada de liberal este país. Para comprobarlo, ni siquiera es necesario perderse en la infinitesimal relatoría del comunismo, pues basta con unir dos ángulos de cada cual: por un lado el Manifiesto Comunista de Marx y Engels, (sin soslayar todo el camino recorrido del comunismo, e incluso el aspecto de la vigencia del Manifiesto Comunista tal como lo escribe Žižek), y por otro lado su similitud con textos de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Es importante recordar por mero dato que el Manifiesto Comunista lo escribió inicialmente Engels, llamándolo “principios de comunismo”, mismo que contenía 25 tópicos sobre su pensamiento, resultando una especie de cuestionario contestado para la entonces línea comunista. Sin embargo, Marx mejoró dicho manifiesto quedando así, como el Manifiesto del Partido Comunista, en el año de 1848. Por su parte y como es de saberse, nuestra Constitución es del año 1917, redactada por el Congreso Constituyente, siendo la Carta Magna que en la actualidad sigue vigente en el país, con diversas modificaciones y agregados interesantes, que pueden contestar la incógnita de si México es un país comunista (¿?), siendo importante dar una mirada comparada en el siguiente sentido:

​Vámonos al Manifiesto Comunista: el capítulo II, llamado PROLETARIADOS Y COMUNISTAS, casi hasta la última parte se habla de que en los países más avanzados deberán aplicarse diversas medidas, señalando en la número 1. – “La Expropiación de la propiedad de la tierra.” Muy bien, nuestra Constitución en el artículo 27, párrafo segundo, habla de las expropiaciones de tierras, las cuales podrán hacerse por causas de utilidad pública. Asimismo, el punto 2 del Manifiesto habla de – “Impuesto vigorosamente progresivo”, y para el caso que nos ocupa, México es el país incluso de la doble tributación.

En esta medida, al observar el punto 5 del texto, éste habla de una “centralización del crédito en manos del Estado, mediante un Banco Nacional con capital del Estado”. Bien: el artículo 28, párrafo sexto de la Constitución Mexicana señala que el Estado tendrá un banco central que será autónomo en el ejercicio de sus funciones. En este mismo orden, el punto 7 del Manifiesto del Partido Comunista busca la – “multiplicación de las fábricas nacionales”, resultando ser esto un tiro al negro gobierno de López Obrador, empero y según el OPPORTIMES en una noticia del 15 de septiembre de 2020, México cuenta con 299 entidades controladas o de propiedad estatal incluyendo empresas de participación estatal mayoritaria, organismos descentralizados, fideicomisos públicos, y empresas productivas del Estado, incluidas sus empresas productivas subsidiarias. Ahora bien, en el punto 8 del mismo contenido comunista se señala: – “Trabajo como obligación de cada uno de los individuos”, y sobre este particular, si bien no lo maneja así nuestro texto constitucional, el artículo 3 de la Ley (socialista) Federal del Trabajo describe el trabajo como un DEBER SOCIAL, es decir, como una obligación colectivizada, y como último punto y el más importante de todos: – “la educación pública y gratuita para todos los niños”, aquí nos podríamos remitir al artículo 3 de la misma Constitución, pero no solo a la Constitución sino a cualquier discurso, no de un candidato siquiera, sino de un presidente en el ejercicio de sus funciones.

Es evidente que nuestra Constitución e incluso todo el marco normativo enciende las lámparas fundidas del comunismo y que cualquier análisis con retóricas sobre el “Neoliberalismo” es una oración a la borrachera del oscurantismo político. Pero la mayor desdicha es que los movimientos políticos de fuerza conjuntados con López Obrador son una partidocracia, un mismo pensamiento que no piensa, una granja de comunistas con discursos anticomunistas, ya que son la misma farándula regente que se pelea por ver quien hace mejor el mismo método fallido, es por ello que no tengo ningún problema en decir que la opción para México es el liberalismo, algo que, no solo es diferente sino radicalmente contrario al plan fracasado del comunismo, siendo la verdadera opción la libertad.

J. Pedro Durán Hernández (Laruxo): Abogado y escritor. Activista libertario.

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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