El anarcocapitalismo es un diseño libertario para una sociedad sin Estado, donde la seguridad, la ley y la resolución de disputas serían proporcionadas principalmente por empresas con fines de lucro. Hay dos razones por las que los investigadores se interesan en esta forma de orden social: moral y económica. El argumento moral se basa en la afirmación de que el Estado es una institución inherentemente poco ética . Todo Estado (incluido el Estado mínimo) viola los derechos de las personas porque reivindica el monopolio del uso de la violencia y se sustenta con el dinero extraído a los ciudadanos por la fuerza en forma de impuestos.
El argumento económico, a su vez, señala la ineficiencia del Estado debido a su posición monopolística. Al no estar sujeto al sistema de ganancias y pérdidas, el Estado no solo proporciona de forma ineficiente los bienes que los ciudadanos desean, sino que también los obliga a financiar bienes que no desean en absoluto (un ejemplo de ello es la intervención militar estadounidense fuera de sus fronteras). La falta de incentivos derivada de la ausencia de competencia se ve reforzada por la ausencia de un sistema de precios, que impide a los consumidores comunicar eficazmente sus preferencias. Por lo tanto, los anarcocapitalistas creen que la abolición del Estado y su sustitución por instituciones privadas no solo sería justa, sino que también permitiría un medio más eficaz para garantizar el orden social.
Los defensores del anarcocapitalismo han presentado diversas descripciones de cómo sería exactamente un orden anarcocapitalista. Entre los teóricos más importantes que abordan este tema se encuentran Murray Rothbard , Linda y Morris Tannehill, David Friedman y Hans-Hermann Hoppe . Sus descripciones difieren ligeramente (lo cual es previsible, ya que desconocemos con exactitud qué soluciones resultarían más eficaces), pero podemos identificar los elementos básicos presentes en la mayoría de los diseños libertarios para una sociedad sin Estado.
Muchas agencias privadas de defensa (APD) operarían en el mercado de la seguridad, compitiendo por la clientela ofreciendo precios bajos y servicios de alta calidad. A cambio de una tarifa regular, las agencias serían responsables de garantizar la seguridad de sus clientes. También actuarían como compañías de seguros, pagando indemnizaciones a los clientes cuyos derechos se hubieran visto vulnerados y, como algunos especulan, representarían a sus clientes en litigios. Como señalan los defensores del anarcocapitalismo, en caso de conflicto o disputa entre clientes, las agencias (o una sola agencia, si la disputa se refería a clientes de una sola agencia) negociarían o remitirían el asunto a tribunales privados para su resolución. Estos tribunales también competirían por la clientela, esforzándose por ofrecer los servicios más económicos, eficaces y fiables. Dado que las diferentes agencias tendrían que resolver constantemente los conflictos entre sus clientes, celebrarían acuerdos previos para facilitar las relaciones entre ellas. En un orden anarcocapitalista, el derecho tendría tres fuentes. En primer lugar, dado que cada individuo adquiriría un seguro contra la agresión de su organismo de protección, el principio libertario de no agresión surgiría espontáneamente como la norma jurídica más fundamental. En segundo lugar, las decisiones judiciales interpretarían cuándo se han violado los derechos individuales. Estas decisiones serían muy repetitivas y, con el tiempo, surgiría un cuerpo jurídico consistente, susceptible de cambio y evolución, que probablemente variaría según el lugar. La tercera fuente jurídica serían los contratos voluntarios entre individuos, que constituirían la base del derecho aplicable en diversos ámbitos privados. Por ejemplo, el propietario de una urbanización podría establecer sus propias normas jurídicas y alquilar apartamentos solo a quienes se comprometan a cumplirlas.
El principio económico fundamental que subyace al anarcocapitalismo es el concepto de contratos autoejecutables. Las interacciones entre las PDA, entre estas y sus clientes, y entre clientes (a través de las PDA) serían repetitivas. El beneficio de una única infracción perturbaría los beneficios a largo plazo de la cooperación. Por lo tanto, aunque no exista un tercero poderoso en el sistema con el monopolio del uso de la violencia para hacer cumplir los contratos y proteger los derechos (es decir, el Estado), las personas y las PDA cumplirán sus contratos y respetarán los derechos de los demás para evitar perturbar las relaciones de cooperación a largo plazo. Este sistema autoejecutable se vería reforzado por un mecanismo de reputación mediante el cual una empresa que viole los derechos de un cliente perdería no solo al cliente afectado, sino también a otros clientes, incluidos los futuros, y por un mecanismo de señalización mediante el cual las partes honestas podrían demostrar proactivamente su integridad, facilitando así la formación de relaciones rentables.
Además, los defensores del anarcocapitalismo se basan no solo en teorías económicas, sino también en una amplia gama de datos empíricos que parecen respaldar la tesis de que el anarcocapitalismo es un sistema sociopolítico viable. Por un lado, señalan que algunos métodos privados para generar orden social ya se utilizan en la actualidad (por ejemplo, el arbitraje privado para resolver disputas entre empresas) y, por otro, señalan ejemplos históricos de situaciones en las que, en ausencia del Estado, diversas sociedades lograron generar orden social.
