El presidente López Obrador en su mañanera, se burló de la manifestación de apoyo a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, diciendo que «sólo fueron 3 mil personas, muy erizo, tienen que echarle más ganas» dijo el mandatario que prometió cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes.

El Poder Ejecutivo tiene el manejo del presupuesto, en general del gran poder económico del Estado, por lo anterior tiene la posibilidad de prestar servicios y dar apoyos a la población en lo fundamental: salud, alimentación, educación, y particularmente en programa de bienestar social entre otros. Tiene el control de las fuerzas públicas, tanto civiles como militares, y el total acceso a la difusión de sus ideas y logros, y cuenta con las estructuras y bases de los partidos que maneja, y desde luego cuenta con su innegable popularidad, por eso, el que el actual gobierno, pueda organizar manifestaciones gigantescas, en su apoyo, es algo normal y lógico.

En cambio el Poder Judicial carece totalmente de lo anterior, y su función es la de resolver conforme a la Constitución y la ley, conflictos entre particulares entre sí, entre particulares y los distintos niveles de gobierno, entre poderes y niveles de gobierno, entre instituciones, partidos, etcétera. A diferencia de los servicios que presta el Ejecutivo, los del Judicial son indeseables pero necesarios, ya que en una contienda judicial, siempre habrá alguien que gane y quien pierda, si no es que todos pierden algo, en algunos procesos judiciales.

Así el Poder Judicial, fundamental para la paz social, la democracia, la justicia, el orden, la coexistencia pacifica, es por naturaleza antipopular. Así el dicho: «entre abogados te veas», es una maldición, y hasta en la Biblia se aconseja llegar a un arreglo, antes de llegar con los jueces, o en el refrán: más vale un mal arreglo, que un buen pleito.

Si no hubiera incumplimientos de normas jurídicas por alguien, y los problemas se pudieran resolver con acuerdos entre partes, poderes, partidos, etcétera, los jueces no tendrían trabajo.

Por lo anterior, es muy significativa la marcha, aún con su tamaño, en apoyo a la Suprema Corte, ya que no tiene ni los recursos, ni el poder real y mediático que tiene el Ejecutivo. Por ello es absurdo tratar de minimizarla, al no alcanzar las dimensiones de los eventos en apoyo del presidente López Obrador.

A diferencia del Ejecutivo, que es un órgano unipersonal, en donde el presidente es el superior jerárquico de todos los funcionarios civiles y militares, la Suprema Corte es un órgano Colegiado, y su presidenta, es primera entre iguales, y su voto tiene el mismo peso que el de los otros 10 ministros, y magistrados y jueces son autónomos, sin embargo la actitud contraria y agresiva del presidente, y con ello secundada por todos sus seguidores, legisladores, funcionarios, gobernadores, etcétera, que le han echado montón a la Corte, se dio a partir de la salida de la Corte de su amigo, que quería mantener en su cargo, violando la Constitución, por lo que por eso no pudo, y luego cuando le salió mal su intención de poner en la Presidencia de la Corte, a su incondicional Yazmin Esquivel, lo que no pudo, cuando se descubrió las irregularidades en su tesis profesional.

Es evidente que se debe modificar y mejorar el Poder Judicial, pero no para que se convierta en un órgano totalmente sumiso al Poder Ejecutivo, lo que empeoraría las cosas, sino por el contrario, para que sea más apegado a la Constitución, más imparcial y más autónomo, más eficiente, para que sea más y mejor en su función de ser un contrapeso y un freno a las decisiones del Ejecutivo, cuando se aparten de la Constitución y la ley.

Defender a la Corte es defender el Estado de Derecho, aun con los defectos que tiene y que deben corregirse adecuadamente, no demagógicamente, como es la idea de que los ministros sean electos popularmente, y con ello permitir la participación de políticos ricos y hasta criminales, patrocinando sus campañas.

Mario Rosales Betancourt, abogado y Maestro en Derecho. Profesor de la asignatura de Derecho en la FES Acatlán de la UNAM y en la UAM-Azcapotzalco.

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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