Una de las reformas recientes a la Ley Federal del Trabajo duplicaría el mínimo de vacaciones que los empleadores deberán conceder a sus trabajadores (de 6 a 12 días), además de extender los días de descanso de manera escalonada (dos días laborales adicionales cada año subsecuente hasta llegar a 20 días de descanso obligatorio). La tabla anexa muestra los cambios:

Fuente: elaboración propia basada en la propuesta de reforma a la LFT.

Como suele ser el caso para este tipo de reformas, los apologistas suelen esbozar argumentos con una carga emocional. Así, por ejemplo, podríamos citar a Baldenebro Arredondo, diputado de Morena y presidente de la Comisión de Trabajo: «México no puede seguir como uno de los países con menos días de descanso»[1]. Este tipo de argumentos demandan una explicación, pues es del tipo «Tal cosa no puede ser porque no puede ser». Algo similar pasa con argumentos como los que tuvieron lugar en un parlamento en el senado con el nombre Vacaciones Dignas[2], llevado a cabo el 28 de marzo de 2022. Tomaré una cita que refleja algunos de los argumentos populares. Invito al lector a preguntarse si ofrece un argumento más allá de «Las vacaciones son buenas; por lo tanto, hay que extender las vacaciones»:

«Las vacaciones de los empleados […] no son un privilegio; son un derecho. Un derecho que resulta fundamental para el desarrollo y la realización personal de los trabajadores y sus familias. […]. [Las vacaciones] liberan la carga de trabajo de un segmento de la población como las mujeres, al permitirles atender a sus hijos, cuidar a sus adultos mayores o cumplir otro tipo de compromisos que de otro modo no podrían lograr. Esto se traduce en una mejor calidad de vida y más tiempo con sus seres queridos» (senadora Patricia Mercado Castro).

Cuando preguntamos por qué no puede ser lo que no puede ser, los apologistas suelen presentar estadísticas con un ranking de los días de descanso en México y otros países. Pero ubicar a México en uno de los últimos lugares de tales listas no resuelve la pregunta, por más atractivo que aparente ser esa estrategia retórica.

¿Por qué los trabajadores mexicanos tienen pocos días de descanso en comparación con otros países? ¿Es eso bueno o es malo o es algo más complejo? ¿Es resultado de una mera falta de voluntad política para beneficiar a los trabajadores? ¿Beneficiaría a los trabajadores contar más con esa voluntad política, lo que sea que eso signifique? ¿Están necesariamente mejor los países que coaccionan a sus empleadores a extender los días de vacaciones por encima de los que tiene México?

Resolver esas preguntas debería ser el parteaguas de un análisis serio sobre la situación laboral en México. Aun si se concediera que un aumento en vacaciones podría significar beneficios para los trabajadores, no queda claro por qué duplicar el mínimo de vacaciones es lo ideal y no un número arrojado de manera arbitraria por legisladores y políticos que no habrán de asumir las consecuencias económicas de sus decisiones.

Curiosamente, en el mismo documento aludido anteriormente, llama la atención una cita de Dalia Vázquez González, presidenta nacional del Ateneo Nacional de la Juventud (A.C.):

«Uno de los temas menos citados en las discusiones de derecho laborales son las dificultades que enfrentan los jóvenes al momento de incorporarse a la fuerza de trabajo».

Es curioso que tal se presente como un argumento a favor de extender los días de descanso. La Encuesta Nacional de Egresados 2022 de la Universidad del Valle de México reveló que actualmente un 33% de los egresados jóvenes no tienen empleo; un 24% es profesionista independiente y apenas un 10% tiene un negocio propio. El mercado laboral es especialmente hostil con los jóvenes. ¿Ayudará a los jóvenes volverlo todavía más hostil?

Volver más hostil al mercado laboral es el resultado último de políticas que obligan a los empleadores a ajustar sus términos de contratación a parámetros establecidos por terceros. Extender los días de vacaciones por decreto eleva el costo de contratar trabajadores adicionales. Si debo darle los mismos días de vacaciones adicionales a un trabajador experimentado y a un trabajador joven, preferiré al trabajador experimentado. Las regulaciones de este tipo vuelven no sólo más caro y costoso el proceso de contratación en general, sino que encarecen relativamente más la contratación juvenil.

Cuando el gobierno interviene en transacciones entre dos partes, ambas partes ahora deben tomar en cuenta no sólo los términos que habrían negociado voluntariamente, sino los términos a los que los somete el gobierno. El resultado natural es un menor número de transacciones mutuamente benéficas sin una correspondiente ventaja para la sociedad en general.

Para que México avance de una economía con pocos días de descanso a una economía capaz de consumir más ocio, el requisito primordial es elevar su productividad. Pero ese principio elemental de economía suena demasiado «neoliberal» a los funcionarios públicos de hoy.


[1] Cita tomada de https://www.eleconomista.com.mx/capitalhumano/Diputados-analizan-cambios-a-la-reforma-de-vacaciones-para-flexibilizar-su-aplicacion-20221128-0092.html

[2] Los argumentos a los que se hace referencia pueden encontrarse a partir de la página 14 del documento en pdf ubicado en esta liga: https://infosen.senado.gob.mx/sgsp/gaceta/65/2/2022-11-03-1/assets/documentos/Dict_Com_Trabajo_Div_Disp_Ley_Federal_Trabajo_Vacaciones_Dignas.pdf

Por Sergio Adrián Martínez

Economista por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Administrador de Tu Economista Personal, sitio de reflexiones de economía y mercados libres.

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