En diciembre de 1969, era un joven a punto de cumplir los 18 años, cuando el gobierno de Gustavo Diaz Ordaz nos otorgó cómo una gran concesión de ese gobierno, a mi generación y las posteriores, la idea de que se nos daba el gran reconocimiento y derecho de ser ciudadanos con plenos derechos, a partir de los 18 años, y ya no como era antes, hasta los 21 años.
Era la época del virtual monopartidismo priista, y así el gobierno de Diaz Ordaz buscó fortalecer su legitimidad, que se había menoscabado mucho, con acontecimientos como la represión al movimiento estudiantil de 1968 y con el creciente abstencionismo que existía en esos procesos electorales, manejados por el propio gobierno priista.
Parecía poco el derecho a votar, en elecciones en donde sabíamos que el PRI o ganaba, o hacia trampa y también ganaba, y en cambio el ser mayores de edad, nos quitaba la posibilidad de ser inimputables penalmente, y con ello la posibilidad de poder ser juzgados y castigados como los demás mayores de edad, además y perder el derecho a alimentos y demás de nuestros padres.
La verdad es que los que orgullosamente fuimos jóvenes al final de los sesentas, fuimos una gran generación, que promovimos grandes cambios, e hicimos un gran uso de la calidad de ciudadanos que se nos dió, y nos empoderamos para dejar de ser el futuro de México, y convertirnos en actores protagonistas.
A partir de que fuimos ciudadanos, participamos en que se lograra la igualdad jurídica de la mujer a nivel constitucional; en las diversas reformas electorales que lograron crear un organismo constitucionalmente autónomo, y que terminara el sistema monopartidista y existiera alternancia en el poder. Hemos impulsado con las demás generaciones, el avance en materia de Derechos Humanos, y el progreso científico y social.
Nuestra generación, la primera que obtuvo su mayoría de edad y su ciudadanía a los 18 años, ya somos adultos mayores de alrededor de los 70 años, y nos preocupa, que en lo que hemos participado en construir en estos 52 años, con las generación anteriores y desde luego posteriores a la nuestra, no se debilite ni se detenga.
El Mtro. Mario Rosales Betancourt, es abogado y catedrático en Derecho (UNAM y UAM-A).