Durante décadas, la corrupción ha sido un cáncer incurable que no permite el desarrollo y el bienestar de Colombia. Paupérrimamente, los gobiernos han engañado a sus electores y al país al implementar maniobras sucias, que favorecen a las mafias del narcotráfico, que de distintas maneras cíclicamente carcomen a la sociedad colombiana. La década de los 80s fue bañada por la sangre de quienes luchaban por una nación libre de corrupción, mientras el narcotráfico y la violencia implementaban olas de corrupción, de mentiras y de culto a la mediocridad. Al respecto, qué espantoso vivir en un país sumamente pobre en principios y en derechos mientras quienes han gobernado se han enriquecido con dinero sucio de la delincuencia organizada y su mañosa forma de gobernar sin coherencia ni honestidad. La corrupción ha sido la forma adecuada para diseñar modelos autoritarios y discretos que no permiten el desarrollo pluricultural.
La corrupción es una enfermedad a la que todos prometen darle una solución, pero al final, dejan que esa corrupción gobierne para unos pocos. La política sucia y mentirosa que ejercen por cierto aquellos elocuentes doctores tradicionales expertos en mentir y engañar, dejan miles de sueños abandonados, mientras la violencia aumenta, la educación es para unos pocos , la generación de oportunidades solo es para las ratas de cuello blanco, y muchísimos callan o su voz es silenciada al protestar por sus derechos. Por ejemplo la mediocridad paupérrima en un sistema de salud inadecuado, donde no hay médicos que atiendan a la sociedad, mientras los hospitales se caen a pedazos por la negligencia de la maldita y mediocre corrupción. En Colombia somos campeones en corrupción, pero algunos piensan que con marchas defendiendo a un dirigente político corrupto, el país cambiará de la noche a la mañana. Qué vergüenza y desgracia la de miles de colombianos que deben salir de su propio país a buscar mejores oportunidades, ya que en Colombia las mafias del narcotráfico gobiernan solo para ellas, en beneficio de sí mismas.
Departamentos pobres y azotados por la violencia y la pobreza, en donde ningún político se acuerda de los problemas sociales que padecen los ciudadanos pero en época electoral llegan todos con promesas falsas, mentiras. El 80% de los colombianos considera que la corrupción es el mayor problema del país. La mitad de los electores ha vivido de forma directa o indirecta ofertas de compra de votos en el último año. Solo un 5% tiene una opinión favorable de los partidos. El 80% no está satisfecho con el funcionamiento de la democracia, y tenemos un país sin liderazgo, mientras se incrementan la inseguridad, el desempleo por las nubes, el aumento doloroso de la extrema pobreza y el hambre.
Si fuéramos más inteligentes no permitiríamos esas clases de delincuentes en el poder público. Por eso debe seguirse hablando de la Colombia olvidada, llena de problemas sociales y de una enfermedad que se llama corrupción, la cual callan los medios de comunicación, todo por defender a su político de turno. ¿Se imaginan si fuéramos mejores ciudadanos, coherentes, y con un mayor grado de responsabilidad? Viviríamos en un país adecuado lleno de oportunidades, el joven con una excelente educación como se lo merece, los enfermos con un derecho digno a la salud y aquellos campesinos sacando sus frutos para solventar sus necesidades. En Colombia se debe apostar a esto, no a ver futbol ni a defender políticos ladrones, a vivir en armonía sin tanta negligencia corrupta. Pero esa perspectiva no la tiene ningún político, porque a los políticos mentirosos no le importa sino llegar al poder a llenarse de plata y el más perjudicado eres tú, quien los eligió.
Dorieth Alfaggeethd Aponte Piñeros: Activista político defensor de la democracia y la libertad.