Entre tecnología, regulaciones y distorsiones del mercado, el desinterés de los ladrones por los coches eléctricos revela mucho más que simple seguridad: es una llamada de atención para aquellos que todavía creen que los subsidios e incentivos estatales pueden impulsar el futuro.

Los coches eléctricos han sido aclamados, especialmente por los ambientalistas y sus seguidores, como el futuro de la movilidad sostenible y una solución a los problemas medioambientales del mundo moderno. Sin embargo, detrás de esta exitosa propaganda se esconde un fenómeno curioso: estos coches parecen ser casi completamente inmunes al robo . Es un hecho que a primera vista podría parecer un signo de seguridad tecnológica superior ; en realidad revela dinámicas económicas y de mercado mucho más complejas. Los coches eléctricos, a pesar de estar equipados con sistemas de seguridad avanzados , parecen no ser lo suficientemente atractivos ni siquiera para los ladrones.

Diversos estudios, como el de Informazione.it , que también retomó otras aportaciones periodísticas del mismo carácter, ofrecen un análisis detallado de las razones por las que los delincuentes evitan los coches ecológicos . Estos van desde la dificultad de desmontar y revender piezas, como las baterías de litio, que son complejas de gestionar y tienen un mercado muy limitado, hasta la presencia de tecnologías de seguimiento avanzadas, como el GPS integrado y los sistemas de bloqueo remoto.

Los datos también muestran que, en Italia, estos vehículos todavía representan una pequeña fracción del parque móvil en circulación: sólo el 4,3 por ciento, según informa la revista especializada Auto.it. Con una penetración tan baja, los delincuentes prefieren centrarse en los coches más difundidos y tradicionales, como los SUV , que representan más del 50 por ciento de los robados , gracias a la amplia disponibilidad de repuestos solicitados en el mercado negro.

Por tanto, la tecnología juega un papel importante, pero no es el único factor. La infraestructura de carga limitada complica aún más la gestión de un coche eléctrico robado, lo que dificulta que un delincuente lo utilice u oculte sin tener que lidiar con la necesidad de realizar una carga frecuente y, a menudo, rastreable . También hay que tener en cuenta que los componentes eléctricos, al ser todavía relativamente nuevos y menos difundidos, no tienen un mercado negro desarrollado como el de los coches de combustión interna.

Aparte de esto, hay una razón aún más profunda detrás del desinterés de los ladrones : los coches ecológicos no son percibidos como bienes de alto valor . Lo que lleva a una reflexión económica fundamental. El valor de un activo no es intrínseco, sino que está determinado por el juicio de los individuos y por el mercado: “El valor es la medida de la importancia que atribuimos a la posesión de un activo para el mantenimiento de nuestra vida y de nuestro bienestar – Escribió precisamente Carl Menger , quien luego precisó que “el valor no surge del hecho de que un bien se produzca con trabajo o esfuerzo, sino porque responde a las necesidades humanas”.

En el caso de los medios que nos ocupan, el mercado -y en este caso incluso el mercado negro- parece no atribuirles un valor elevado, al considerar que no contribuyen a la satisfacción de las necesidades individuales y de los consumidores potenciales. Los delincuentes antes mencionados, que actúan basándose en el valor económico inmediato y la facilidad de desmantelar y revender un activo, en realidad encuentran estos autos poco atractivos .

Y ello refleja una valoración que, a su vez, está influida por diversos factores: la complejidad técnica , la ausencia de una demanda significativa de componentes eléctricos y las dificultades logísticas para gestionar vehículos que requieren infraestructuras específicas para su funcionamiento.

Tampoco podemos ignorar que, a pesar del fuerte impulso incentivador del Gobierno y de las subvenciones para la compra de vehículos ecológicos, estos todavía no han tenido una demanda suficiente para hacerlos económicamente relevantes para los consumidores honestos y ni siquiera para los ilegales, según gestiona de ladrones y vallas.

Éstos, como es evidente, precisamente por la falta de demanda significativa de los componentes de estos coches, prefieren orientarse hacia los vehículos tradicionales, ya integrados en un sólido mercado negro consolidado. De lo contrario, si el mercado no se viera obstaculizado sino dejado libre para funcionar sin intervención estatal, transmitiría, a través de los precios, la información necesaria para captar el valor real de los coches eléctricos , que, actualmente, precisamente gracias a las subvenciones públicas, expresan una demanda. artificiales, que no reflejan su valor auténtico.

En conclusión, la aparente inmunidad de los coches eléctricos al robo no es un triunfo de la tecnología, sino más bien el reflejo de un bajo valor percibido y de un mercado que aún no los considera activos de interés.

La lección es clara: sólo un mercado libre , no distorsionado por regulaciones y subsidios, puede determinar el verdadero valor de un activo . Hasta que los autos ecológicos logren conquistar la demanda espontánea y sin incentivos, seguirán siendo bienes secundarios, demasiado seguros no porque sean avanzados, sino porque simplemente son ignorados, incluso por los ladrones.

Agradecemos al autor el permiso para publicar su artículo, publicado originalmente en L’Opinione delle Libertà: https://opinione.it/economia/2024/11/12/sandro-scoppa-auto-elettriche-tecnologia-mercato-libero-furti/

Sandro Scoppa: abogado, presidente de la Fundación Vincenzo Scoppa, director editorial de Liber@mente, presidente de la Confedilizia Catanzaro y Calabria.
Twitter: @sandroscoppa

Por Víctor H. Becerra

Presidente de México Libertario y del Partido Libertario Mx. Presidente de la Alianza Libertaria de Iberoamérica. Estudió comunicación política (ITAM). Escribe regularmente en Panampost en español, El Cato y L'Opinione delle Libertà entre otros medios.

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