Algunos comunistas se indignan ante el hecho notorio de las catástrofes que se han gestado desde siempre en los países que se autodenominan socialistas; siempre es risible como todas las ingeniosidades que pueden darse en estos pueblos, como en Cuba, Venezuela o Nicaragua, terminan en un obsceno resumen entonado y definitivo al decir: esos países no son comunistas o de izquierda. Tanto ha sido su descontento interior, que buscan osar con “telarañas de significados”, como diría Weber, la predica de un sinfín de izquierdas que no aceptan en una solemne actitud estricta y de disciplina cuasi militar. Bien se puede leer al filósofo español Gustavo Bueno, en su título tan conocido El Mito De La Izquierda, como las izquierdas fracasadas son aquellas que no tienen un proyecto político de Estado, que sin embargo se etiquetan desde la Izquierda mito oscurantista, hasta la izquierda definida y las izquierdas indefinidas explicándolas en diferentes generaciones, dentro de las cuales se adentran la izquierda radical, izquierda liberal, izquierda libertaria, izquierda social demócrata, izquierda comunista, izquierda asiática, así como las fundamentalistas, extravagantes, divagantes, mixtas, sin dejar de lado el marxismo-leninismo, stalinismo, maoísmo y un largo etcétera de movimientos que se dan sobre todo en Hispanoamérica. Lo cierto es que la izquierda no es una, y el referido aspecto no puede ser una justificación para la izquierda por su religión jerárquico – colectivista.

​En el caso, esta diferenciación que los precursores del marxismo han utilizado desde siempre, en realidad se hace para justificar cualquier tipo de atrocidad, locura, delito o desconcierto que comentan las izquierdas en el mundo y para que en el orden teórico se le pueda atribuir al capitalismo que nombran global, y aquí es donde se da la colosal contradicción. Dicha objeción tiene cabida, en que, el hecho de que un movimiento o partido de pensamiento marxista se manifieste dentro de un capitalismo existente, que es puramente mercantilismo estatal, y que aun siendo un sistema de libertad económica no implica en última instancia que ese grupo de ideas revolucionarias sea producto de un capitalismo, ni tampoco liberalismo consecuente como lo tilda el admirable académico Juan Manuel de Prada, quien si bien no es marxista, su noción se ha comercializado dentro de las onomatopeyas cyber – marxistas.

​El marxismo no es anti-capitalista, ni el radicalizado ni el tibio, el comunismo que predica Marx no se da como una extirpación de un sistema de producción capitalista para implementar el sistema comunista, sino que atendiendo a la propia dialéctica que desarrolla Marx, se da como un sistema de producción con base a la superación de sus contradicciones, lo cual siempre fue la visión marxiana: que el modo de producción primitivo, se superó hasta llegar al modo de producción esclavista, y que en la misma sujeción el feudalismo al modo de producción anterior, y en consiguiente el comunismo superará el capitalismo. Predicción totalmente fallida, puesto que si bien el capitalismo se ha ido transformando, esta superación ha sido con más libertad y asimismo en perfeccionamiento, nunca por una economía de corte centralizadora.

En esta tesis, Engels y Marx en el Manifiesto Comunista claramente afirman: “…En la historia, la burguesía (nombrado como capitalista en otras ediciones al manifiesto comunista), ha desempeñado un papel altamente revolucionario. Ahí, donde se ha entronizado en el poder, la burguesía devastó las relaciones feudales, patriarcales e idílicas…”, tal parece que los coautores le aplaudían al capitalista por su labor histórica desempeñada. Y es que esto, dentro de la doctrina marxista es una ordinariez, ya que es necesario aceptar e incorporarse al capitalismo para su posterior superación.

​Este acontecimiento no es propio de la teoría, sino que cobra importancia en la praxis, Víctor Raúl Haya de la Torre y su teoría Espacio – Tiempo – Histórico, cuya hipótesis era conocida como el Aprismo o el APRA, quien además igualmente se codea con la dialéctica hegeliana, añadiendo la relatividad de Einstein aplicada a la política, se autoproclamó superar el marxismo por el aprismo. Este político del Perú, pese a que la historia nos dice que tuvo una ruptura con el marxismo, no dejo de propugnar interpretaciones marxistas, algo muy arraigado en la tradición política de lenguas ibero-romances y conocido como la “izquierda democrática latinoamericana”.

En términos prácticos, lo que Haya de la Torre propone es que, nuestra América tendría que ser un cómplice del imperialismo de los Estados Unidos de América, cuya etapa capitalista seria temporal, algo muy propio a la superación del modo de producción capitalista, que tal vez si Haya de la Torre hubiera reflexionado su teoría, se hubiera dado cuenta que no era otra que la misma expuesta por Marx. Así entonces, su manifiesto de Alianza Popular Revolucionaria Americana, es símil a ese período en el cual el marxista buscará incorporarse al capitalismo para superarlo, cuyo periodo nunca se superó y no es necesario hablar del conjunto de brutalidades que hizo su pupilo Alan García, quien nunca salió de esa fase capitalista provisional, pero en la cual siempre tuvo injerencia la óptica marxista. Cabe aquí destacar que esa injerencia sigue con mayor presencia, y que incluso muchos pactos federales ya contienen muchos de los puntos que para Marx y Engels deben imponerse en los países más avanzados.

Lo que siempre se pierde de vista por el comunista, atendiendo a su dialéctica materialista, es que hay un intervalo cuando primigeniamente el marxista busca adherirse al capitalismo, para pasar al socialismo como primera fase del comunismo y en ulterior al comunismo, y que ha sido esa cohesión primaria la que ha generado la catástrofe en la que vivimos. Si Lenin decía que el fascismo era el capitalismo en descomposición, bajo la visión marxista de superar el capitalismo, se puede afirmar que todos los fracasos que se han dado en la realidad capitalista del mundo que tanto le duele a la izquierda, es por este intervalo del marxista dentro del sistema de producción capitalista, la realidad es que no es capitalismo en descomposición sino comunismo en transformación, dado que esa descomposición se da por el comunismo insertado al capitalismo para su superación.

Esa parte nunca se toca por el marxista que se queja del capitalismo existente, siendo que, toda la izquierda que para ellos no es verdadero comunismo es el resultado de la idea de buscar injerirse en el capitalismo para superarlo, que indubitablemente han sido una profunda decepción, y sin aspecto alguno de superación, es evidente que los ejemplos sobran, el comunismo no puede ni siquiera llegar teóricamente a la senda de salir del ciclo de insertarse en el capitalismo para comenzar con el proceso de superación, pero si puede generar muerte, escasez y terrorismo, en su apenas primer paso, teniendo resultados atróficos que se comprende de todo, menos de superación.

En resumen, ese capitalismo del que se queja el marxista, realmente existente, se ha contaminado con las finalidades teóricas del marxismo, y no: el marxismo y todas sus metástasis no son un resultado del primero, lo más vergonzoso es que, los ideólogos de este pensamiento no perciben dicha situación y en sentido exacto, toda su crítica muestra como su sistema es un acto fallido en el cual ni siquiera pueden salir del primer paso los homínidos del materialismo prehistórico.

J. Pedro Duran Hernandez. Laruxo, abogado, músico, escritor. Activista libertario, radicado en el norte del país.

Twitter: @laruxo

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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