Algunas consideraciones políticas, económicas y sociales sobre la libertad sexual y la auto propiedad.


“Cualquier cosa es válida cuando deviene de pactos con los demás o con uno mismo. Lo contrario es violencia, pura violencia. Y tan violador es quien obliga a alguien a practicar sexo que no ha sido pactado, como el que impide o extorsiona a quien desea vivir su sexo como le apetece” – Beatriz Espejo, Manifiesto puta


¿Porque la importancia de la libertad sexual? ¿No es acaso caer en el libertinaje? ¿Qué es el libertinaje? ¿Qué le aporta realmente la libertad sexual a nuestra sociedad y a nuestra economía?


La palabra libertinaje tiene su origen en el latín libertus (liberto), que se refería a cuando un esclavo era manumitido, es decir: obtenía su libertad. De allí surgió el adjetivo libertinus, que se aplicaba a todo aquello que era propio de los libertos, de aquellos que habían obtenido su libertad. En el siglo XVI surgió en Francia el vocablo libertin, que era utilizado para referirse a aquellos que se habían alejado de la religión o que se habían liberado de la religión. Y hasta el 1734 la palabra libertino en el diccionario de la academia de España, tenia aun el significado de “el esclavo a quien se le ha otorgado la libertad”. Pero a partir de la edición de 1803, se clasificaba así a “las personas que tenían libertinage” (con “g”). Libertinaje o libertinage, y tenía 3 significados: 1) falta de respeto a la religión 2) desenfreno en las obras o en las palabras y placeres desmedidos y 3) corromper moralmente a otros. El sentido del término siguió evolucionando hasta que se llegó a un cuarto concepto: El de buscar el propio placer o disfrute, violentando, transgrediendo o pasando por encima de los demás. Concepto del que el marqués de Sade llegaría a ser su mayor representante. Cabe añadir que la palabra libertad viene de libertas, libertatis, que refería a la condición de nacer jurídica y socialmente con todos los derechos de la sociedad en la que se hubiere nacido. Básicamente, el concepto de libertad hablaba de aquellos individuos que no les pertenecían a otros, que tenían plena ciudadanía y eran poseedores de todos los derechos. De esta forma, el concepto de libertad surge para referirse a aquellos individuos que no eran propiedad de otros y que poseían plenos derechos como ciudadanos. De hecho, la primera palabra para referirse al concepto de libertad que existió en la humanidad fue la palabra sumeria: “Ama-gi”. Que se refería a aquellos que habían sido liberados, ya fuese de la esclavitud o de la prisión.


Regresando a los diferentes sentidos de libertinaje, los actos que caen en la cuarta categoría son, por supuesto, del todo reprobables y, básicamente, son un delito por el mero hecho de dañar a otros. Sin embargo, lo interesante del termino libertinaje radica en las otras categorías. En muchas ocasiones, los entornos sociales tratan de obligar a los individuos a que se ciñan a sus criterios sexuales y sociales, y aunque haya individuos que no dañen a nadie con su sexualidad divergente o con sus formas divergentes de socializar, son rechazados e incluso penados judicialmente, no por dañar a otros, sino por no cumplir con los criterios morales que la mayoría considera como los únicos válidos. Por lo que habría que preguntarnos ¿aquellos que no se ciñen a los criterios sexuales o sociales de una mayoría, están realmente transgrediendo a esa mayoría o están causando algún daño a terceros? La respuesta es un rotundo no. Sin embargo, paradójicamente, quienes pretenden obligar a estos individuos divergentes a vivir acorde a la moral de la mayoría, sí que están cayendo en el abuso y la transgresión del otro. Es decir, están violentando la propiedad privada que estos individuos poseen sobre si mismos. Cuando alguien intenta obligar a otros a vivir su vida acorde a la moralidad que cree que es la única valida, en realidad esta violentado y transgrediendo la propiedad privada que esos individuos poseen sobre si mismos. Aquel que pasa por encima del otro en nombre de la mora para obtener lo que desea, aquel que obliga otros a que vivan o actúen conforme este desea, está usando a los demás para los fines que, egoístamente, persigue. Violando la propiedad privada que los demás tienen sobre sí mismos.


