Gustavo Petro cumple su primer año dirigiendo Colombia, sin dignidad ni rumbo adecuado. Una primera aproximación a este primer año de gobierno, mostraría que sus políticas mediocres y discretas han fracasado. Empecemos al respecto, con el famoso y mitómano Proceso de Paz, el cual ha conllevado una ola de violencia e inseguridad superlativas, además de no tomar acciones congruentes entre el estado y el desaparecido accionar de las fuerzas militares. Así, tenemos a un gobernante que está más preocupado por arrodillarse ante el régimen chavo-madurista, que por responder eficazmente a las promesas que hizo.

Pero no solo han fracasado sus políticas públicas; las relaciones exteriores se han contaminado con sus reiterados discursos de odio y anti democracia, en especial con el país hermano de Perú, al comparar a sus fuerzas policiales con neonazis.

Petro por sus negligencias y caóticas actitudes no lo han llevado si no a un lado oscuro solamente por el afán de sacar pecho por cosas que no ha cumplido, promesas que son más destructivas que constructivas, como la construcción de un supuesto tren para contaminar y destruir el medio ambiente. El implementar metodologías opuestas a lo establecido por las normas constitucionales, tampoco le han funcionado, ni sus constantes amenazas a la prensa y al Poder Legislativo por informar y no acompañar sus reformas, que no son las más suficientemente adecuadas ni coherentes para el bienestar del país.

Petro no solo ha fracasado en las políticas de su gobierno: también su propio equipo de gobierno, el cual ha pasado por encima de la ley y amenazado a los actores judiciales, lo que ha conllevado varias crisis ministeriales; esto, mientras su hoy ex asesora se involucraba en recibir fajos de billetes a escondidas para la compra de votos; con un ministro de Defensa solicitado por la justicia estadounidense por lavado de activos (el caso Odebrecht), y ni hablar de su hijo Nicolás, un enriquecido político con mansiones familiares en los sectores más costoso de Colombia, mientras Petro se jacta hablando de un cambio y de que el país va bien. Pero ¿Colombia va bien?

No lo va: son miles de problemas que Gustavo Petro prometió ajustar, resolver y erradicarlos, pero no cumplió: hay miles de personas sin recibir medicamentos para tratar enfermedades graves, médicos que no han recibido su pago por prestar el servicio y el derecho a la salud, vemos la creciente corrupción a todos los niveles, mientras Petro y su familia ostentan con orgullo sus lujosos departamentos, en un país con el 73% de los colombianos viviendo en extrema pobreza y con hambre, mientras Petro y sus hijitos comen en restaurantes lujosos, pagados con los impuestos de todos los colombianos.

¿Hasta cuándo se dedicará Petro a gobernar de verdad con rectitud? Es momento de hacerlo. Basta ya de tanta mentiras y populismo corrupto.


Dorieth Alfaggeethd Aponte Piñeros: Activista político defensor de la democracia y la libertad.

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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