El pasado miércoles 9 de agosto, el aspirante presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio fue asesinado durante un acto de campaña. Otras nueve personas resultaron heridas en el ataque bien coordinado, que empleó rifles, pistolas y granadas señuelo, y esto solo once días antes de las elecciones primarias. A medida que se conocen más detalles entre la neblina de la investigación subsiguiente, puede haber una solución libertaria que valga la pena considerar mientras Ecuador lidia con el aumento de la violencia política.

Villavicencio, de 59 años, casado y con cinco hijos, había sido miembro de la Asamblea Nacional de Ecuador y era una voz estridente contra los narcotraficantes que ahora luchan por el dominio en Ecuador. Dos semanas antes habían asesinado al joven alcalde de una gran ciudad, sobre cuyo puerto están luchando dos carteles rivales. Actualmente los principales competidores a nivel nacional son los carteles de México, Colombia y Albania. Hasta donde se sabe hoy, siete de los sospechosos detenidos por el asesinato de Villavicencio, tienen vínculos con el narcotráfico.

El antagonismo de Villavicencio contra los intereses del narcotráfico atrae muchos paralelismos con el candidato presidencial colombiano Luís Carlos Galán, asesinado en 1989 en la campaña electoral. Galán también había estado denunciando la creciente influencia de los narcotraficantes en su país, por lo que el famoso capo Pablo Escobar ordenó silenciarlo. El mismo Escobar fue eliminado en 1993 durante el intento de las fuerzas del orden de capturarlo, pero Colombia, sin embargo, sufrió muchos años de narcoviolencia escalofriante. Aunque las cosas están mucho mejor hoy en día de lo que habían sido durante la época de Escobar, los miles de millones de dólares invertidos a lo largo de los años en prevención e interdicción a menudo terminaron fortaleciendo a los narcotraficantes, como el Plan Colombia, por el cual los EE.UU. envió armamentos a ese país para combatir los narcotraficaficantes, sin embargo – sorpresa, sorpresa – muchos de esos mismos armamentos terminaron en manos de narcoguerrillas. Resulta que cuanto más intenta el gobierno prohibir un producto, más aumenta de precio éste, haciendo que la oferta sea más y más rentable.

Los volátiles mercados negros a menudo producen capos y mafias. Cuando los vendedores negros no tienen recursos legales para resolver disputas, solo los más fuertes y despiadados pueden hacer cumplir sus reclamaciones a través de la justicia callejera. Imagine, sin embargo, si el gobierno legalizara los narcóticos. En breve, el dominio de las mafias en el mercado se evaporaría a medida que las nuevas firmas se agolpan en la flamante y rentable industria. Usted tendría calles más seguras y hogares más seguros, a medida que la calidad y pureza de los narcóticos se vuelven más garantizados. Las asignaciones presupuestales del gobierno para la interdicción pueden recortarse y redirigirse a campañas de concienciación pública para la disuasión, ya que la ciudadanía debe saber que, en general, el consumo de drogas es malo para la salud de quien las consume.

Es demasiado tarde para Fernando Villavicencio. Sólo podemos esperar que todos los responsables de su asesinato sean detenidos y procesados con el máximo rigor de la ley. ¡Pero más allá de eso, podemos y debemos esperar fervientemente que Ecuador evite muchos años de inestabilidad neutralizando a los carteles a través de la legalización!

Daniel Donnelly, libertario estadounidense, candidato y miembro del Partido Libertario de Nueva York. 

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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