Con respecto al sentido de libertino como el exceso de libertad, placeres desmedidos, despilfarros y excesos, el reclamo sigue siendo igualmente injustificado. Porque mientras la persona no transgreda la propiedad privada de otros, mientras no dañe a terceros u obligue a otros a participar de sus supuestos excesos, no está dañando a nadie, excepto, en todo caso, a sí mismo. Y es aquí donde la propiedad privada sobre uno mismo es fundamental, pues si un individuo cuenta verdaderamente con la propiedad privada de sí mismo, entonces él y solo él puede decidir sobre su cuerpo, sobre su sexualidad, sobre lo que ingiere y sobre su vida. Si los individuos no tienen plena propiedad sobre si mismos, si no tienen plena libertad de decidir que hacer consigo mismos, si no poseen plena autodeterminación, entonces esos individuos siguen sometidos a la voluntad de los demás; entonces esos individuos no son soberanos de sí mismos. No importa cuantos excesos cometa un individuo o que haga con si mismo, mientras no dañe a otros, cada individuo debe ser libre y autónomo para hacer con si mismo lo que le de la gana. Así como plenamente libre y autónomo para relacionarse con otros en los términos que libre y voluntariamente decidan. Por lo tanto, el exceso de placeres, mientras no afecte a terceros, no tiene por que ser ni censurado ni prohibido. Pues le corresponde decidir únicamente al individuo, quien es dueño de sí mismo. Con respecto a la corrupción moral de otros, lo cierto es que cada vez que se inculca cualquier valor religioso o visión de la vida, se esta influyendo en la mente de los demás. Y si es para bien o para mal, no nos toca decidirlo a nosotros, sino a quien recibe esa influencia. No tenemos derecho a decidir por los demás que es lo correcto ni a imponer nuestros valores. Cada individuo debe ser libre y autónomo de decidir que influencias decide aceptar y cuales prefiere rechazar.


Dicho lo anterior, podemos pasar a preguntarnos: ¿Qué le aporta realmente la libertad sexual a nuestra sociedad y a nuestra economía?


Los grupos conservadores -ya sean conservadores de derecha como en Hungría y Polonia o conservadores de izquierda como en Cuba y Venezuela- se enfocan solamente en lo económico y rechazan en mayor o menor grado el contemplar las libertades sexuales. Creen que se puede separar la libertad económica y la libertad sexual como si respondiesen a trasfondos distintos, como si tuvieran esencias distintas. Sin embargo, la realidad es que tanto la libertad económica como la libertad sexual son manifestaciones de la libre autodeterminación. Ambas, son distintas caras de la libertad individual. Es decir, que la libertad sexual y la libertad económica son formas en las que se manifiesta la libertad individual. Pero, y esto es lo trascendental, no son manifestaciones independientes: No puede manifestarse un aspecto sin el otro, por que los individuos, para poder desarrollarse plenamente en el ámbito económico, para poder innovar y desarrollar actividades empresariales con toda su capacidad, deben poseer plena libertad individual para poder desarrollarse en cualquiera de sus aspectos como seres humanos. Así como ser plenamente libres de relacionarse y asociarse con otros seres humanos en los términos que determinen. Por ejemplo, el 10% de la población mundial es abiertamente LGBT+. Esto quiere decir que los países en que se prohíben o se rechazan las sexualidades no heterosexuales, están perdiendo un potencial del mercado del 10%, mas todos los mercados adyacentes que se crearían. En México se estima que el mercado LGBT+ tiene un potencial de hasta 100 mil millones de dólares que podría aportar cada año al PBI del país. O, a la inversa, México, al mantener una postura conservadora y homofóbica, esta perdiendo un potencial anual de 100 mil millones anuales de dólares. En todos los países que son homofóbicos, la economía esta siendo sacrificada, en menor o mayor medida en nombre del conservadurismo sexual. Al invalidar la sexualidad de los individuos que no son heterosexuales, se esta impidiendo que se desarrollen todo tipo de mercados alrededor de estas sexualidades no heterosexuales; y se está impidiendo que los individuos se desarrollen económicamente. Lo mismo sucede con cualquier otro aspecto relacionado con la libertad sexual. La libertad económica es siempre un efecto secundario de la libertad individual, y la libertad sexual es libertad individual. Por lo tanto, sin libertad sexual, no podrá haber nunca una autentica libertad economía; así como sin libertad económica, no podrá haber plena libertad sexual. Una y otra están siempre condicionadas por que ambas son las dos caras de la libertad individual. Es por ello por lo que los países más libres económicamente como Noruega, Países Bajos, Taiwán, Irlanda, Luxemburgo, Nueva Zelanda, Suiza o Dinamarca son, a su vez, los países con mayores libertades sexuales. Mientras que los países con menos libertad económica como Arabia Saudí, Brunéi, Mauritania, Irán, Nigeria, Yemen, Afganistán, Paquistán o Somalia son también aquellos países en donde la homosexualidad sigue siendo castigada con la muerte. Por supuesto que hay algunas excepciones de países en donde hay cierta libertad sexual pero no económica y cierta libertad económica pero no sexual. Sin embargo, esos países son una confirmación de que no puede haber plena libertad económica si no hay plena libertad sexual, pues los mercados alrededor de lo LGBT+, por ejemplo, no existen. Y donde no haya libertad económica, las personas LGBT+, no podrán innovar y, por lo tanto, no podrían tener un pleno desarrollo como individuos. Y es que, solo se puede alcanzar la plena libertad individual cuando existen ambos aspectos: la libertad sexual y la libertad económica. Solo se puede alcanzar una plena calidad de vida cuando existen todas las libertades. Si el desarrollo de los diversos aspectos personales esta coartado por la falta de libertades en una sociedad, entonces los individuos de esas sociedades no podrán tener una calidad de vida plena y digna. Y esos individuos nunca podrán desarrollarse plenamente ni en lo económico ni en lo sexual.


