Como el feminismo, el libertarismo es una creencia de lujo.

El libertarismo como ideología está completamente apartada de la realidad de quizá 70 millones de mexicanos, y probablemente de 100 millones, y esa falla ocurre porque la teoría no fue creada en México. Es la actualización americana del liberalismo clásico una vez que la izquierda estadunidense se hizo con el término por ahí de 1880, surgida pues de una sociedad que en ese momento ya tenía las características que hoy muestra cada zona (la hosquedad de Nueva Inglaterra, la proverbial hospitalidad sureña, la laboriosidad del Sureste) pero que no tiene ni los antecedentes ni la dinámica y hasta la tradición religiosa que tiene el mexicano, que es producto de un sincretismo muy particular por tener una enorme base indígena que se aplica básicamente todos los que hemos nacido en el país y tenemos tres o cuatro generaciones, a excepción de algunos grupos étnicos como ciertas poblaciones afrodescendientes, los menonitas, los libaneses y los judíos, tenemos ascendencia nativa americana.

La sociedad estadunidense se conformó primero por puritanos, localizados sobre todo en Nueva Inglaterra, huyendo de la persecución religiosa pero con reglas extremadamente severas, influyendo en el temperamento de la gente hasta la actualidad, que paradójicamente es la menos religiosa actualmente, y los aristócratas que arribaron a los estados Sureños y que trajeron consigo a sus sirvientes, iletrados y casi salvajes que acabarían convirtiéndose en la «white trash», y los esclavos africanos, que fueron desenraizados de su propia cultura y que al no tener una al ser liberados durante la Guerra Civil copiaron la de los blancos pobres, que era la que tenían más cerca convirtiéndose en lo que Thomas Sowell llamó, muy acertadamente, los «black rednecks».

Por la época en que liberales (como se entiende el término en EE.UU.) y libertarios ya empezaban a diferenciarse, la zona de más alto crecimiento económico del país era lo que el autor Joel Garreau llamó «La Fundición», lo que hoy se conoce como el Rust Belt o «Cinturón de Óxido». Las empresas más importantes del país surgieron en esta zona, incluyendo Standard Oil de John D. Rockefeller, Carnegie Steel de Andrew Carnegie (que cuando fue comprada por el banquero J.P. Morgan lo convirtió en U.S. Steel haciéndola la primer empresa con un valor de mil millones de dólares), Heinz, Kellogg’s o la Ford Motor Company durante lo que es llamada la «Edad de Oro» de la historia americana lo que provocó profundos cambios en el resto del país, como la Gran Migración afroamericana durante la era Jim Crow a esta zona. La industrialización del país fue inexorable y pronto todos, hasta las familias afroamericanas, estaban avanzando. La historia tiene muchas complejidades* pero lo saltaré porque no se trata de eso el post.

El caso es que el tamaño, el dinamismo y la (cada vez menor) libertad económica han hecho del vecino del norte una sociedad donde es más que posible la movilidad social, con características regionales propias e interesantes, pero que no sólo promueve el avance económico, lo hace desde un fuerte individualismo.

México en cambio es un país centralista, paternalista, autoritario y conservador desde que existía como Nueva España y viene de doble origen: del centralismo de la Metrópoli controlado por reyes fuertes (en contraste con el rey inglés que tiene cierto contrapeso del Parlamento) y del cacicazgo indígena. Y es que ciertamente ninguna cultura nativa era, ni sigue siendo a efectos prácticos, una democracia. Como en el Sur estadunidense, se trata de una sociedad conformada por aristócratas y clases bajas, pero con sus propios bemoles: mientras EE.UU. está compuesto por estados individuales y verdaderamente independientes, la Nueva España, si bien le otorgaba autonomía a los ya mencionados cacicazgos indígenas (autonomía que Juárez no sólo eliminó sino que hasta aplastó), la Colonia le debía todo a la capital, y la capital le debía pleitesía a la Corona.

La Nueva España era tan conservadora que inició su primer movimiento de independencia no por patriotismo o huir de la opresión, sino porque José Bonaparte había usurpado la Corona Española en 1808 y para cuando llegó 1810 la noticia de la restauración de la Corona Española no había llegado aun, por lo que se inició una revuelta que había sido sofocada en la práctica para 1812; y la segunda intentona, esta vez exitosa, vino de parte de conservadores que vieron consternados cómo se pretendían imponer reformas liberales desde la Metrópoli. Tan conservadores eran, que Vicente Guerrero se proclamó no presidente, que hubiera sido lo progresista, sino emperador.