Aunque los teóricos anarcocapitalistas se basan en teorías económicas sólidas, y los investigadores que trabajan dentro de la tradición del anarquismo analítico han presentado numerosos ejemplos de cómo el orden social puede surgir sin la participación del Estado, la propuesta de abolirlo por completo sigue siendo una idea muy controvertida. Por lo tanto, no sorprende que el proyecto anarcocapitalista haya recibido numerosas críticas. Cabe destacar que muchas de estas críticas han sido planteadas por libertarios o personas que creen firmemente en la eficacia del libre mercado, lo que refuerza estas dudas, indicando que no son simplemente producto de prejuicios estatistas. Entre los críticos importantes del anarcocapitalismo se encuentran Ayn Rand, James Buchanan, Tyler Cowen, Daniel Sutter y Randall Holcombe. Analicemos las nueve objeciones más importantes que se han planteado contra la viabilidad del anarcocapitalismo:
- Las agencias privadas de defensa no podrán/estarán dispuestas a colaborar entre sí. La objeción más obvia sugiere que las PDA no podrían colaborar entre sí y que seguirían surgiendo conflictos sangrientos entre ellas.
- Las agencias abusarán de su poder sobre las personas. Los críticos señalan que las agencias tendrán una enorme ventaja sobre las personas, lo que aumenta el riesgo de que: (a) utilicen esta ventaja para intentar dominar a sus propios clientes; (b) intenten usar la violencia para impedir que los clientes se marchen; (c) intenten atacar a los clientes de otras empresas, así como a personas que no estén aseguradas por ninguna compañía.
- Las agencias formarán un cártel que inflará los precios y reducirá la calidad de los servicios, y podría transformarse en un estado. Este argumento es particularmente relevante porque el mercado de producción de seguridad parece diferir significativamente de los mercados típicos. Para funcionar eficazmente, este mercado requiere la cooperación entre las PDA, lo que crea un terreno fértil para la cartelización y ofrece mejores oportunidades para excluir a nuevos actores que amenazan al cártel.
- La agencia o las agencias pueden obtener un monopolio en un área determinada y transformarse en un estado. Esto podría ocurrir de tres maneras. Primero, una agencia podría derrotar a otras agencias mediante un combate directo y no económico. Segundo, una agencia podría derrotar a otras agencias económicamente debido a las posibles economías de escala asociadas con la producción de seguridad. Tercero, aunque las empresas inicialmente competirían entre sí por un territorio más amplio, los procesos naturales del mercado (economías de escala espaciales) harían que, después de cierto tiempo, las empresas individuales concentraran la mayoría de sus clientes en áreas separadas.
- El derecho en el anarcocapitalismo no será libertario. La versión más radical de esta objeción afirma que no surgiría ningún derecho estable en dicho sistema. Una versión menos radical sugiere que el derecho se estabilizaría mediante algún tipo de equilibrio local , pero no tendría necesariamente un carácter libertario. Este problema puede denominarse la paradoja de la anarquía libertaria: los libertarios pretenden abolir la única institución que parece capaz de imponer la ética libertaria en un ámbito determinado, ya que la consideran incompatible con ella.
- Una sociedad anarcocapitalista no podrá financiar su defensa militar y, por lo tanto, será vulnerable a la conquista de estados vecinos. Una sociedad anarcocapitalista debe ser capaz de defenderse de amenazas externas, lo que requiere financiar un ejército capaz de repeler, o mejor aún, disuadir, a sus enemigos. Sin embargo, la financiación de dicho ejército se ve amenazada por el efecto oportunista: algunos individuos pueden eludir la contribución con la esperanza de que otros la financien.
- Una sociedad anarcocapitalista tendría dificultades para financiar bienes públicos esenciales. Además de la defensa, bienes públicos como las carreteras, la protección del medio ambiente, el control de epidemias y un sistema monetario estable también requieren financiación. Si estos bienes no se abastecieran adecuadamente, la eficiencia económica del sistema podría verse reducida hasta el punto de volverse inestable.
- El poder en manos de los más ricos, una situación difícil para los pobres. El hecho de que el anarcocapitalismo distribuya bienes políticos a través del mercado puede ser problemático por dos razones. En primer lugar, quienes no pueden pagar los servicios de empresas de seguridad, justicia y resolución de disputas podrían verse privados de estos bienes. En segundo lugar, se podría especular que, en una sociedad anarcocapitalista, los ricos podrían influir en los sistemas legales y judiciales para favorecer sus propios intereses.
- El anarcocapitalismo presupone la existencia de un mercado libre y un sistema legal eficaz. Los críticos señalan que los mecanismos de mercado que invocan los anarcocapitalistas para explicar cómo abordaría diversos problemas existen actualmente (y solo pueden funcionar) dentro del marco legal creado por el Estado. Sin Estado, no habrá un marco legal que garantice el funcionamiento del mercado y, por lo tanto, sus reglas no se aplicarán.
Parece que los críticos han presentado argumentos convincentes que cuestionan la viabilidad del anarcocapitalismo. Sin embargo, sus defensores no se han quedado de brazos cruzados, intentando refutar todas estas dudas. Este es uno de los debates más importantes dentro de la filosofía libertaria. En los siguientes artículos, ofreceré a los lectores una visión más completa de las discusiones en torno a cada duda.
Publicado originalmente por el Mises Institute: https://mises.org/mises-wire/anarcho-capitalism-nine-most-important-objections
Stanisław Wójtowicz tiene un doctorado en crítica literaria de la Universidad de Adam Mickiewicz en Poznań, y actualmente está cursando un doctorado en filosofía en la Universidad Nicolaus Copernicus en Toruń. Ha publicado numerosos artículos académicos sobre libertarismo, economía y literatura. Dirige el blog polaco más grande sobre libertarismo en stanislawwojtowicz.pl. Fue becario de verano en 2025 en el Instituto Mises. Se puede contactar con él en stanwojtow@gmail.com.