Y es aquí donde los conservadores brincan y dicen: ¡No! ¡Todo eso es libertinaje! vale la pena sacrificar la economía en nombre de salvar a la sociedad de tal “libertinaje”. Pero ¿Realmente es libertinaje la libertad sexual? Pues bueno, si libertinaje lo entendemos como el no seguir los criterios morales de la mayoría, ciertamente cualquier libertad sexual seria libertinaje. Sin embargo, en ese sentido, el libertinaje lo único que significaría seria actuar con un criterio individual, vivir libremente la propia vida sin dañar a nadie más. Y, por tanto, no habría nada que reclamar. Ahora, libertinaje como el hacerle daño a otros en pos de obtener lo que se desea, pues esto sería simple y sencillamente un delito, ya fuera para obtener un placer sexual, beneficio económico o etc. Por lo tanto, si un individuo o un grupo de individuos ejercen libremente su sexualidad y su libertad individual, sin dañar a terceros ni obligar a nadie, sin coaccionar o violentar a nadie, entonces, no hay ningún abuso y ese o esos individuos deben ser plenamente libres de vivir su sexualidad y de ejercer su individualidad como sea su voluntad.


Vale la pena recordar que el filósofo radical y totalitario Alexandr Dugin y el papa ortodoxo Kirill han justificado el genocidio llevado a cabo por Putin en Ucrania, como una forma de acabar con el libertinaje sexual y las libertades individuales que se han dado en este país. En especial hacen referencia a la realización de la famosa marcha del orgullo gay que cada año se festeja en todos los países mínimamente civilizados y tolerantes. Este fundamentalismo moral del cristianismo ortodoxo no dista nada del fundamentalismo moral del terrorismo musulmán. Al respecto, el patriarca de la iglesia ortodoxa afirmo lo siguiente: “La guerra contra Ucrania es correcta porque es contra el lobby gay”. Y es que, si la libertad sexual que se vive, no en el propio país, sino en el país vecino, es justificación para invadirle y exterminar a su población; si no importa que no me afecte o que ni siquiera afecte a mi país y aun así no se puede tolerar la libertad individual del otro, entonces es mas que claro que el verdadero problema es la incapacidad de los fundamentalistas morales para respetar la vida, la individualidad, la autodeterminación y la sexualidad de los demás. Alexandr Dugin ha dicho en muchas ocasiones que esta en contra de las democracias liberales y de la filosofía liberal por que liberan al individuo de las identidades colectivas, por que liberan a los individuos de las formas de sexualidad colectivamente validadas, de las identidades de genero y sexuales colectivas. Y porque, además, libera a los individuos del control que la religión y el estado pueden ejercer sobre la vida y el pensamiento de los individuos. A Dugin le molesta qué en las democracias liberales los individuos dejen de ser controlados por la religión y el estado, y empiecen a pensar y a vivir, no acorde a lo que una autoridad les dicte, sino acorde a como ellos deseen y decidan. Es decir, Dugin rechaza las democracias liberales por que en ellas los individuos tienen propiedad sobre si mismos, sobre sus mentes, sobre sus cuerpos y sobre sus relaciones con otros individuos. Pues vaya, habría que preguntarnos seriamente que deseamos nosotros para nuestra sociedad. ¿Queremos una sociedad totalitaria e intolerante, controlada por una religión y por unos cuantos políticos y empresarios? ¿una sociedad al estilo de las utopías de George Orwell en “1984”, Ray Bradbury en “Fahrenheit 451”, Aldoux Huxley en “Un mundo feliz” o Ayn Rand en “Himno”? o ¿una sociedad abierta, libre, incluyente y tolerante como lo han logrado los países más prósperos del mundo?


En conclusión, el respeto a la propiedad privada que el otro tiene sobre si mismo, el respeto a la individualidad y a la autodeterminación; así como el respeto a la libre asociación y la libre desasociación entre individuos, es la base para una sociedad civilizada, sana y prospera. La clave para una democracia liberal consiste en que los individuos tengan pleno y total derecho de propiedad sobre si mismos.


“La contrasexualidad es, en primer lugar, un análisis crítico de la diferencia de género y de sexo, producto del contrato social heterocentrado, cuyas performatividades normativas han sido inscritas en los cuerpos como verdades biológicas.” – Paul Preciado, manifiesto contrasexual

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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