Y aunque después hubo presidentes, no es sino hasta mediados de siglo que los liberales realmente ganaron poder. Pero estos liberales, más que liberales en el sentido clásico, simplemente se oponían a los conservadores, no muy diferentes a la oposición actual a la Cuarta Transformación (hemos avanzado muy poco como sociedad en el fondo). Y lo que vemos, tanto en Juárez como con Porfirio Díaz, son «liberales» que no provienen de las élites pero que siguen teniendo mentalidad centralizadora.

Esa centralización del poder, esa creencia en que habrá una figura mesiánica que nos guiará al Edén, es un componente vital para entender al mexicano. La veneración con la que han sido recibidos en su momento Lázaro Cárdenas, su hijo Cuauhtémoc, el Maquio Clouthier, el Jefe Diego, Vicente Fox, el Peje y ahora hasta Xóchitl Gálvez (por grupos masivos de gente o no; no es tema) es reflejo de una sociedad que espera pacientemente que venga el Tlatoani a darle su frijolito y sus tortillas. Es por ello que las ideas de izquierda han sido recibidas con harta simpatía entre la población.

Y veo muchos libertarios que no entienden esto. Se quedan en conceptos superficiales de la teoría, proclaman adoración a la Escuela Austríaca y en menor medida a la de Chicago (en lo que les doy la razón) pero realmente no entienden lo que quiere decir (y que son fáciles de hacer enojar si les dices que la praxeología es técnicamente una pseudociencia**). Viven en Anarcolandia, que si se hiciera realidad tardaría unas pocas semanas en quitársele la A y volverse Narcolandia.

Pero sobre todo el libertarismo no ofrece el mesianismo que el mexicano promedio añora y espera, ergo no tiene atractivo para él. No es lo mismo que el lugar del que proviene, que con todo y sus diferencias culturales hasta opuestas que van de la religiosidad extrema del Cinturón Bíblico al wokismo extremo de la Costa Oeste al narcisismo de Nueva York al carácter aguerrido del Medio Oeste, el estadunidense se cría en una cultura ferozmente individualista.

Por eso tiene sentido que aquel país haya desarrollado el libertarismo. Finalmente, Murray Rothbard afirmaba en «Manifiesto Libertario: En Defensa de la Libertad» que los Padres Fundadores eran libertarios y en parte tenía razón.

Para México necesitamos encontrar una forma de aplicar la libertad económica de manera que sea acorde a la realidad nacional. Finalmente, hay países en la que se han aplicado soluciones de origen libertario con resultados espectaculares, como las Zonas Económicas Especiales en China. Mismas que Peña Nieto intentó aplicar acá pero que el Pejendejo en toda su idiotez narcisista tumbó. Es posible que necesitemos un modelo más cercano a Singapur que a Suiza (por el modelo de empresas de Estado que tienen que sostenerse a sí mismas; Singapur es un país minúsculo mientras México es dos terceras partes de la Europa continental: enorme) pero hay que encontrarla.

Querer un libertarismo puro en México será una propuesta que nunca va a prender. Pretender otra cosa es aferrarse a la ideología, en vez de hacer lo correcto que es tomarla, adaptar las partes adaptables y crear una propuesta que sea aplicable a la realidad socio-político-económica del país, que además añade complejidad el hecho de que la cultura del Noroeste es muy diferente a la del Noreste, que se diferencia a la de la Huasteca, que se distingue de la de la Planicie, que es diferente a la del Bajío, y a la del Sur, y a la del Istmo, y a la del Sureste…

Ciertamente no es tarea sencilla y no deben hacerse reduccionismos.
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* El retraso permanente del Deep South respecto al país; la caída del crecimiento de las familias afroamericanas mediante incentivos perversos que los mantienen en la pobreza; cómo La Fundición pasó a ser Óxido; la creación de la red de carreteras interestatales por Eisenhower y su impacto en la economía, tanto bueno como malo, son parte de esa historia compleja.

** Porque técnicamente hablando es una pseudociencia ya que no sigue los procedimientos de una ciencia. Eso no le quita validez como disciplina, pero es divertido ver cómo los pubertarios se derriten.


Sergio Romano, comentarista especializado en temas de espectáculos y activista libertario, radicado en el norte de México.

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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