En octubre pasado, México y Norteamérica vivieron un acontecimiento histórico, ya que por primera vez una mujer ocupa un cargo ejecutivo tanto en el país como en el norte del continente. Claudia Sheinbaum Pardo fue el nombre más mencionado en la política internacional este mes. Los ojos del mundo están puestos en ella, ya que tiene en sus manos la administración de un país cuyo producto interno bruto lo sitúa en el puesto número 15 a nivel mundial y el número dos de toda Latinoamérica. Entonces, ¿la llegada de esta mujer a la Presidencia será por sí misma un avance o en conjunto, podemos haber de un retroceso social?
Días antes de asumir su cargo, declaró a los medios que no invitaría al Rey de España a su toma de protesta y que exigiría disculpas por los actos de conquista cometidos hace cinco siglos. Si bien es cierto que la conquista de los españoles sobre los pueblos indígenas no fue amistosa ni armoniosa, tampoco podemos culpar a una nación por hechos de hace siglos, cuando la cosmovisión era muy distinta a la actual. Una de las promesas de campaña de Claudia sobre política exterior fue mantener la fraternidad con todos los pueblos del mundo. Por lo tanto, generar división y adoptar un papel de víctima exigiendo disculpas contradice estos principios, creando un retroceso en la política exterior y en la relación con España.
Otra de sus promesas de campaña fue mantener la austeridad republicana, así como la disciplina financiera y fiscal. Recordemos que el presupuesto de egresos del ex presidente Andrés Manuel López Obrador para 2024 fue de nueve billones sesenta y seis mil cuarenta y cinco millones ochocientos mil pesos mexicanos, con un déficit fiscal del 6.4% para septiembre de 2024. Esto demuestra que su predecesor no fue realmente austero ni mantuvo una disciplina fiscal. En cuanto a Claudia, se espera que este 15 de noviembre presente el presupuesto de egresos para 2025, y ella ha asegurado que reducirá el déficit fiscal al 3.5%. Sin embargo, esto sigue sin ser austeridad, ya que un déficit fiscal implica endeudamiento, y ninguna deuda pública representa un avance social. Por el contrario, se paga con el bolsillo de cada ciudadano mexicano, generando un pasivo que no pidieron ni aprobaron. Mientras tanto, la doctora cuenta con un salario mensual bruto de 186,093 pesos.
Entre las políticas de “bienestar” que busca implementar, está brindar un apoyo económico de 2,400 pesos (120 dólares al tipo de cambio actual) bimestrales a las mujeres de 60 a 64 años que han dedicado su vida al hogar. Visto de manera emocional, parece un acto benéfico, ya que algunas mujeres podrán contar con un apoyo económico externo a lo que sus maridos puedan proporcionarles. Sin embargo, al analizarlo objetivamente, el contribuyente no obligó a esas mujeres a no trabajar y dedicarse al hogar, y, de forma involuntaria, se le quita a aquel una parte de su salario para hacer obras de caridad que promueven el clientelismo y la dependencia del Estado. Este tipo de políticas no representan empoderamiento femenino, sino un retroceso social que beneficia la imagen de quien reparte el dinero y perjudica a quienes han sido despojados de sus ingresos.
Estas son son algunas reflexiones sobre lo que significa la llegada y lo que podría esperarse del gobierno de Claudia Sheinbaum. Se le atribuye un avance social simplemente por ser mujer, pero lo que importa de cualquier gobernante no es su género ni sus preferencias personales sentimentales, sino los resultados de las políticas públicas que implementa y las promesas de campaña que cumple. Eso es lo que realmente determinará si trae un avance, un estancamiento o un retroceso, tanto económico como social.
Es cierto que han pasado pocos días desde que asumió el cargo oficialmente, pero te animo, lector, a que mantengas los ojos abiertos y la mente objetiva, para que en unos meses podamos comprobar si su gestión ha representado un avance o un retroceso social para el país.