Si el día de mañana tu hijo de seis en años se levantara de la cama y te dijera que desea manipular explosivos, usar un arma o te dice que quiere ingerir veneno para ratas o manejar un avión Harrier
¿Lo tomarías en serio?
¿La darías explosivos o pondrías al alcance de él un arma para que “desarolle su personalidad de acuerdo a sus deseos”?
Si tú hijo quiere hacerse daño cortando una parte de su cuerpo porque considera que esa parte está de más ¿que harías?
¿Le ayudarías a mutilarse?
¿Lo llevarías con un médico? ¿Con un profesional de la psiquiatría?
Esa es la discusión actualmente en redes sociales entre la progresía mexicana y una diputada panista.

La diputada panista América Rangel encontró un tremendo nicho demográfico: gente conservadora que está horrorizada ante la idea de que el estado permita la reasignación de sexo en infantes, prescribir medicamentos hormonales para niños que se consideren o perciban cómo trans.
Sin embargo, no hay ninguna ley que proponga eso en México.
La diputada América sabe eso.
Sabe que no hay ninguna ley que permita hacer operaciones quirúrgicas o que se permita suministrar hormonas a menores de 10 años.
Ella lo sabe. Pero los que son sus detractores y los que la apoyan en realidad están defendiendo algo que no existe.
La turba iracunda que ha apoyado la batalla que el lobby LGBT ha entablado en contra de ella y su propuesta de de prohibir procedimientos que no se hacen y que aún no son ley y la turba iracunda que apoya a la diputada en esta batalla en realidad no se han dado cuenta de algo muy importante:

Hay muchísima gente conservadora entre la población adulta.
La diputada se ha dado cuenta de esto y lo capitalizará políticamente y ocupará un espacio vacío hasta ahora en la política de México, ese espacio que la oposición de la 4T no se ha molestado ni siquiera en mirar:
Los padres de familia conservadores, las personas de bien que no han adoptado el discurso progresista de los lobbies colectivistas. Las personas que se ven a si mismas lógicas y racionales apoyarán un discurso antiprogre aunque esté lleno de falacias.
Para sus defensores, América Rangel “se está adelantando” a “el plan de la progresía” de poner en ley el asunto de las infancias trans, la reasignación de sexo en menores y las terapias hormonales con el consentimiento de sus tutores legales.
La discusión en Twitter me parece estéril, ya que los defensores de la diputada tratan de defender el discurso “con los niños, no” pero lo hacen desde una visión totalitaria de este asunto, una visión que esconde algo mucho más profundo: la polarización y la demarcación clara entre progresismo y conservadurismo.
El progresismo ha logrado posicionar una idea que les ha funcionado:
“Si no estás de acuerdo con todo lo que proponemos eres antiderechos, estás en contra de los derechos de las personas”
Y claro, ¿A quién le gustaría ser visto como alguien que está en contra de los derechos de otras personas?
Con esta discusión, América Rangel está esculpiendo un discurso que podría ser aún más poderoso y polarizante:
“Si estás de acuerdo con esas aberraciones, es seguro que lo haces porque eres pedófilo”
Este discurso podría ser más aplastante en la percepción pública y podría sacar de la tímida posición neutral a los que sólo se limitan a encogerse de hombros y mascullar entre dientes: “pues cada quién “
“Con los niños, no” es algo poderoso, pero “si apoyas la mutilación genital en menores, es porque eres pedófilo o apoyas pedófilos” es discursivamente más atemorizante.
La diputada ha encontrado un jugoso filón político que será aprovechado por otros políticos para hacer frente a la embestida de la 4T en este país, tal como sucedió como Trump en Estados Unidos.
Trump descubrió que el discurso en el mainstream estaba dejando de lado a millones de norteamericanos blancos que se sintieron excluidos o llanamente despreciados en la administración Obama y logró posicionarse con éxito.
Las personas defenderán lo que tenga sentido de acuerdo a sus valores, aunque no estén completamente informados.
Si usted toma a alguien aleatorio en la calle y le preguntara: ¿Si usted tuviera hijos, permitiría que su hijo menor de edad se hiciera un procedimiento quirúrgico para cambiar su sexo o mutilar sus genitales ya que se percibe cómo trans?
La respuesta a esta pregunta sería NO en automático, pero es una pregunta que no cubre todos los ángulos de los procedimientos que una persona trans debe o puede optar para lograr una transición completa.
La pregunta está llena de huecos y falacias, está preparada para una respuesta fácil, aún cuando cada caso no tenga una respuesta fácil.
Cada caso de persona trans es distinta. Algunos no llevarán a cabo jamás una reasignación de sexo quirúrgico, o no tendrán que suministrarse medicamentos. En algunos casos, estos procedimientos llevan décadas de terapia psiquiátrica con profesionales de la salud.
Tratar de englobar todos esos procesos en una pregunta aleatoria en la calle, reduce la idea de la discusión trans a algo sesgado y tramposo.
América Rangel lo sabe, y lo usará, como la izquierda ha usado todos sus discursos exitosos:
Discurso vegano: si comes carne, eres un asesino de animales sin corazón
Discurso ciclista: si no apoyas a los ciclistas, apoyas la contaminación y no te importa la ecología del planeta
Discurso de aborto: si no apoyas el aborto, entonces eres un monstruo que quiere obligar a niñas de 25 a abortar ilegalmente
Y así, ad nauseam.
Es muy posible que la diputada gane la discusión a nivel percepción y ella pueda ser punta de lanza para otros políticos que la sigan en ese discurso.
Lo malo es que ese discurso TAMBIÉN puede socavar la libertad de otros. Cómo cualquier extremo político.
Cómo cualquier prohibición, aún llena de buenas intenciones.

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