El atentado que sufrió el expresidente y candidato republicano Donald Trump el 13 de julio en un mitin en Pensilvania es producto de la polarización, la radicalización y el discurso agresivo de algunos políticos. Sin embargo, más allá de las opiniones de varios analistas que pretenden encontrar el hilo negro en Estados Unidos, explicaré cómo la violencia se ha ido normalizando en las democracias.

La historia estadounidense está llena de estos lamentables ejemplos; en 1981 Ronald Reagan recibió un disparo cuando salía del Hotel Hilton, esto elevó su popularidad y ante los ojos del mundo fue visto como un mártir. Otro caso conocido es el asesinato de John F. Kennedy a manos de Harvey Lee Oswald en Texas, el cual terminó con la vida del presidente. Este lamentable hecho lo convirtió en uno de los personajes más célebres y conocidos de la historia mundial.

Sin embargo, existen otros eventos, como en 1912, cuando Theodore Roosevelt ya no era presidente, pero fue víctima de un atentado en una taberna. Recibió un disparo en el pecho que no penetró en el corazón sino que solo lo hirió. En 1901, el anarquista Leon Czolgosz le disparó al entonces ejecutivo William Mckinley en un concierto; cuando las autoridades interrogaron al perpetrador este respondió que lo hizo porque era un enemigo del pueblo.

Uno de los casos más conocidos es el asesino de Abraham Lincoln en 1865 en plena guerra de secesión. El confederado John Wilkes Booth le disparó en la cabeza al presidente, el objetivo era que si mataban al líder opositor con el objetivo de que los unionistas perderían la guerra. Esto no ocurrió, pero hizo que Lincoln se convirtiera en un mártir de la democracia a nivel mundial hasta nuestros días.

En el caso de los presidentes norteamericanos los atentados se han presentado en diversos momentos de la historia. La sociedad norteamericana ha estado marcada por la violencia desde su fundación; no obstante, su ideología fundamentalista, en este caso no ligada a la religión sino a los principios intrínsecos hacia un personaje o partido. La violencia se ha mimetizado con las cosmovisiones políticas lo que se traduce en una radicalización de los hechos que se materializan en violencia.

Aunque no son los únicos casos a nivel mundial en los que candidatos o mandatarios han sido objeto de ataques. En 2016 en plena campaña, el entonces aspirante a la presidencia brasileña, Jair Bolsonaro sufrió una puñalada en medio de un mitin. El culpable fue Adelio Bispo de Oliveira, quien declaró que lo hizo por orden de Dios; que solo tomó un cuchillo y esperó para acercarse y herirlo. Mientras tanto, el hijo del candidato Eduardo Bolsonaro dijo que la herida fue profunda, pero que gracias a Dios y su protección esto no pasó a más. El caso en Brasil es muestra del fundamentalismo religioso, la retórica de la religión se ha mezclado con la política al punto de sacralizarla y dotarla de tintes místicos. Lo ocurrido con Bolsonaro sólo fortaleció su imagen y le permitió crear un discurso ligado a que era un elegido por Dios para cambiar al pueblo brasileño. Esto le ganó la simpatía por parte del sector evangélico, el cual le hizo llegar al Palacio de Planalto en 2018.

La violencia política se ha hecho presente en varias latitudes, incluso en las últimas décadas de la democratización latinoamericana esta ha dejado algunos casos como el magnicidio del candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 1994, Luis Donaldo Colosio. En Lomas Taurinas, Baja California fue víctima de Mario Aburto quien con dos disparos le quitó la vida.

Esto cimbró al sistema político mexicano, el cual transitaba de un modelo hegemónico a uno predemocrático. El partido de Estado comenzaba a perder cohesión ante una oposición que conquistaba espacios en varios niveles públicos. El asesinato de Colosio ha despertado diversas teorías y especulaciones; no obstante, una de las interpretaciones de este hecho es que era símbolo de las disputas internas del oficialismo y el desplome del PRI.

El año de 1989 fue difícil para Colombia, este se caracterizó por el crecimiento del crimen organizado y su influencia en la política colombiana. Con 46 años de edad el candidato Luis Carlos Galán Sarmiento quien por tercera vez se postuló a la presidencia fue asesinado en un acto de campaña. Los tiradores fueron Jaime Eduardo Rueda Rocha y Henry de Jesús Pérez, quienes respondían a las órdenes del conocido capo, Pablo Emilio Escobar.

Su asesinato generó polémica, de acuerdo a investigaciones; se encontró que días antes del atentado se cambió a su equipo de seguridad y se desmanteló toda la estructura. De acuerdo a los sondeos, Galán era el favorito para ganar la presidencia; luego de estos hechos se ungió como candidato sustituto a César Gaviria quien ganó la presidencia en 1990. Este atentado es uno de los que más ha lastimado a Colombia, pero también desnuda la influencia y fuerza del crimen organizado.

Finalmente, el caso más reciente de violencia se dio en Ecuador en 2023 durante las elecciones anticipadas luego de que el mandatario Guillermo Lasso hiciera uso de la muerte cruzada; la desaparición de la Asamblea Nacional y el término de su mandato anticipado. Fernando Villavicencio era el candidato de Movimiento Construye Ecuador ; su campaña se caracterizó por ser un férreo crítico de la corrupción durante el mandato de Rafael Correa.

Villavicencio fue asesinado mientras concluía un evento en la capital, Quito. Su asesinato despertó miedo, ira y sobre todo hizo replantear la estrategia de seguridad para hacer frente al crimen organizado. El candidato había recibido amenazas con antelación, al punto que acudía a sus mítines con un chaleco antibalas.Al igual que el caso colombiano el ecuatoriano es muestra de cómo el crimen organizado ha penetrado en la política al punto de incidir y elegir quienes contienden y quienes no.

Las democracias no solo son acechadas por los populistas, el autoritarismo y la erosión democrática. La violencia política es una variable que se ha ido normalizando, lo cual no debería ocurrir. El dirimir conflictos por la vía pacífica y los votos cada vez pierde adeptos; ahora varias personas optan por la violencia para obtener un fin. La discusión sobre estos hechos deben sentar las bases para la construcción de una estrategia conjunta que haga frente a la violencia y resignifique el diálogo, el pluralismo y la democracia.

Agradecemos al autor su permiso para reproducir su artículo publicado originalmente en AXIS: https://www.te.gob.mx/blogEje/front/publicaciones/busqueda/1223

Sebastián Godínez Rivera.- Politólogo. Escribe en diversos medios y colabora en W Radio.

Twitter: @SebastinGodnez3


Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y Asuntos Capitales entre otros medios.

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