La temporada navideña es un momento para reflexionar sobre lo que tenemos, incluyendo el tipo de sociedad que ha hecho posibles innumerables bendiciones. La calidez, la seguridad y la generosidad que muchos estadounidenses experimentan durante las fiestas no son accidentes ni puros regalos de la naturaleza. En su sentido tangible, son producto de un largo y extraordinario período de crecimiento económico que ha ampliado las oportunidades, reducido las dificultades y dado un respiro a los ideales morales.
La historia demuestra con claridad que las sociedades más capaces de generosidad y liberalismo no son las que están atrapadas en la pobreza, sino las que han escapado de ella. La abundancia de riqueza no corrompe la vida moral; la facilita. El crecimiento económico no rivaliza con nuestros valores más elevados. Es una condición previa para su más vigorosa búsqueda.
Esta verdad es fácil de olvidar precisamente porque el crecimiento moderno ha sido tan exitoso. Damos por sentada la abundancia material que nos permite debatir sus costos espirituales. Durante la mayor parte de la existencia humana, la vida se definió por la vulnerabilidad constante. El hambre, la enfermedad y la muerte prematura eran omnipresentes. La idea de que la gente común pudiera esperar algo diferente, y mucho menos verdadera comodidad u oportunidades, les sonaría fantástica a nuestros antepasados preindustriales.
Como han demostrado historiadores económicos como Deirdre McCloskey, la drástica aceleración del crecimiento a partir del siglo XIX —el «Gran Enriquecimiento»— transformó las perspectivas humanas a una escala sin precedentes en ninguna revolución moral o política anterior. El nivel de vida aumentó exponencialmente. La pobreza disminuyó. La educación se extendió. Y con esta abundancia surgió una mayor capacidad de tolerancia, pluralismo y coexistencia pacífica.
Esta conexión no es casual. En «Las consecuencias morales del crecimiento económico» , el economista de Harvard Benjamin Friedman demuestra que las sociedades que experimentan un crecimiento sostenido tienden a ser más generosas y comprometidas con los valores liberales que otras. Cuando la gente cree que el futuro puede ser mejor que el pasado, la política deja de ser una lucha de suma cero por recursos aparentemente fijos. Y la cooperación se facilita.
Lo contrario también es cierto. Cuando el crecimiento se desacelera, incluso las sociedades prósperas comienzan a desmoronarse. Retorna el pensamiento de suma cero, no necesariamente porque las personas sean pobres o porque hayan cambiado, sino porque el progreso ya no parece seguro. En un entorno económico diferente, la política se vuelve introspectiva y resentida. Se buscan chivos expiatorios, que históricamente han incluido a inmigrantes, judíos y otras minorías, el comercio, las grandes empresas y los ricos. Las ideas iliberales cobran fuerza.
Vistas desde esta perspectiva, las ansiedades actuales son menos misteriosas. Tras décadas de desaceleración del crecimiento de la productividad, muchos estadounidenses, especialmente los más jóvenes, ya no confían en que su trabajo sea recompensado ni en que el futuro sea más próspero que el pasado. La nostalgia de la derecha y una constante sensación de opresión de la izquierda son respuestas a la percepción de que se están cerrando las oportunidades.
Para revertir estas reacciones destructivas, debemos reconstruir las condiciones para la abundancia. No se requieren nuevos gastos masivos, proteccionismo ni estrategias industriales. Solo se requiere eliminar los obstáculos gubernamentales al trabajo, la construcción y la innovación.
Consideremos los mercados laborales, donde las licencias ocupacionales se han extendido mucho más allá de cualquier justificación plausible de seguridad pública. Impiden el acceso a empleos modestos y seguros, protegen a los trabajadores establecidos a expensas de los trabajadores más jóvenes y con menores ingresos, y aumentan los costos para el consumidor. Las normas sobre el alcance de la práctica limitan la competencia y el acceso a la atención médica al impedir que las enfermeras profesionales y los auxiliares médicos presten servicios asequibles que son plenamente capaces de prestar. Los mercados laborales crecen cuando el acceso al trabajo se rige por la competencia y la demanda, no por una serie de requisitos de permisos.
No menos esencial es la abundancia de energía. Las economías modernas funcionan con energía, pero Estados Unidos limita cada vez más el suministro mediante retrasos en la concesión de permisos e incertidumbre regulatoria. La energía barata y fiable, ya sea procedente de combustibles fósiles, nuclear o renovables, es un requisito previo para la vivienda, la manufactura, el transporte y la atención médica.
La esclerosis regulatoria afecta la vivienda y la infraestructura de otras maneras. Subvencionamos generosamente la compra mientras restringimos implacablemente la oferta, lo que garantiza precios más altos y frustraciones crecientes. Las normas de zonificación y los interminables requisitos de permisos han convertido las ciudades productivas en clubes cerrados, excluyendo a familias y trabajadores que podrían prosperar allí.
La política comercial también ha tomado la dirección equivocada. Los aranceles —en realidad, impuestos a los consumidores y costos de insumos para los productores— nos han afectado duramente durante las últimas tres administraciones presidenciales. Aumentan los precios, generan incertidumbre y frenan el crecimiento.
En estas zonas, el patrón es el mismo. La respuesta también: liberar la oferta generaría un crecimiento enorme. Considérelo mi deseo de Navidad.
Como economista, estas fiestas me recuerdan que la generosidad requiere capacidad, no solo dinero, sino también tiempo. Es más fácil ayudar a los vulnerables y sostener una sociedad pluralista cuando la economía está en expansión que estancada. El crecimiento, en resumen, nos hace más capaces de ser buenos unos con otros. Uno de los regalos más importantes que podemos transmitir es una sociedad con la suficiente confianza en su futuro como para ser generosa en el presente.
Publicado originalmente en Reason: https://reason.com/2025/12/25/the-most-overlooked-holiday-miracle-abundance
Véronique de Rugy.- es editora colaboradora de Reason. Es investigadora sénior en el Centro Mercatus de la Universidad George Mason.
Twitter: @veroderugy
