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El 9 de marzo de 1776 se publicó Una investigación acerca de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, libro escrito por el filósofo escocés Adam Smith (1723 – 1790), considerado por muchos el primer tratado de economía política, lo cual es discutible porque en 1755, de manera póstuma, debido a la censura del gobierno francés, se publicó el Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general, de Ricardo Cantillón (1680 – 1734), que bien puede ser considerado como la cuna de la economía política. Eso sí: el de Smith es un libro más completo que el de Cantillón y ha sido más influyente en la historia del pensamiento económico. Yo le debo mucho.

En su libro Smith se pregunta, en primer lugar, cuál es la naturaleza de la riqueza, que consiste en los bienes y servicios con los que satisfacemos nuestras necesidades, no en el dinero, como lo creían, producto de la ilusión crisohedónica, los mercantilistas de la época. En segundo lugar se pregunta cuáles son las causas de la riqueza, que son el respeto a la libertad individual (dejar hacer), y a la propiedad privada (dejar poseer), lo que él llamó el sistema de la libertad natural. En tercer lugar se pregunta cómo se logra, no el enriquecimiento de una nación, sino el de todas las naciones, lo que se consigue gracias al comercio entre ellas, al comercio internacional, al libre comercio.

El que Smith trate estos tres temas debe ser motivo más que suficiente para que los economistas lean, estudien y discutan La riqueza de las naciones, como se le conoce de manera abreviada. ¿Cuántos lo han hecho? Así como no concibo un filósofo que, aunque no sea platónico, no haya leído los Diálogos de Platón, no concibo a un economista que, aunque no sea smithiano, no haya leído La riqueza de las naciones (véase: https://www.youtube.com/watch?v=MFD6a5Nok1g).

Una de las frases más importantes del libro de Smith es esta: “Poco más se necesita, para llevar a una nación a su máximo grado de opulencia, desde la barbarie más baja, que la paz, pocos impuestos, y una tolerable administración de justicia”. Paz: que la gente pueda producir y consumir en paz, sin tener que destinar tiempo y esfuerzo a defenderse de quienes la agreden, ya sean connacionales (por ejemplo: el crimen organizado), o extranjeros (por ejemplo: una invasión militar). Pocos impuestos: que no sean confiscatorios, que se destinen, nada más, a financiar la legítima tarea del gobierno, que es hacer valer los derechos, que realmente lo sean, de los ciudadanos. Tolerable (ojo: tolerable, no perfecta), administración de justicia: que el gobierno castigue a quienes cometen injusticias, a quienes violen los derechos de los demás, y que los obligue a resarcir a sus víctimas.

Paz, pocos impuestos, tolerable administración de justicia. ¿Cómo andamos en México en cada una de estas materias? ¿Cómo andaremos si se concreta el Plan C? Paz: convivencia civilizada, práctica de la justicia de parte de los ciudadanos, respeto a los derechos de los demás. Pocos impuestos: cobrados para financiar únicamente la legítima tarea del gobierno, que es hacer valer los derechos de las personas, prohibiendo su violación y previniéndola, y, de fallar en la prevención del delito, castigar al delincuente y obligarlo a resarcir a su víctima. ¿Cómo andamos en cada una de estas materias?

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Paz, pocos impuestos, tolerable administración de justicia es lo que se necesita, según Adam Smith, para lograr la opulencia: crecimiento económico y bienestar social. ¿Cómo andamos en estas materias?


Con el crimen organizado desatado, ¿podemos decir que hay paz, que convivimos civilizadamente, con justicia, respetando los derechos de los demás? Con el Gobierno Federal cobrando (contando por separado cada uno de los impuestos especiales sobre producción y servicios), 15 impuestos distintos, destinados a financiar tareas que no forman parte de las funciones esenciales, ¿podemos decir que hay pocos impuestos? Sí, según los datos de la organización Impunidad Cero, en México se denuncia 6.4% de los delitos cometidos, y de ese 6.4% se resuelve 14%, ¿podemos decir que tenemos una tolerable (ojo: tolerable, no perfecta), administración de justicia?

Con el Plan C en marcha, ¿mejoraremos en materia de paz, impuestos y justicia, sobre todo en esto último y en sus dos momentos, el de su práctica y el de su impartición? Práctica de la justicia: respetar los derechos de los demás, práctica que nos corresponde a los ciudadanos. Impartición de justicia: castigar a quienes violen derechos y obligarlos a resarcir, impartición que es la tarea propia del Gobierno.

La tríada smithiana de paz, pocos impuestos y tolerable administración de justicia se sintetiza en el Estado de derecho, en el Gobierno de las leyes justas, que reconocen plenamente, definen puntualmente y garantizan jurídicamente los derechos de las personas, Estado de derecho que, además de leyes justas, requiere de gobernantes honestos y eficaces, capaces de hacerlas valer. El Estado de derecho es Estado de justicia. Lo contrario es el Estado de chueco, que es Estado de injusticia, o porque las leyes son injustas, o porque, siendo justas, los gobernantes no son capaces, o por deshonestos o por ineficaces, de hacerlas valer.

Los tres poderes del Gobierno son obligar, prohibir y castigar, con los que limita el ejercicio de la libertad individual y el uso de la propiedad privada, poderes que en manos de gente poco escrupulosa, como por lo general son los políticos (¿o no, por poner dos ejemplos, Araceli Saucedo y José Sabino Herrera, los senadores que chapulinearon del PRD a Morena, para que ésta avanzara hacia la mayoría calificada en el Senado?), se convierten en una amenaza para la libertad y la propiedad: el Gobierno obliga a lo que no debe, prohíbe lo que no debe, castiga lo que no debe, todo lo cual es propio del Estado de chueco, de injusticia, no del Estado de derecho, de justicia. Por eso conviene que dicho poder se divida en tres: el ejecutivo, el legislativo y el judicial, actuando cada uno como contrapeso de los otros dos, algo que en México, por obra y gracia del Plan C, y para todo efecto práctico, desaparecerá a partir del 1 de septiembre, día del inicio la LXVI Legislatura, en la cual Morena y sus aliados tendrán la mayoría calificada en el Congreso de la Unión, con el poder Legislativo a las órdenes de López Obrador durante septiembre y de Sheinbaum a partir de octubre y, por lo menos, hasta la próxima elección de diputados en junio del 2027.

Si a lo largo de los últimos seis años el Estado de derecho se vino enchuecando poco a poco, a partir del 1 de septiembre se enchuecará más. ¿Cuánto tiempo nos llevará enderezarlo?

Agradecemos al autor su amabilidad al permitirnos reproducir su columna Pesos y Contrapesos, en el diario La Razónhttps://www.razon.com.mx/opinion/columnas/arturo-damm-arnal/paz-impuestos-justicia-1-2-590904 y en https://www.razon.com.mx/opinion/columnas/arturo-damm-arnal/paz-impuestos-justicia-2-2-591034

Arturo Damm Arnal, economista y Doctor en filosofía, periodista y profesor universitario. Publica regularmente en La Razón y participa constantemente en los programas informativos y de opinión de TV Azteca.

Twitter: @ArturoDammArnal.

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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